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 Leila Issa on Unsplash

Está oscureciendo es 2012, mi trabajo está empezando, el frío de la noche roza mis piernas, quisiera irme, pero necesito dinero. 2017 Amanece, salgo a trabajar, vender arepa es mi pan de cada día. Mi santuario, mi esquina, ubicada debajo de la luna y del sol, rodeada de paredes con grafitis extraños, olores putrefactos, gente caminando de un lado a otro, vehículos pasando, colegas a mi lado, ahí es dónde trabajo.

Me llamo Doris, nací en 1977, tengo 40 años, no recuerdo mi infancia y tampoco a mis padres, he llegado a pensar que nunca los conocí. Hace 6 años vivo en esta ciudad indescifrable e inentendible. Tengo una hija, Tatiana; Ella es mi mundo, me da fuerzas para seguir con mi vida, es todo para mí, aunque a veces cuando la miro a sus ojos me pregunto quién será el padre de esta hermosa niña.

Cuando tenía 10 años soñaba con ser una exitosa enfermera, me gustaba mucho ayudar a las personas y sabía que por este medio podría hacer lo que en aquel momento me hacía feliz.

Viví en muchas casas de hogar, con personas difíciles de llevar, recordar esta etapa de mi vida me entristece bastante, debido que jamás tuve una familia, jamás compartí cenas con mis padres, no sé que es jugar en un parque, lo único que puedo recordar con claridad eran golpes de aquellos que se hacían llamar familia, de aquellos que me adoptaron solo porque recibían ayuda del gobierno, de aquellos donde su interés no era por mí, era por el dinero.

Lo único que podría agradecer a una de estas “familias”, fue que me permitieron recibir educación, pues no querían a una huérfana analfabeta. Logré aguantar tanto maltrato solo un par de años, pues mi mente, mi corazón y mi espíritu ya estaban desesperados. Intenté buscar parientes, algún familiar, pero jamás los encontré. 

Por muchos años viví con esa idea de poder tener una familia como las que mostraban en las películas, esas, donde todos se ven felices.

Habitar en la calle fue una de mis mejores opciones en ese momento, a pesar de qué estaba más sola que nunca de alguna u otra manera encontré paz, el frío, los puentes y mis pies descalzos eran mi mayor refugio. 

Además que no es sencillo sobrevivir allí afuera, es cómo estar en otro planeta, es un mundo para los “avispados”. Sin embargo, deambular por las calles no fue una mala experiencia, fue difícil, sí, pero fue mi hogar por muchos años. Los andenes de las avenidas, el pasto de los parques, la sombra de los árboles, los copos de algodón que me regalaban figuras abstractas que me permitían alejarme de mi realidad, además de los tesoros que encontraba en cada caneca ubicada en esta ciudad, fue mi familia, fue mi hogar por un par de años largos.

Aun así, durmiendo bajo la luna y las estrellas, me preguntaba una y otra vez porqué tenía que vivir así, ¿acaso mi vida está maldita?, me preguntaba, porque el mal está de mi lado, ¿Qué había hecho yo para merecer tal desprecio?, ya estaba cansada, tenía hambre, no sabía hacia donde ir, mis aspiraciones ya habían desaparecido. Mi corazón latía pero no estaba viva.

Recuerdo que conocí un chico que aún ronda en mi memoria, él era todo para mí, él se convirtió en un ángel que llega a sacarte de esas profundas y amargosas aguas, se convirtió en mi flotador, se convirtió en familia, confianza, ayuda, amor, en mi roca. 

Sin embargo su trato hacia mí nunca fue como yo algún día lo esperé. Su manera de enamorarme fue a punta de trilladas y típicas frases como, “Eres muy bonita, estoy enamorado de ti”, “nunca he conocido a alguien como tú”, “eres diferente” esas eran sus típicas frases que constantemente salían esa hermosa boquita, fueron esas palabras pronunciadas por él, las que me cegaron, las cuales mandaron en mi corazón y provocaron que ese órgano que manda en el amor se enamorará; Se enamorará de un corazón frío, sin sentimientos, pobre, oportunista, mentiroso, porqué eso era él, un imbécil, el mismísimo hijo del diablo, él nunca me quiso, nunca se interesó en ayudar, jamás le guste, sus intenciones no eran fueron buenas.

Llegue a ver un mundo que jamás pensé conocer, un mundo el cual nunca desee entender. Cuando era niña, me arrodillaba y le pedía a nuestro padre guía para nunca caer en malos pasos, para siempre tomar buenas decisiones, pero, insisto, tenía una maldición, porque allá donde jamás quise llegar fue donde la vida, el destino, no sé cómo llamarlo, me llevó.

