Trabajadoras Sexuales Venezolanas en Colombia. ¿Mito o Realidad?

April 30, 2020
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1 de cada 3 trabajadoras sexuales en Colombia es venezolana y no hay duda que la migración de miles de venezolanos afectará las dinámicas del país.

Foto: Anticapitalisties


“Para los forasteros que llegaban sin amor, convirtieron la calle de las cariñosas matronas de Francia en un pueblo más extenso que el otro, y un miércoles de gloria llevaron un tren cargado de putas inverosímiles, hembras babilónicas adiestradas en recursos inmemoriales, y provistas de toda clase de ungüentos y dispositivos para estimular a los inermes, despabilar a los tímidos, saciar a los voraces, exaltar a los modestos, escarmentar a los múltiples y corregir a los solitarios.”
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Para tener claro los términos, por un lado, la explotación sexual según UNICEF, implica ganancia financiera para personas, estados y una industria multimillonaria, a partir del abuso de la sexualidad de mujeres, niñas o niños, y revocando sus derechos a la dignidad, la igualdad, la autonomía, y el bienestar mental y físico.

Por otro lado, la prostitución es una actividad que no es ilegal ni está penalizada en Colombia según la sentencia T-629 de 2010 de la Corte Constitucional, pero carece de los mismos derechos y beneficios que otro tipo de trabajo.

Ahora, la problemática de hoy en día no solo abarca a trabajadoras o personas explotadas sexualmente de nacionalidad colombiana sino también personas migrantes, en especial Venezolanas debido a la fuerte inmigración de personas del vecino país.

Según un informe del 2017 de la Secretaría Distrital de la Mujer y el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá, donde se entrevistaron a 2,758 personas que se dedican a la prostitución, el 37% de venezolanas inmigrantes son jóvenes de entre 18 y 25 años son trabajadoras sexuales. De la anterior cifra, el 54% terminó el bachillerato y 33% la universidad.

Violencia: otro estudio por el Observatorio de la Mujer y Género de Secretaría de la Mujer en 2017, extrae que las mujeres que ejercen prostitución, el 14,4% ha vivido violencia física por parte de los clientes, el 12,9% violencia sexual por parte de los clientes y al rededor del 30% de mujeres han vivido otro tipo de violencia por personas que las emplean o incluso abuso policial. Las cifras van más allá y nos demuestran que no es solo la cantidad de mujeres trabajando en este sector, sino es lo que implica trabajar en este mismo.

Salud Pública: ¿está Colombia preparada para penalizar la explotación sexual y regular un sistema de salud y laboral respecto a la prostitución?

Por ejemplo, Carlota Almeciga Romero, Directora de Gestión del Conocimiento de la Secretaría de la Mujer sostuvo que “más del 60% de mujeres venezolanas dedicadas a la prostitución no se encuentran afiliadas a un sistema de salud, de ellas, las afiliadas al régimen constitutivo no alcanzan a hacer ni el 33% y el 60% está en el régimen subsidiado”.

¿Será posible tener políticas públicas que regulen el trabajo sexual no solo de las personas nacidas en Colombia sino posibles migrantes? Seguramente, las trabajadoras sexuales originarias de otro país buscan bienestar y calidad de vida en Colombia que pocas garantías tiene incluso a sus nacionales.

No es cuestión de alarmarse por los mitos, porque es una realidad que muchas mujeres migrantes de Venezuela están ejerciendo la prostitución. Debemos recibir las nuevas dinámicas con propuestas y soluciones a un problema que ya existe en el país. Se puede pasar de una zona gris e intocable con políticas públicas eficientes en especial de salud pública.

Y que lo diga el relato de una venezolana en un artículo de Vice Colombia: "La vida me dio una vuelta 180. Eso fue hace cinco años y medio. El país ya estaba en crisis, yo también. Terminé putiando en un bar (acá: prostíbulo). Daban 120 mil bolívares por polvo. Ahora, si acaso, te pagan con una harina pan"

Además, es fundamental no fomentar la discriminación con motivo de raza, origen nacional, condición de salud, condición económica, orientación sexual o identidad de género.

