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Étienne Godiard


“Monarca nefasta

Es la Indiferencia

Se cubre de lujos

También de opulencia

De mirada altiva

Siempre pisotea

No le importa nada

solamente ella” 


La Monarca Nefasta: “Si No Tienen Pan, Que Coman Pasteles”


Cuenta la historia que la reina María Antonieta, durante el reinado de su esposo Luis XVI, y en el período de hambruna más aterrador de Francia, recibió la noticia de que los campesinos no tenían ni para comer pan, y con toda la indiferencia, ella les respondió con la frase: “Qu'ils mangent de la brioche” que traduce “Que coman pasteles”. Que reina tan nefasta mientras ella nadaba en opulencia, joyas y manjares, no se condolió con el hambre y sufrimiento de su Pueblo. 


Y aunque no existen evidencias históricas de quién pronunció realmente esta frase que se convirtió en un mito, y que algunos autores le atribuyen a la reina Alphonse Karr en el año de 1843, lo importante es lo que realmente representa: “La Monarquía de la Indiferencia” y en lo que resultó “La Revolución de las Harinas” o la lucha del Pueblo por el pan, nada lejano de nuestra realidad en momentos de pandemia, en donde está por estallar “La Revolución de los Trapos Rojos”.


Y es que Colombia, no se escapa de las monarcas nefastas que con total indiferencia pronuncian frases como:


  • “Aquí mueren más personas por robo de celulares que por ser defensoras de Derechos Humanos” (Su majestad Doña Alicia)


  • “Aunque efectivamente los asesinos salen en cuarentena, sin permiso, ¡es verdad!, salen en cuarentena sin permiso a hacer sus fechorías, nosotros queremos decir que como Gobierno rechazamos eso” (Otra joya de su majestad Doña Alicia)


  • “Esto acá no es atenidos a ver qué hace el Gobierno” (“La Monarca Marta Lucía”)


Estos son sólo algunos ejemplos de la monarquía de la indiferencia, que desafortunadamente también demuestran que este mal social no tiene género. Los actos de indiferencia más terribles pueden ser protagonizados por cualquier persona, y en el escenario de la política lo vemos a diario, en esta época de pandemia sólo les falta decir a algunas de las personas de gobierno: “Si no tienen pan, entonces que coman pasteles”


Aunque ya nuestro presidente en uno de sus viajes al Chocó, antes del coronavirus simbólicamente la pronunció: “Si no tienen alimentos entonces que coman bombones” que acto tan cruel de indiferencia hacia las y los habitantes de un Departamento con tantos problemas sociales al que rara vez llegan ayudas del gobierno y donde los niños y niñas se mueren de hambre, ¿A quien se le ocurre llevarles bombones? 


Sin ir más lejos recordemos la historia del funcionario del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que dejó abierto su micrófono en una reunión por zoom, el espacio fue citado con el fin de establecer negociaciones relacionadas con el plan de contingencia para evitar el incremento del contagio de las comunidades indígenas con Covid-19.


Por un descuido quedaron grabados una serie de calificativos indignantes contra la población indígena del Cauca, lo que demostró un grado nefasto de indiferencia por parte de un agente de gobierno, que además evidenció discriminación y crueldad, en momentos en los que se requiere de toda la solidaridad, especialmente con las comunidades étnicas. La frase “Qu'ils mangent de la brioche” la pronuncia este funcionario en los siguientes términos: "Siempre van a ser unos miserables" que desafortunado ejemplo de indiferencia cargado además de discursos de odio.


La Monarquía de la Indiferencia Mata más que la Pandemia 


La indiferencia es el grado máximo del ensimismamiento, es un virus que genera insensibilidad frente a las problemáticas sociales, el principal malestar es la falta de empatía, que, además produce cierta alienación sistemática, para él o la indiferente, el otro o la otra no existe, como tampoco existe quién mata, quién muere, quién sufre, sólo existe el “YO”, el “ SÍ MISMO” y  un egoísmo interno que se propaga como la peor peste.


¿Cuántos feminicidios, crímenes de odio, asesinatos sistemáticos, suicidios, se podrían evitar si existiera menos indiferencia? Seguramente muchos, la capacidad de ponerse en el lugar del otro o la otra, empatizar con sus sentires y necesidades, reconocer y valorar la diferencia, tiene el poder de contrarrestar la violencia, la discriminación, la exclusión, los prejuicios sociales, la desigualdad y las muertes violentas. ¡Qué distinta sería nuestra sociedad sin la monarca nefasta!


