El Llamado a la Seguridad Alimentaria

April 15, 2020
Columna
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Imagen: Pixaby

Sin duda la coyuntura mundial y nacional hace un llamado a la importancia de garantizar la seguridad alimentaria para toda la población y en especial para los más vulnerables. En este sentido, es necesario mirar cómo este derecho es protegido en nuestro país y qué implicaciones tiene. 

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “El derecho a los alimentos no significa que el Estado tenga la obligación de distribuir alimentos a todos sus ciudadanos. Pero supone la obligación de respetar el derecho a los alimentos al no interferir con los esfuerzos del individuo por ganarse el sustento".

Se reconoce en general que el hambre constituye una violación contra la dignidad humana y un obstáculo para el progreso social, político y económico. Una serie de países han consagrado en sus constituciones el derecho a los alimentos como Colombia (Artículo 44 Constitución Política) y esto, hay que resaltarlo. Sin embargo, ningún país ha adoptado una legislación nacional para el cumplimiento específico de este derecho.

Ahora bien, no solo es proclamar un derecho la seguridad alimentaria, es garantizar que la producción, comercialización y venta de los alimentos sea equitativa, llegue a todo el territorio nacional y esté protegida por las medidas sanitarias. 

Imagen: FAO

Atención a la población vulnerable en casos de urgencia

En las urgencias extremas, es obligación del Estado la distribución alimentos. Para satisfacer las necesidades de los más vulnerables, los gobiernos pueden emitir cupones para alimentos, hacer donaciones en efectivo,  instituir programas de alimentos por trabajo o aumentar la producción de alimentos de manera más constante. 

Además, garantizar los alimentos a los niños será lo más importante y esencial en el estado de emergencia.   Según el “plato de Harvard” diagrama que las proporciones de los alimentos verdes debe ser la mitad del menú, otro 25 por ciento proteína y el otro cuarto restante grano integral o harina. Para el caso de los menores, es fundamental no estar donando u otorgando alimentos que puedan exceder los productos ultraprocesados. El agua es otro factor importante en la nutrición de los niños y sumado a una buena alimentación, se les garantiza un buen estado de salud. 

Inclusive, se debe prestar atención a que la producción y comercialización de alimentos no solo se mantenga durante la crisis, sino después. Muchos países que ya sufren de hambre y escasez de alimentos, con el COVID-19 se verán mucho más afectados. Por ejemplo, África, tiene actualmente más de 256 millones de hambrientos, según el último recuento de Naciones Unidas, con una crisis mundial como la que estamos viviendo, la desnutrición en niños puede ser letal. 

Por otro lado, ¿Es nuestra alimentación amigable con el medio ambiente?

De acuerdo a un informe publicado en 2019 en la revista científica The Lancet, alerta que: “nuestra forma de comer no es nutricionalmente óptima; contribuye al cambio climático y acelera la pérdida de biodiversidad”. Lo anterior, está sustentado en cifras: casi un tercio de las emisiones de gases invernadero están relacionadas con la alimentación, la agricultura intensiva es la primera causa de deforestación del Amazonas. Una buena alimentación refleja lo que un ser humano puede llegar a cuidarse; pero también de cómo trata al planeta. 

Además, en un informe de la FAO llamado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018” se hace un llamado urgente a acelerar la acción y ampliar las escalas para reforzar la resiliencia y la capacidad de adaptación al cambio climático.

Por lo anterior, es necesario que el Estado no solo garantice la seguridad alimentaria sino que los procesos sean ambientalmente sostenibles con el planeta, que las cadenas de producción sean transparentes y los intermediarios no se aprovechen de los campesinos productores de alimentos. Tanto los gobiernos nacionales como locales pueden utilizar como guías las plataformas normativas mundiales los procesos existentes en los que la resiliencia al clima es un elemento importante: cambio climático (que se rige por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático [CMNUCC] y el Acuerdo de París de 2015).

Hablar de la protección y seguridad alimentaria desencadena muchos análisis y factores como el estado de nutrición de los niños, la salud de los ciudadanos o la garantía de la producción y comercialización de los alimentos en un país. Colombia no está mal, ya que protege el derecho a la alimentación y hasta el momento se ha dicho que contamos con suficiente abastecimiento. 

Sin embargo, es necesario que en casa y desde lo individual pensemos en construir colectivamente una cadena alimenticia más sostenible y transparente para todos, reciclar, reusar y reducir. 