Creo que fui la sumisa de este sujeto que abusó de mí en mil maneras y de mil formas, yo era su juguete, y lo triste fue nunca escape, por qué permití pasar por tanto sufrimiento, por qué fui tan estúpida, que me pasaba por mi cabeza, quisiera buscar culpables, quisiera decir que fui secuestrada, obligada, pero no fue así, aquí la triste y cruda realidad es que me enamoré, conocí el amor, estaba completamente llevada por sus escondidos encantos, y creí que con este hombre podría tener una vida perfecta. Tener hijos y un esposo, desafortunadamente eso nunca ocurrió, era un inalcanzable y estúpido sueño, él solo me ofrecía tortura, dolor, satisfacción ficticia y barata, y con mi cuerpo él trabajaba.

Me enfurece recordar todo el dolor que viví. Literalmente era violada por una manada de ratas y jamás tuve en mis manos al menos 200 pesos, la vida es injusta, injusta y muy difícil por eso mi escapatoria de mi realidad fueron esos polvos, polvos mágicos, pepas pequeñas y coloridas, que me transportaban a otro lugar y me regalaban un ratito de felicidad; La verdad no me siento orgullosa diciendo que llegue a consumir drogas y refugiarme en ellas, pero ahí encontré un medio fácil para olvidar mi vida de mierda. 

Eran los vestidos cortos, tacones altos y exorbitantes, un maquillaje mal hecho, una felicidad actuada y coqueteos obligados lo que me acompañaban todos los días.

Después de mucho tiempo, siento que fui atrapada por esa vida fácil, vi allí un medio sencillo para ganar dinero, por eso decidí salir de ese lugar y crear mi propia empresa, ahora era yo quien mandaba en mi cuerpo, yo era la jefa. La 19 se volvió uno de mis lugares más frecuentados, mi cuerpo era mi sustento, bailar, drogarme, exhibirme, coquetear, eran mis mejores armas en aquel entonces, ya no hacía esto por dolor ni por amor, solo quería dinero,

Sería mentirosa si dijera que no disfrutaba ese fácil pero difícil trabajo, tenía buena ropa, me daba buenos lujitos, arreglada siempre estaba, deseada era, sin embargo infeliz siempre fui. Sentía que mi alma ahí no pertenecía, yo no era así, eso no era lo quería para mí.

A veces pensaba en el estúpido ese, lo odiaba, enserio lo aborrecía, sin embargo, también lo amaba, él nunca lo supo, jamás se dio cuenta que a él le entregue mi corazón, mi vida. 

Nosotras las mujeres somos muy masoquistas, nos gustan los hombres rebeldes, los que no nos paran bolas, esos que nos usan, nos maltratan y cuando ya no les servimos a la basura nos mandan. Desde entonces no me he vuelto a enamorar, me da miedo y ya no quiero hacerlo.

Seguía preguntándome porqué tenía que vivir todo eso, deseaba tener una familia, deseaba morir y volver a nacer, muchas veces acudí al suicidio pero era muy cobarde para llegar hacerlo, además tenía una leve esperanza de que mi vida algún día tomaría un rumbo totalmente diferente, a veces pienso siento que mi camino hubiera sido distinto si en las calles aún siguiera. Será que todo esto es culpa de ese amor inalcanzable, fue por él que tiré mis sueños a la basura, la verdad ya no se ni que pensar.

Así fue mí recorrido por mucho tiempo, hasta que algo inesperado llegó a mí.

Un día normal en mi trabajo empecé a tener mareos, y unas ganas de vomitar aterradoras, todo lo que entraba por mi boca por ahí mismo salía, estaba asustada, creí que estaba a punto de morir, que hasta ahí mi desagradable existencia había llegado, era mi fin, eso pensé. 

Recuerdo que una de mis amigas me dijo que estaba embarazada, sus palabras me dejaron sorprendida y muy pensativa, igual lo ignoré, pues era poco probable, yo siempre les decía a mis clientes que usaran protección y así era, así que un embarazo imposible, continúe con mi travesía cómo si nada estuviera pasando, ignore esos síntomas molestos que me acompañaban todos los días.

Luego de un tiempo empecé a ver que los vestidos me estaban quedando muy apretados, me había engordado, mi panza estaba grande, la idea de un embarazo volvió a mente, decidí realizarme una prueba, tenía miedo, estaba asustada, no quería hijos.

Doris me tenía muy nerviosa, hablada con un suspenso, un drama que me obligaba concentrarme en ella, sentí que el rumbo de su vida por fin iba a cambiar.