Trabajadoras Sexuales Venezolanas en Colombia. ¿Mito o Realidad?

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November 30, 2018

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1 de cada 3 trabajadoras sexuales en Colombia es venezolana y no hay duda que la migración de miles de venezolanos afectará las dinámicas del país.

Foto: Anticapitalisties


“Para los forasteros que llegaban sin amor, convirtieron la calle de las cariñosas matronas de Francia en un pueblo más extenso que el otro, y un miércoles de gloria llevaron un tren cargado de putas inverosímiles, hembras babilónicas adiestradas en recursos inmemoriales, y provistas de toda clase de ungüentos y dispositivos para estimular a los inermes, despabilar a los tímidos, saciar a los voraces, exaltar a los modestos, escarmentar a los múltiples y corregir a los solitarios.”
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Para tener claro los términos, por un lado, la explotación sexual según UNICEF, implica ganancia financiera para personas, estados y una industria multimillonaria, a partir del abuso de la sexualidad de mujeres, niñas o niños, y revocando sus derechos a la dignidad, la igualdad, la autonomía, y el bienestar mental y físico.

Por otro lado, la prostitución es una actividad que no es ilegal ni está penalizada en Colombia según la sentencia T-629 de 2010 de la Corte Constitucional, pero carece de los mismos derechos y beneficios que otro tipo de trabajo.

Ahora, la problemática de hoy en día no solo abarca a trabajadoras o personas explotadas sexualmente de nacionalidad colombiana sino también personas migrantes, en especial Venezolanas debido a la fuerte inmigración de personas del vecino país.

Según un informe del 2017 de la Secretaría Distrital de la Mujer y el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá, donde se entrevistaron a 2,758 personas que se dedican a la prostitución, el 37% de venezolanas inmigrantes son jóvenes de entre 18 y 25 años son trabajadoras sexuales. De la anterior cifra, el 54% terminó el bachillerato y 33% la universidad.

Violencia: otro estudio por el Observatorio de la Mujer y Género de Secretaría de la Mujer en 2017, extrae que las mujeres que ejercen prostitución, el 14,4% ha vivido violencia física por parte de los clientes, el 12,9% violencia sexual por parte de los clientes y al rededor del 30% de mujeres han vivido otro tipo de violencia por personas que las emplean o incluso abuso policial. Las cifras van más allá y nos demuestran que no es solo la cantidad de mujeres trabajando en este sector, sino es lo que implica trabajar en este mismo.

Salud Pública: ¿está Colombia preparada para penalizar la explotación sexual y regular un sistema de salud y laboral respecto a la prostitución?

Por ejemplo, Carlota Almeciga Romero, Directora de Gestión del Conocimiento de la Secretaría de la Mujer sostuvo que “más del 60% de mujeres venezolanas dedicadas a la prostitución no se encuentran afiliadas a un sistema de salud, de ellas, las afiliadas al régimen constitutivo no alcanzan a hacer ni el 33% y el 60% está en el régimen subsidiado”.

¿Será posible tener políticas públicas que regulen el trabajo sexual no solo de las personas nacidas en Colombia sino posibles migrantes? Seguramente, las trabajadoras sexuales originarias de otro país buscan bienestar y calidad de vida en Colombia que pocas garantías tiene incluso a sus nacionales.

No es cuestión de alarmarse por los mitos, porque es una realidad que muchas mujeres migrantes de Venezuela están ejerciendo la prostitución. Debemos recibir las nuevas dinámicas con propuestas y soluciones a un problema que ya existe en el país. Se puede pasar de una zona gris e intocable con políticas públicas eficientes en especial de salud pública.

Y que lo diga el relato de una venezolana en un artículo de Vice Colombia: "La vida me dio una vuelta 180. Eso fue hace cinco años y medio. El país ya estaba en crisis, yo también. Terminé putiando en un bar (acá: prostíbulo). Daban 120 mil bolívares por polvo. Ahora, si acaso, te pagan con una harina pan"

Además, es fundamental no fomentar la discriminación con motivo de raza, origen nacional, condición de salud, condición económica, orientación sexual o identidad de género.

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