El Llamado a la Seguridad Alimentaria

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Sin duda la coyuntura mundial y nacional hace un llamado a la importancia de garantizar la seguridad alimentaria para toda la población y en especial para los más vulnerables. En este sentido, es necesario mirar cómo este derecho es protegido en nuestro país y qué implicaciones tiene. 

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “El derecho a los alimentos no significa que el Estado tenga la obligación de distribuir alimentos a todos sus ciudadanos. Pero supone la obligación de respetar el derecho a los alimentos al no interferir con los esfuerzos del individuo por ganarse el sustento".

Se reconoce en general que el hambre constituye una violación contra la dignidad humana y un obstáculo para el progreso social, político y económico. Una serie de países han consagrado en sus constituciones el derecho a los alimentos como Colombia (Artículo 44 Constitución Política) y esto, hay que resaltarlo. Sin embargo, ningún país ha adoptado una legislación nacional para el cumplimiento específico de este derecho.

Ahora bien, no solo es proclamar un derecho la seguridad alimentaria, es garantizar que la producción, comercialización y venta de los alimentos sea equitativa, llegue a todo el territorio nacional y esté protegida por las medidas sanitarias. 

Imagen: FAO

Atención a la población vulnerable en casos de urgencia

En las urgencias extremas, es obligación del Estado la distribución alimentos. Para satisfacer las necesidades de los más vulnerables, los gobiernos pueden emitir cupones para alimentos, hacer donaciones en efectivo,  instituir programas de alimentos por trabajo o aumentar la producción de alimentos de manera más constante. 

Además, garantizar los alimentos a los niños será lo más importante y esencial en el estado de emergencia.   Según el “plato de Harvard” diagrama que las proporciones de los alimentos verdes debe ser la mitad del menú, otro 25 por ciento proteína y el otro cuarto restante grano integral o harina. Para el caso de los menores, es fundamental no estar donando u otorgando alimentos que puedan exceder los productos ultraprocesados. El agua es otro factor importante en la nutrición de los niños y sumado a una buena alimentación, se les garantiza un buen estado de salud. 

Inclusive, se debe prestar atención a que la producción y comercialización de alimentos no solo se mantenga durante la crisis, sino después. Muchos países que ya sufren de hambre y escasez de alimentos, con el COVID-19 se verán mucho más afectados. Por ejemplo, África, tiene actualmente más de 256 millones de hambrientos, según el último recuento de Naciones Unidas, con una crisis mundial como la que estamos viviendo, la desnutrición en niños puede ser letal. 

Por otro lado, ¿Es nuestra alimentación amigable con el medio ambiente?

De acuerdo a un informe publicado en 2019 en la revista científica The Lancet, alerta que: “nuestra forma de comer no es nutricionalmente óptima; contribuye al cambio climático y acelera la pérdida de biodiversidad”. Lo anterior, está sustentado en cifras: casi un tercio de las emisiones de gases invernadero están relacionadas con la alimentación, la agricultura intensiva es la primera causa de deforestación del Amazonas. Una buena alimentación refleja lo que un ser humano puede llegar a cuidarse; pero también de cómo trata al planeta. 

Además, en un informe de la FAO llamado “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018” se hace un llamado urgente a acelerar la acción y ampliar las escalas para reforzar la resiliencia y la capacidad de adaptación al cambio climático.

Por lo anterior, es necesario que el Estado no solo garantice la seguridad alimentaria sino que los procesos sean ambientalmente sostenibles con el planeta, que las cadenas de producción sean transparentes y los intermediarios no se aprovechen de los campesinos productores de alimentos. Tanto los gobiernos nacionales como locales pueden utilizar como guías las plataformas normativas mundiales los procesos existentes en los que la resiliencia al clima es un elemento importante: cambio climático (que se rige por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático [CMNUCC] y el Acuerdo de París de 2015).

Hablar de la protección y seguridad alimentaria desencadena muchos análisis y factores como el estado de nutrición de los niños, la salud de los ciudadanos o la garantía de la producción y comercialización de los alimentos en un país. Colombia no está mal, ya que protege el derecho a la alimentación y hasta el momento se ha dicho que contamos con suficiente abastecimiento. 

Sin embargo, es necesario que en casa y desde lo individual pensemos en construir colectivamente una cadena alimenticia más sostenible y transparente para todos, reciclar, reusar y reducir. 

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