Una Mujer que Luchó por su Arte

March 17, 2021
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La artista colombiana, Diana Gómez, ha logrado recibir reconocimientos a nivel internacional por sus obras inspiradas tanto en su país materno como en sus experiencias durante la pandemia en Alemania, a pesar de las dificultades que se presentan en el mundo artístico como mujer.


Ser artista es difícil, pero ¿ser mujer artista? Eso es para valientes. Diana Gómez pasó su infancia pintando, gracias al impulso de su madre halló su creatividad por medio del arte y decidió que lo más acertado era convertirlo en su proyecto de vida. 25 años después de migrar de Colombia, sus obras han pasado a recibir reconocimientos espectaculares en su actual hogar en Alemania. Desde el 24 de octubre al 8 de noviembre, participó en el evento Kunst im Carrée, que consiste en una exposición de piezas seleccionadas de 81 artistas en diferentes locales y establecimientos en la ciudad de Köln, Alemania. 


Así mismo, durante los inicios de la pandemia, fue elegida con otras cuatro artistas mujeres (Karen Mülhwitz, Virginia Reiner, Maria Than, Claudia Vonstein) a exponer en el Internacionales Caritas-Zentrum como “el grupo de exposición a resaltar”. El tema de las expositoras trató de aquellos momentos felices que podían encontrarse aún en medio de la cuarentena, para suavizar los efectos del encierro e incertidumbre que se ha vivido en esta actualidad. Para esta exposición, Diana se inspiró en su rutina diaria de mirar por la ventana al parque Beethoven, momentos en los que reflexionaba respecto al tiovivo de emociones y cambios por el coronavirus y cómo el virus ha hecho que las cosas tan cotidianas, como la convivencia con la familia, se hayan alterado increíblemente.

Sin embargo, Diana no siempre tuvo la libertad de pintar lo que nacía de ella. A pesar de que su vida siempre fue llena de arte, Colombia no le ofrecía oportunidades para explotar su talento y que este fuese apreciado. Al proponerse estudiar Bellas Artes de joven, se enfrentó a una serie de críticas y obstaculizaciones que le desmotivaron de la idea, pues en un país donde reina el arte y la cultura, poco se reconocen los esfuerzos artísticos y aún menos los de una mujer artista. 


Se profesionalizó en diseño gráfico y tuvo la oportunidad de trabajar en grandes empresas, como Hogier Gartner & Cia en el diseño de tarjetas de crédito, en la Editorial Voluntad y creando aquellas tarjetas de regalo denominadas “credenciales”. Sin embargo, frente a prejuicios que se enfrentaba en estos espacios, no hallaba felicidad en realizar este tipo de trabajos, “para ingresar a cualquier trabajo, siempre me pedían una prueba de embarazo”, recordaba, “como si eso tuviese que ver con mi habilidad”. Frente a este tipo de comportamientos, cada vez más sentía desmotivación por crear.


A medida que pasó el tiempo, se vio con la oportunidad de migrar a España y construir su nueva vida allí. La migración, como a todo sudamericano, resultó complicada no sólo por ser una inmigrante sin los documentos adecuados, sino por ser mujer. Pues si ser creativo no es lo suficientemente mal apreciado en la actualidad, ser mujer creativa es aún más complicado. Se vio enfrentada a actitudes xenófobas con empleadores y colegas, pero también a un profundo sexismo en su medio. “Me pedían que creara las ilustraciones para pasársela a un colega macho que luego recibiría mayor pago que yo”, comenta la artista, “lo cual no tenía ningún sentido, porque era yo quien hacía la ilustración”.


Con su migración fuera del país, su progreso como artista fue más rápido de lo que jamás habría esperado. Diana pudo darse cuenta de que sus diseños y obras inspiradas en mujeres y mujeres afrocolombianas se apreciaban mucho más en España y Alemania que en el país que la inspiraba a crear este arte. 