La maldita prueba salió positiva, ¡mierda! estaba muy enojada, esa criatura me arruinaría mi vida, no sabía qué hacer, abortar era la única solución que yo veía viable, pero por más que lo intente, jamás pude hacerlo.

Pasaron 6 meses, y un amor muy raro empezó a brotar por mi cuerpo, mis manos acariciaban mi enorme barriga, de mí salían susurros llenos de amor hacía esa criatura, me sentía feliz y no entendía el porqué, estaba emocionada, y seguía asustada, la idea de abortar se desvaneció, se borró de mi mente, ahora solo pensaba en ese bebé, en la vida que yo tenía que brindarle, ya no quería seguir trabajando en ese lugar, de alguna u otra manera esa criatura que estaba en mi barriga hizo que sentara cabeza y reaccionará a ese estilo de vida en el cual estaba metida. 

Por eso decidí salir de allí y ser libre, busqué despojarme de esas ataduras, alejarme de esa vida y llegué a pensar que Dios puso un ángel en mi camino, por fin le llegaron mis oraciones a él, aquí comenzaría una nueva etapa, la que siempre soñé, este bebé es el fin a esa irritante vida, soy feliz, pensaba, ahora digo, sí, por fin soy feliz

La serotonina embadurno mi cuerpo, una sonrisa se formó en mi rostro. Un pasado duro, una infancia complicada, una juventud  y adultez difícil, fue lo que esta mujer vivió. Todos esos factores la formaron y la convirtieron en el ser quién ahora es y fue su hija, Tatiana, un ángel como lo dice ella, que llegó a iluminar sus ojos y le regalo esa felicidad que Doris por mucho tiempo buscó.

Admito que no ha sido fácil esta nueva vida y oportunidad que Dios me ha regalado, he tenido que luchar muy duro por mi hija y por mí, vivo en una casa pequeña muy acogedora, no tengo muchas cosas, una cama, un viejo televisor, dos platos, un par de tenedores, una nevera, y un lavadero son mis nuevos refugios, nada lujoso, lo sé, pero lo suficiente para ser más que feliz,

Todo esto lo he logrado con mi nuevo trabajo, una labor que requiere esfuerzo, dedicación y buena sazón, un lindo puesto de comida que me acompaña todos los días, es ahí donde vendo mi arepa.


Vendiendo Mi Arepa

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September 15, 2021

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Está oscureciendo es 2012, mi trabajo está empezando, el frío de la noche roza mis piernas, quisiera irme, pero necesito dinero. 2017 Amanece, salgo a trabajar, vender arepa es mi pan de cada día. Mi santuario, mi esquina, ubicada debajo de la luna y del sol, rodeada de paredes con grafitis extraños, olores putrefactos, gente caminando de un lado a otro, vehículos pasando, colegas a mi lado, ahí es dónde trabajo.

Me llamo Doris, nací en 1977, tengo 40 años, no recuerdo mi infancia y tampoco a mis padres, he llegado a pensar que nunca los conocí. Hace 6 años vivo en esta ciudad indescifrable e inentendible. Tengo una hija, Tatiana; Ella es mi mundo, me da fuerzas para seguir con mi vida, es todo para mí, aunque a veces cuando la miro a sus ojos me pregunto quién será el padre de esta hermosa niña.

Cuando tenía 10 años soñaba con ser una exitosa enfermera, me gustaba mucho ayudar a las personas y sabía que por este medio podría hacer lo que en aquel momento me hacía feliz.

Viví en muchas casas de hogar, con personas difíciles de llevar, recordar esta etapa de mi vida me entristece bastante, debido que jamás tuve una familia, jamás compartí cenas con mis padres, no sé que es jugar en un parque, lo único que puedo recordar con claridad eran golpes de aquellos que se hacían llamar familia, de aquellos que me adoptaron solo porque recibían ayuda del gobierno, de aquellos donde su interés no era por mí, era por el dinero.

Lo único que podría agradecer a una de estas “familias”, fue que me permitieron recibir educación, pues no querían a una huérfana analfabeta. Logré aguantar tanto maltrato solo un par de años, pues mi mente, mi corazón y mi espíritu ya estaban desesperados. Intenté buscar parientes, algún familiar, pero jamás los encontré. 

Por muchos años viví con esa idea de poder tener una familia como las que mostraban en las películas, esas, donde todos se ven felices.

Habitar en la calle fue una de mis mejores opciones en ese momento, a pesar de qué estaba más sola que nunca de alguna u otra manera encontré paz, el frío, los puentes y mis pies descalzos eran mi mayor refugio. 