Tristemente la monarquía de la indiferencia mata más que la pandemia porque además conlleva a la exacerbación de la violencia. Los dictadores y genocidas se alimentan de la indiferencia y se fortalecen en ella, continúan rampantes con sus crímenes de odio en gran parte por culpa de las y los indiferentes, que mientras  creen no sufrir “afectación” siempre tienden a pensar “esto no es conmigo, que hagan lo que quieran”. Por culpa de la indiferencia se estigmatizan las luchas sociales, se aumentan las brechas, se agudiza la inequidad, se reproducen los discursos de odio, se incrementa la violación de los Derechos Humanos y Derechos de las Mujeres. ¡La indiferencia mata y también duele!.  


Les duele a los amigos, amigas y familiares de las víctimas del conflicto armado, de las personas desaparecidas, de las  víctimas de feminicidio, de las personas que fueron y siguen siendo asesinadas solo por ejercer liderazgos sociales. Les duele a los y las ex combatientes que hoy sienten amenazada su vida por apostarle a la paz; también esa indiferencia social les duele a las personas que están sufriendo las consecuencias del confinamiento por causa de la pandemia. La indiferencia en realidad nos debería doler a todos y todas. 


Mientras subsista la Monarquía de la Indiferencia, seguirán vivos otros virus más letales que el Covid -19, como el ensimismamiento, los prejuicios, la intolerancia, la impunidad, la inequidad, la crueldad; la única cura posible es destituir a la monarca nefasta y entronar a la empatía como la nueva gobernante de nuestros sentimientos, pensamientos y acciones.


 ¡Abajo la Monarca Nefasta, que por fin caiga la Monarquía de la Indiferencia!



Ver: El discurso de los Derechos Humanos y la Equidad de Género en la “SOCIEDAD” DEL ENSIMISMAMIENTO: Una mirada crítica al mundo interior

La Nefasta Monarquía de la Indiferencia

Columna
por:
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June 15, 2020

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Étienne Godiard


“Monarca nefasta

Es la Indiferencia

Se cubre de lujos

También de opulencia

De mirada altiva

Siempre pisotea

No le importa nada

solamente ella” 


La Monarca Nefasta: “Si No Tienen Pan, Que Coman Pasteles”


Cuenta la historia que la reina María Antonieta, durante el reinado de su esposo Luis XVI, y en el período de hambruna más aterrador de Francia, recibió la noticia de que los campesinos no tenían ni para comer pan, y con toda la indiferencia, ella les respondió con la frase: “Qu'ils mangent de la brioche” que traduce “Que coman pasteles”. Que reina tan nefasta mientras ella nadaba en opulencia, joyas y manjares, no se condolió con el hambre y sufrimiento de su Pueblo. 


Y aunque no existen evidencias históricas de quién pronunció realmente esta frase que se convirtió en un mito, y que algunos autores le atribuyen a la reina Alphonse Karr en el año de 1843, lo importante es lo que realmente representa: “La Monarquía de la Indiferencia” y en lo que resultó “La Revolución de las Harinas” o la lucha del Pueblo por el pan, nada lejano de nuestra realidad en momentos de pandemia, en donde está por estallar “La Revolución de los Trapos Rojos”.


Y es que Colombia, no se escapa de las monarcas nefastas que con total indiferencia pronuncian frases como:


  • “Aquí mueren más personas por robo de celulares que por ser defensoras de Derechos Humanos” (Su majestad Doña Alicia)


  • “Aunque efectivamente los asesinos salen en cuarentena, sin permiso, ¡es verdad!, salen en cuarentena sin permiso a hacer sus fechorías, nosotros queremos decir que como Gobierno rechazamos eso” (Otra joya de su majestad Doña Alicia)


  • “Esto acá no es atenidos a ver qué hace el Gobierno” (“La Monarca Marta Lucía”)


Estos son sólo algunos ejemplos de la monarquía de la indiferencia, que desafortunadamente también demuestran que este mal social no tiene género. Los actos de indiferencia más terribles pueden ser protagonizados por cualquier persona, y en el escenario de la política lo vemos a diario, en esta época de pandemia sólo les falta decir a algunas de las personas de gobierno: “Si no tienen pan, entonces que coman pasteles”


Aunque ya nuestro presidente en uno de sus viajes al Chocó, antes del coronavirus simbólicamente la pronunció: “Si no tienen alimentos entonces que coman bombones” que acto tan cruel de indiferencia hacia las y los habitantes de un Departamento con tantos problemas sociales al que rara vez llegan ayudas del gobierno y donde los niños y niñas se mueren de hambre, ¿A quien se le ocurre llevarles bombones? 