“Lastimosamente en Colombia no se valora como aquí en Alemania”, cuenta Diana, “cuando aquí me halagaron, las primeras veces me asusté, porque yo no me valoraba tanto”. Es entonces cuando la vida le otorgó uno de los mayores aprendizajes que puede tener como mujer y como artista, el valorar su trabajo sin importar qué puedan opinar personas externas.


La artista desde su larga trayectoria ha reflexionado lo que es ser artista y mujer, a partir de las experiencias que la han formado. “Como mujeres y artistas, debemos aprender a decir ‘No’ ”, anuncia Diana, refiriéndose a aquellas experiencias en donde su trabajo ha sido poco valorizado por el hecho de que muchos no creen en sus capacidades como mujer.


Pues se ha tenido que enfrentar a la triste costumbre del menosprecio del trabajo de un artista, en donde su arte ha sido dirigido y alterado para cumplir con expectativas de un cliente y no con la esencia de quien crea la obra. Así mismo, ha tenido que luchar contra aquellas creencias limitantes que declaran que las mujeres deben bajar la cabeza ante el poco aprecio a su trabajo y las inequidades en comparación a sus colegas masculinos. 


Es muy cierto que, en la actualidad, el arte es categorizado como simple “contenido” que no es reconocido como una verdadera labor, sino como un pasatiempo que no merece una remuneración ni reconocimiento de valor. Es hora de que este tipo de perspectivas cambien, pues el arte es una parte esencial de nuestras vidas diarias de forma que sin él no mantendríamos nuestra sanidad en un mundo que se enfoca tanto en la producción económica. 


Diana señala la importancia de encontrar una individualidad y centro en lo que nos genera alegría personal. De manera que mantengamos una posición firme ante cualquier tipo de crítica no acertada e injusticia y, así mismo, que nada pueda disuadirnos de aquel proyecto de vida que nos impulsa día a día.  “Hoy en día, pinto lo que me produce inspiración, pinto para mí”, afirma la artista.



Una Mujer que Luchó por su Arte

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March 15, 2021

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La artista colombiana, Diana Gómez, ha logrado recibir reconocimientos a nivel internacional por sus obras inspiradas tanto en su país materno como en sus experiencias durante la pandemia en Alemania, a pesar de las dificultades que se presentan en el mundo artístico como mujer.


Ser artista es difícil, pero ¿ser mujer artista? Eso es para valientes. Diana Gómez pasó su infancia pintando, gracias al impulso de su madre halló su creatividad por medio del arte y decidió que lo más acertado era convertirlo en su proyecto de vida. 25 años después de migrar de Colombia, sus obras han pasado a recibir reconocimientos espectaculares en su actual hogar en Alemania. Desde el 24 de octubre al 8 de noviembre, participó en el evento Kunst im Carrée, que consiste en una exposición de piezas seleccionadas de 81 artistas en diferentes locales y establecimientos en la ciudad de Köln, Alemania. 


Así mismo, durante los inicios de la pandemia, fue elegida con otras cuatro artistas mujeres (Karen Mülhwitz, Virginia Reiner, Maria Than, Claudia Vonstein) a exponer en el Internacionales Caritas-Zentrum como “el grupo de exposición a resaltar”. El tema de las expositoras trató de aquellos momentos felices que podían encontrarse aún en medio de la cuarentena, para suavizar los efectos del encierro e incertidumbre que se ha vivido en esta actualidad. Para esta exposición, Diana se inspiró en su rutina diaria de mirar por la ventana al parque Beethoven, momentos en los que reflexionaba respecto al tiovivo de emociones y cambios por el coronavirus y cómo el virus ha hecho que las cosas tan cotidianas, como la convivencia con la familia, se hayan alterado increíblemente.