Además que no es sencillo sobrevivir allí afuera, es cómo estar en otro planeta, es un mundo para los “avispados”. Sin embargo, deambular por las calles no fue una mala experiencia, fue difícil, sí, pero fue mi hogar por muchos años. Los andenes de las avenidas, el pasto de los parques, la sombra de los árboles, los copos de algodón que me regalaban figuras abstractas que me permitían alejarme de mi realidad, además de los tesoros que encontraba en cada caneca ubicada en esta ciudad, fue mi familia, fue mi hogar por un par de años largos.

Aun así, durmiendo bajo la luna y las estrellas, me preguntaba una y otra vez porqué tenía que vivir así, ¿acaso mi vida está maldita?, me preguntaba, porque el mal está de mi lado, ¿Qué había hecho yo para merecer tal desprecio?, ya estaba cansada, tenía hambre, no sabía hacia donde ir, mis aspiraciones ya habían desaparecido. Mi corazón latía pero no estaba viva.

Recuerdo que conocí un chico que aún ronda en mi memoria, él era todo para mí, él se convirtió en un ángel que llega a sacarte de esas profundas y amargosas aguas, se convirtió en mi flotador, se convirtió en familia, confianza, ayuda, amor, en mi roca. 

Sin embargo su trato hacia mí nunca fue como yo algún día lo esperé. Su manera de enamorarme fue a punta de trilladas y típicas frases como, “Eres muy bonita, estoy enamorado de ti”, “nunca he conocido a alguien como tú”, “eres diferente” esas eran sus típicas frases que constantemente salían esa hermosa boquita, fueron esas palabras pronunciadas por él, las que me cegaron, las cuales mandaron en mi corazón y provocaron que ese órgano que manda en el amor se enamorará; Se enamorará de un corazón frío, sin sentimientos, pobre, oportunista, mentiroso, porqué eso era él, un imbécil, el mismísimo hijo del diablo, él nunca me quiso, nunca se interesó en ayudar, jamás le guste, sus intenciones no eran fueron buenas.

Llegue a ver un mundo que jamás pensé conocer, un mundo el cual nunca desee entender. Cuando era niña, me arrodillaba y le pedía a nuestro padre guía para nunca caer en malos pasos, para siempre tomar buenas decisiones, pero, insisto, tenía una maldición, porque allá donde jamás quise llegar fue donde la vida, el destino, no sé cómo llamarlo, me llevó.

Creo que fui la sumisa de este sujeto que abusó de mí en mil maneras y de mil formas, yo era su juguete, y lo triste fue nunca escape, por qué permití pasar por tanto sufrimiento, por qué fui tan estúpida, que me pasaba por mi cabeza, quisiera buscar culpables, quisiera decir que fui secuestrada, obligada, pero no fue así, aquí la triste y cruda realidad es que me enamoré, conocí el amor, estaba completamente llevada por sus escondidos encantos, y creí que con este hombre podría tener una vida perfecta. Tener hijos y un esposo, desafortunadamente eso nunca ocurrió, era un inalcanzable y estúpido sueño, él solo me ofrecía tortura, dolor, satisfacción ficticia y barata, y con mi cuerpo él trabajaba.

Me enfurece recordar todo el dolor que viví. Literalmente era violada por una manada de ratas y jamás tuve en mis manos al menos 200 pesos, la vida es injusta, injusta y muy difícil por eso mi escapatoria de mi realidad fueron esos polvos, polvos mágicos, pepas pequeñas y coloridas, que me transportaban a otro lugar y me regalaban un ratito de felicidad; La verdad no me siento orgullosa diciendo que llegue a consumir drogas y refugiarme en ellas, pero ahí encontré un medio fácil para olvidar mi vida de mierda. 

Eran los vestidos cortos, tacones altos y exorbitantes, un maquillaje mal hecho, una felicidad actuada y coqueteos obligados lo que me acompañaban todos los días.

Después de mucho tiempo, siento que fui atrapada por esa vida fácil, vi allí un medio sencillo para ganar dinero, por eso decidí salir de ese lugar y crear mi propia empresa, ahora era yo quien mandaba en mi cuerpo, yo era la jefa. La 19 se volvió uno de mis lugares más frecuentados, mi cuerpo era mi sustento, bailar, drogarme, exhibirme, coquetear, eran mis mejores armas en aquel entonces, ya no hacía esto por dolor ni por amor, solo quería dinero,

Sería mentirosa si dijera que no disfrutaba ese fácil pero difícil trabajo, tenía buena ropa, me daba buenos lujitos, arreglada siempre estaba, deseada era, sin embargo infeliz siempre fui. Sentía que mi alma ahí no pertenecía, yo no era así, eso no era lo quería para mí.