Sin ir más lejos recordemos la historia del funcionario del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que dejó abierto su micrófono en una reunión por zoom, el espacio fue citado con el fin de establecer negociaciones relacionadas con el plan de contingencia para evitar el incremento del contagio de las comunidades indígenas con Covid-19.


Por un descuido quedaron grabados una serie de calificativos indignantes contra la población indígena del Cauca, lo que demostró un grado nefasto de indiferencia por parte de un agente de gobierno, que además evidenció discriminación y crueldad, en momentos en los que se requiere de toda la solidaridad, especialmente con las comunidades étnicas. La frase “Qu'ils mangent de la brioche” la pronuncia este funcionario en los siguientes términos: "Siempre van a ser unos miserables" que desafortunado ejemplo de indiferencia cargado además de discursos de odio.


La Monarquía de la Indiferencia Mata más que la Pandemia 


La indiferencia es el grado máximo del ensimismamiento, es un virus que genera insensibilidad frente a las problemáticas sociales, el principal malestar es la falta de empatía, que, además produce cierta alienación sistemática, para él o la indiferente, el otro o la otra no existe, como tampoco existe quién mata, quién muere, quién sufre, sólo existe el “YO”, el “ SÍ MISMO” y  un egoísmo interno que se propaga como la peor peste.


¿Cuántos feminicidios, crímenes de odio, asesinatos sistemáticos, suicidios, se podrían evitar si existiera menos indiferencia? Seguramente muchos, la capacidad de ponerse en el lugar del otro o la otra, empatizar con sus sentires y necesidades, reconocer y valorar la diferencia, tiene el poder de contrarrestar la violencia, la discriminación, la exclusión, los prejuicios sociales, la desigualdad y las muertes violentas. ¡Qué distinta sería nuestra sociedad sin la monarca nefasta!


Tristemente la monarquía de la indiferencia mata más que la pandemia porque además conlleva a la exacerbación de la violencia. Los dictadores y genocidas se alimentan de la indiferencia y se fortalecen en ella, continúan rampantes con sus crímenes de odio en gran parte por culpa de las y los indiferentes, que mientras  creen no sufrir “afectación” siempre tienden a pensar “esto no es conmigo, que hagan lo que quieran”. Por culpa de la indiferencia se estigmatizan las luchas sociales, se aumentan las brechas, se agudiza la inequidad, se reproducen los discursos de odio, se incrementa la violación de los Derechos Humanos y Derechos de las Mujeres. ¡La indiferencia mata y también duele!.  


Les duele a los amigos, amigas y familiares de las víctimas del conflicto armado, de las personas desaparecidas, de las  víctimas de feminicidio, de las personas que fueron y siguen siendo asesinadas solo por ejercer liderazgos sociales. Les duele a los y las ex combatientes que hoy sienten amenazada su vida por apostarle a la paz; también esa indiferencia social les duele a las personas que están sufriendo las consecuencias del confinamiento por causa de la pandemia. La indiferencia en realidad nos debería doler a todos y todas. 


Mientras subsista la Monarquía de la Indiferencia, seguirán vivos otros virus más letales que el Covid -19, como el ensimismamiento, los prejuicios, la intolerancia, la impunidad, la inequidad, la crueldad; la única cura posible es destituir a la monarca nefasta y entronar a la empatía como la nueva gobernante de nuestros sentimientos, pensamientos y acciones.


 ¡Abajo la Monarca Nefasta, que por fin caiga la Monarquía de la Indiferencia!



Ver: El discurso de los Derechos Humanos y la Equidad de Género en la “SOCIEDAD” DEL ENSIMISMAMIENTO: Una mirada crítica al mundo interior

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