Sin embargo, Diana no siempre tuvo la libertad de pintar lo que nacía de ella. A pesar de que su vida siempre fue llena de arte, Colombia no le ofrecía oportunidades para explotar su talento y que este fuese apreciado. Al proponerse estudiar Bellas Artes de joven, se enfrentó a una serie de críticas y obstaculizaciones que le desmotivaron de la idea, pues en un país donde reina el arte y la cultura, poco se reconocen los esfuerzos artísticos y aún menos los de una mujer artista. 


Se profesionalizó en diseño gráfico y tuvo la oportunidad de trabajar en grandes empresas, como Hogier Gartner & Cia en el diseño de tarjetas de crédito, en la Editorial Voluntad y creando aquellas tarjetas de regalo denominadas “credenciales”. Sin embargo, frente a prejuicios que se enfrentaba en estos espacios, no hallaba felicidad en realizar este tipo de trabajos, “para ingresar a cualquier trabajo, siempre me pedían una prueba de embarazo”, recordaba, “como si eso tuviese que ver con mi habilidad”. Frente a este tipo de comportamientos, cada vez más sentía desmotivación por crear.


A medida que pasó el tiempo, se vio con la oportunidad de migrar a España y construir su nueva vida allí. La migración, como a todo sudamericano, resultó complicada no sólo por ser una inmigrante sin los documentos adecuados, sino por ser mujer. Pues si ser creativo no es lo suficientemente mal apreciado en la actualidad, ser mujer creativa es aún más complicado. Se vio enfrentada a actitudes xenófobas con empleadores y colegas, pero también a un profundo sexismo en su medio. “Me pedían que creara las ilustraciones para pasársela a un colega macho que luego recibiría mayor pago que yo”, comenta la artista, “lo cual no tenía ningún sentido, porque era yo quien hacía la ilustración”.


Con su migración fuera del país, su progreso como artista fue más rápido de lo que jamás habría esperado. Diana pudo darse cuenta de que sus diseños y obras inspiradas en mujeres y mujeres afrocolombianas se apreciaban mucho más en España y Alemania que en el país que la inspiraba a crear este arte. 


“Lastimosamente en Colombia no se valora como aquí en Alemania”, cuenta Diana, “cuando aquí me halagaron, las primeras veces me asusté, porque yo no me valoraba tanto”. Es entonces cuando la vida le otorgó uno de los mayores aprendizajes que puede tener como mujer y como artista, el valorar su trabajo sin importar qué puedan opinar personas externas.


La artista desde su larga trayectoria ha reflexionado lo que es ser artista y mujer, a partir de las experiencias que la han formado. “Como mujeres y artistas, debemos aprender a decir ‘No’ ”, anuncia Diana, refiriéndose a aquellas experiencias en donde su trabajo ha sido poco valorizado por el hecho de que muchos no creen en sus capacidades como mujer.


Pues se ha tenido que enfrentar a la triste costumbre del menosprecio del trabajo de un artista, en donde su arte ha sido dirigido y alterado para cumplir con expectativas de un cliente y no con la esencia de quien crea la obra. Así mismo, ha tenido que luchar contra aquellas creencias limitantes que declaran que las mujeres deben bajar la cabeza ante el poco aprecio a su trabajo y las inequidades en comparación a sus colegas masculinos. 


Es muy cierto que, en la actualidad, el arte es categorizado como simple “contenido” que no es reconocido como una verdadera labor, sino como un pasatiempo que no merece una remuneración ni reconocimiento de valor. Es hora de que este tipo de perspectivas cambien, pues el arte es una parte esencial de nuestras vidas diarias de forma que sin él no mantendríamos nuestra sanidad en un mundo que se enfoca tanto en la producción económica. 


Diana señala la importancia de encontrar una individualidad y centro en lo que nos genera alegría personal. De manera que mantengamos una posición firme ante cualquier tipo de crítica no acertada e injusticia y, así mismo, que nada pueda disuadirnos de aquel proyecto de vida que nos impulsa día a día.  “Hoy en día, pinto lo que me produce inspiración, pinto para mí”, afirma la artista.



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