No items found.
Foto de Emma Bauso

Tengo dos hijas y un hijo. Mi hija menor me corrige siempre que hablo de "Los niños", ella no se siente identificada con la frase y entonces me pregunta: ¿y las niñas, mami? , a lo que le respondo: Claro, y las niñas.

Sé de este gran movimiento que promueve el lenguaje inclusivo y lo resistentes que nos ponemos algunos,  quizás porque nos cuesta cambiar las reglas que  nos enseñaron. Hay quienes describen esta tendencia como una forma terrible de usar el lenguaje cuando lo editan y modifican con la X o con la E ,  por ejemplo. Mi realidad es que en un sentido obvio,  cuando se está aprendiendo a hablar, se hace evidente lo sutil de hacerlo casi siempre en masculino, excluyendo el femenino. En este sentido dejo de lado cualquier posible discurso subjetivo o cátedra sobre cómo usar o no el idioma, mi realidad es que mi hija desde que tiene tres años me ha mostrado que cuando no hablo de “las niñas” entonces ella no se siente incluida.

Me he propuesto criar a mis hijos con esta posibilidad de igualdad en la que creo, no es una idea que viene de afuera, que es documentada y tiene todas las respuestas,  es más bien una sensación que se alimenta desde adentro de mi existir y que con algunas ideas feministas, he reafirmado como elecciones en mi forma de vivir y criar a mis hijos. En este camino he transitado innumerables sutilezas que hay sobre los roles de la mujer y del hombre sin mayor justificación más que un machismo postergado, en el que todos los géneros hemos participado y perpetuado;  por miedo, vergüenza e ignorancia.

Poner atención para pillarme tantas acciones y contenidos machistas y normalizados me ha costado trabajo, sin embargo en la crianza se han revelado con más facilidad, no solo por lo que elijo mostrarles a mis hijos sino especialmente por cómo compartimos esta responsabilidad entre su papá y yo,  y todo lo que nos ha costado encontrarnos y desmitificar tantas ideas sobre lo que debe ser un hombre y una mujer de familia.

Mi esfuerzo se ha manifestado en:

  1. Quitar expectativas de lo que considero es “el cómo” hacer las cosas.
  2. No subestimar las capacidades de ningún hombre.
  3. Prestar atención en qué se nos facilita a cada uno.
  4. Reconocer que a pesar de que a mí me quedan más fácil algunas “tareas”,  no significa que me tenga que hacer cargo de ellas.
  5. Darme cuenta de que hay unas “tareas” para las que efectivamente mi cuerpo y sensibilidad están más dispuestos, naturalmente. Aceptarlo sin recriminación.
  6. Recordar que siempre puedo elegir.

Ese camino ha sido largo, llevamos casi 14 años criando hijos  y aún nos encontramos en situaciones que nos replanteamos una y otra vez hasta encontrarnos. Confiar ha sido fundamental, en nosotros y en los niños.

Con los niños he sido muy enfática en dos cosas:

  1. Un no, es un no;  un no sé, es un no;  un silencio,  es un no y solo un sí,  es un sí.
  2. Todo lo que quieran ser, lo pueden ser;  la libertad es elegir qué ser/hacer, no es ser/hacer todo. Y la libertad viene con la responsabilidad de la mano.

En esas dos "reglas" hay espacio para los dos géneros, no hay unas para mi hijo y otras para mis hijas, quizás enfatizo algunas veces, pero me aseguro que funcione para todos. Tener hijos de los dos géneros me ha abierto la posibilidad de no hacer estas diferenciaciones e incluirlos sobre cómo nos relacionamos en una sociedad aún machista, entendiendo que para que los cambios sean una realidad necesitamos de hombres y mujeres con intenciones de transformación.

Ver a mis hijos, estar presente, confiar en ellos, en la información que les viene de adentro es también una manera de no adoctrinarlos permanentemente en discursos feministas que algunas veces encuentro violentos con las nuevas generaciones de hombres como mi hijo,  que desde que nació carga con la responsabilidad de una violencia que otros ejercieron, al parecer, también en su nombre.  

En casa hablamos mucho de las elecciones, como la mejor explicación de la libertad, discutimos sobre cómo ellas siempre están a nuestra disposición;  se manifiestan a través de las ideas, pensamientos y posibilidades. Elegir un camino u otro trae responsabilidades también, entonces conocerlas y saber de sus consecuencias,  nos permite elegir informados. Así la equidad de género se resume en casa como la posibilidad de elegir libremente sin importar el género.

La comunicación ha sido determinante para modelar la igualdad, y no me refiero a un lenguaje inclusivo,  hago referencia a la manera de cuestionarnos y de expresarnos sobre los demás y el entorno. Identificar los chistes machistas que nos rodean, conversar sobre la pornografía y  la dignificación de la mujer; negociar  los derechos y beneficios que unos tienen sobre los otros, han sido parte de nuestro camino. Sin embargo, definitivamente lo que más nos ilustra,  es un papá, curioso, abierto y dispuesto a explorar nuevas formas de masculinidad; que admira, respeta y ama en libertad a todos los que lo acompañan en su vida, que confía en la información que viene de sus tripas y le confirman un camino poco explorado por los hombres, el que con valentía,  atraviesa de la mano de mis hijas e hijo, que están viendo de primera mano esta nueva manera de encontrarnos los hombres y las mujeres; con la consciencia de que el camino se debe seguir andando.