A veces pensaba en el estúpido ese, lo odiaba, enserio lo aborrecía, sin embargo, también lo amaba, él nunca lo supo, jamás se dio cuenta que a él le entregue mi corazón, mi vida. 

Nosotras las mujeres somos muy masoquistas, nos gustan los hombres rebeldes, los que no nos paran bolas, esos que nos usan, nos maltratan y cuando ya no les servimos a la basura nos mandan. Desde entonces no me he vuelto a enamorar, me da miedo y ya no quiero hacerlo.

Seguía preguntándome porqué tenía que vivir todo eso, deseaba tener una familia, deseaba morir y volver a nacer, muchas veces acudí al suicidio pero era muy cobarde para llegar hacerlo, además tenía una leve esperanza de que mi vida algún día tomaría un rumbo totalmente diferente, a veces pienso siento que mi camino hubiera sido distinto si en las calles aún siguiera. Será que todo esto es culpa de ese amor inalcanzable, fue por él que tiré mis sueños a la basura, la verdad ya no se ni que pensar.

Así fue mí recorrido por mucho tiempo, hasta que algo inesperado llegó a mí.

Un día normal en mi trabajo empecé a tener mareos, y unas ganas de vomitar aterradoras, todo lo que entraba por mi boca por ahí mismo salía, estaba asustada, creí que estaba a punto de morir, que hasta ahí mi desagradable existencia había llegado, era mi fin, eso pensé. 

Recuerdo que una de mis amigas me dijo que estaba embarazada, sus palabras me dejaron sorprendida y muy pensativa, igual lo ignoré, pues era poco probable, yo siempre les decía a mis clientes que usaran protección y así era, así que un embarazo imposible, continúe con mi travesía cómo si nada estuviera pasando, ignore esos síntomas molestos que me acompañaban todos los días.

Luego de un tiempo empecé a ver que los vestidos me estaban quedando muy apretados, me había engordado, mi panza estaba grande, la idea de un embarazo volvió a mente, decidí realizarme una prueba, tenía miedo, estaba asustada, no quería hijos.

Doris me tenía muy nerviosa, hablada con un suspenso, un drama que me obligaba concentrarme en ella, sentí que el rumbo de su vida por fin iba a cambiar.

La maldita prueba salió positiva, ¡mierda! estaba muy enojada, esa criatura me arruinaría mi vida, no sabía qué hacer, abortar era la única solución que yo veía viable, pero por más que lo intente, jamás pude hacerlo.

Pasaron 6 meses, y un amor muy raro empezó a brotar por mi cuerpo, mis manos acariciaban mi enorme barriga, de mí salían susurros llenos de amor hacía esa criatura, me sentía feliz y no entendía el porqué, estaba emocionada, y seguía asustada, la idea de abortar se desvaneció, se borró de mi mente, ahora solo pensaba en ese bebé, en la vida que yo tenía que brindarle, ya no quería seguir trabajando en ese lugar, de alguna u otra manera esa criatura que estaba en mi barriga hizo que sentara cabeza y reaccionará a ese estilo de vida en el cual estaba metida. 

Por eso decidí salir de allí y ser libre, busqué despojarme de esas ataduras, alejarme de esa vida y llegué a pensar que Dios puso un ángel en mi camino, por fin le llegaron mis oraciones a él, aquí comenzaría una nueva etapa, la que siempre soñé, este bebé es el fin a esa irritante vida, soy feliz, pensaba, ahora digo, sí, por fin soy feliz

La serotonina embadurno mi cuerpo, una sonrisa se formó en mi rostro. Un pasado duro, una infancia complicada, una juventud  y adultez difícil, fue lo que esta mujer vivió. Todos esos factores la formaron y la convirtieron en el ser quién ahora es y fue su hija, Tatiana, un ángel como lo dice ella, que llegó a iluminar sus ojos y le regalo esa felicidad que Doris por mucho tiempo buscó.

Admito que no ha sido fácil esta nueva vida y oportunidad que Dios me ha regalado, he tenido que luchar muy duro por mi hija y por mí, vivo en una casa pequeña muy acogedora, no tengo muchas cosas, una cama, un viejo televisor, dos platos, un par de tenedores, una nevera, y un lavadero son mis nuevos refugios, nada lujoso, lo sé, pero lo suficiente para ser más que feliz,

Todo esto lo he logrado con mi nuevo trabajo, una labor que requiere esfuerzo, dedicación y buena sazón, un lindo puesto de comida que me acompaña todos los días, es ahí donde vendo mi arepa.


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