Galería

No items found.
Foto de Emma Bauso

Tengo dos hijas y un hijo. Mi hija menor me corrige siempre que hablo de "Los niños", ella no se siente identificada con la frase y entonces me pregunta: ¿y las niñas, mami? , a lo que le respondo: Claro, y las niñas.

Sé de este gran movimiento que promueve el lenguaje inclusivo y lo resistentes que nos ponemos algunos,  quizás porque nos cuesta cambiar las reglas que  nos enseñaron. Hay quienes describen esta tendencia como una forma terrible de usar el lenguaje cuando lo editan y modifican con la X o con la E ,  por ejemplo. Mi realidad es que en un sentido obvio,  cuando se está aprendiendo a hablar, se hace evidente lo sutil de hacerlo casi siempre en masculino, excluyendo el femenino. En este sentido dejo de lado cualquier posible discurso subjetivo o cátedra sobre cómo usar o no el idioma, mi realidad es que mi hija desde que tiene tres años me ha mostrado que cuando no hablo de “las niñas” entonces ella no se siente incluida.

Me he propuesto criar a mis hijos con esta posibilidad de igualdad en la que creo, no es una idea que viene de afuera, que es documentada y tiene todas las respuestas,  es más bien una sensación que se alimenta desde adentro de mi existir y que con algunas ideas feministas, he reafirmado como elecciones en mi forma de vivir y criar a mis hijos. En este camino he transitado innumerables sutilezas que hay sobre los roles de la mujer y del hombre sin mayor justificación más que un machismo postergado, en el que todos los géneros hemos participado y perpetuado;  por miedo, vergüenza e ignorancia.

Poner atención para pillarme tantas acciones y contenidos machistas y normalizados me ha costado trabajo, sin embargo en la crianza se han revelado con más facilidad, no solo por lo que elijo mostrarles a mis hijos sino especialmente por cómo compartimos esta responsabilidad entre su papá y yo,  y todo lo que nos ha costado encontrarnos y desmitificar tantas ideas sobre lo que debe ser un hombre y una mujer de familia.

Mi esfuerzo se ha manifestado en:

  1. Quitar expectativas de lo que considero es “el cómo” hacer las cosas.
  2. No subestimar las capacidades de ningún hombre.
  3. Prestar atención en qué se nos facilita a cada uno.
  4. Reconocer que a pesar de que a mí me quedan más fácil algunas “tareas”,  no significa que me tenga que hacer cargo de ellas.
  5. Darme cuenta de que hay unas “tareas” para las que efectivamente mi cuerpo y sensibilidad están más dispuestos, naturalmente. Aceptarlo sin recriminación.
  6. Recordar que siempre puedo elegir.

Ese camino ha sido largo, llevamos casi 14 años criando hijos  y aún nos encontramos en situaciones que nos replanteamos una y otra vez hasta encontrarnos. Confiar ha sido fundamental, en nosotros y en los niños.

Con los niños he sido muy enfática en dos cosas:

  1. Un no, es un no;  un no sé, es un no;  un silencio,  es un no y solo un sí,  es un sí.
  2. Todo lo que quieran ser, lo pueden ser;  la libertad es elegir qué ser/hacer, no es ser/hacer todo. Y la libertad viene con la responsabilidad de la mano.

En esas dos "reglas" hay espacio para los dos géneros, no hay unas para mi hijo y otras para mis hijas, quizás enfatizo algunas veces, pero me aseguro que funcione para todos. Tener hijos de los dos géneros me ha abierto la posibilidad de no hacer estas diferenciaciones e incluirlos sobre cómo nos relacionamos en una sociedad aún machista, entendiendo que para que los cambios sean una realidad necesitamos de hombres y mujeres con intenciones de transformación.

Ver a mis hijos, estar presente, confiar en ellos, en la información que les viene de adentro es también una manera de no adoctrinarlos permanentemente en discursos feministas que algunas veces encuentro violentos con las nuevas generaciones de hombres como mi hijo,  que desde que nació carga con la responsabilidad de una violencia que otros ejercieron, al parecer, también en su nombre.  

En casa hablamos mucho de las elecciones, como la mejor explicación de la libertad, discutimos sobre cómo ellas siempre están a nuestra disposición;  se manifiestan a través de las ideas, pensamientos y posibilidades. Elegir un camino u otro trae responsabilidades también, entonces conocerlas y saber de sus consecuencias,  nos permite elegir informados. Así la equidad de género se resume en casa como la posibilidad de elegir libremente sin importar el género.

La comunicación ha sido determinante para modelar la igualdad, y no me refiero a un lenguaje inclusivo,  hago referencia a la manera de cuestionarnos y de expresarnos sobre los demás y el entorno. Identificar los chistes machistas que nos rodean, conversar sobre la pornografía y  la dignificación de la mujer; negociar  los derechos y beneficios que unos tienen sobre los otros, han sido parte de nuestro camino. Sin embargo, definitivamente lo que más nos ilustra,  es un papá, curioso, abierto y dispuesto a explorar nuevas formas de masculinidad; que admira, respeta y ama en libertad a todos los que lo acompañan en su vida, que confía en la información que viene de sus tripas y le confirman un camino poco explorado por los hombres, el que con valentía,  atraviesa de la mano de mis hijas e hijo, que están viendo de primera mano esta nueva manera de encontrarnos los hombres y las mujeres; con la consciencia de que el camino se debe seguir andando.

Prohibida su reproducción parcial o total, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su autor y Revista Level.

COPYRIGHT © RevistaLevel.com.co

Arriba