El Primer Genocidio del Siglo XX: Herero y Namaqua 1904-1907

September 21, 2019
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Mónica R. Espitia. Victoria Falls, Livingstone, 2017.

Este es el primer artículo de la serie de los genocidios del siglo XX. En los cuales trataremos los casos de Herero y Namaqua en la colonia alemana del sudoeste africano entre los años 1904 y 1907, el territorio que hoy es Namibia; el genocidio Armenio perpetrado por el Imperio Otomano entre los años 1915 y 1923; el Holodomor o exterminio por hambruna perpetuado en el territorio Ucraniano por la Unión Soviética entre los años 1932 y 1933; el genocidio Nazi, que además de perseguir personas judías exterminó sistemáticamente a personas gitanas, ciertos cultos religiosos, homosexuales y otros; el genocidio Bengalí perpetuado por el ejército pakistaní en 1971; el genocidio político Camboyano perpetuado por su líder comunista Pol Pot entre los años 1975 y 1979; el genocidio de Timor Oriental perpetuado por las fuerzas invasoras indonesias entre los años 1975 y 1999; el genocidio Maya en medio de la guerra civil entre los años 1981 y 1983; el genocidio Anfal en contra de Kurdistan en medio de la guerra entre Iraq e Irán entre los años 1986 y 1989; el genocidio Bosnio perpetuado por Serbia entre los años 1991 y 1995 y el genocidio interno de Rwanda en 1994.

El artículo II de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio estipula: “se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Rafael Lemkin acuñó como crimen internacional este delito y fue a partir de los Juicios de Núremberg que comenzó a utilizarse esta herramienta del derecho (Lemkin, 1947).

Empero, la definición del delito de genocidio no incluye motivos políticos -a pesar de que en este caso aceptemos el caso Pol Pot- y por este motivo no se incluye el elemento subversivo en América Latina desde el siglo pasado hasta el presente. Estos casos serán vistos en detalle más adelante.

La historia del primer genocidio del siglo XX comienza en el momento del reconocimiento de Alemania como un imperio en la Conferencia de Berlín en 1884, cuando Europa reconoció el sudoeste africano como una extensión del territorio alemán. No sin antes atravesar una gran contienda económica con Inglaterra por dicho territorio que solo terminó con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial cuando aquél pasó a manos de La Corona Inglesa. Algunas empresas alemanas comenzaron comprando territorio y fue de esta manera que lograron asentarse paulatinamente hasta ganar una posición oficial. El territorio -en el cual las tribus Herero y Namaqua eran hostiles entre ellas, pero los Herero eran protegidos del imperio alemán y los Nama lo eran del inglés (Voeltz, 1984)- entonces, no pertenecía legalmente a los nativos sino a los conquistadores y por este motivo los primeros tenían que pedir préstamos y permisos para ocupar la tierra.

El protectorado alemán estaba establecido por medio de diversos acuerdos que vinculaban a los nativos con los colonizadores de manera vertical: las personas que decidieran emigrar serían amos y los nativos serían mano de obra barata, sin embargo, las leyes los protegían del maltrato físico y supuestamente les ofrecía garantías para la convivencia pacífica y justa con los invasores. Tales acuerdos no se respetaron y hubo lugar a diversas revueltas. La guerra comenzó con la tribu Herero una vez los alemanes decidieron incumplir todos los tratados y expropiarlos tanto de sus viviendas como de sus bienes.

Dentro de los motivos para justificar la guerra se encontraba la pseudosciencia de la superioridad racial, que estuvo presente incluso, en los experimentos médicos practicados en el genocidio Nazi. Ahora bien, la experimentación humana del Reich II y el Reich III en campos de concentración comenzó aquí. Los soldados vendían los cráneos de las víctimas a diferentes museos y centros científicos en Alemania para investigación. Hacían parte de este estudio la frenología y otros métodos de medición como el color del iris y del cabello para comparar a “los animales” y a “las personas arias”.  

Mónica R. Espitia Washington D.C. 2018

El confortamiento armado duró dos meses y medio, durante este tiempo el ejército alemán llevó a la tribu Herero al desierto Sossusvlei en donde miles de personas murieron de hambre y sed. El principal comandante del ejército alemán escribió una carta abierta en la que decía explícitamente que cualquier persona Herero -mujeres, niños, ancianos no armados estaban incluidos- sería fusilada; también se ofrecían dos tipos de recompensas por entregar a personas de dicha procedencia racial. La estrategia consistía en acorralar a la tribu con un poder armado que la excedía llevándola hacia el desierto; no solo había guerreros, estaba presente todo el grupo familiar ya que toda la tribu, como raza, era considerada un enemigo nacional. Sobra decir que no hubo tiempo para llevar provisiones de ningún tipo. Una vez los Herero sobrevivientes estaban adentrados en el desierto tenían que cavar pozos con el objetivo de encontrar agua. Aquí eran encontrados y ahuyentados, los pozos eran sellados o envenenados hasta que no hubo más pozos y huecos de hasta 13 metros fueron encontrados en distintos lugares. Restos de personas de todas las edades se encontraban esparcidos por todo el desierto. Menos de 1.000 personas lograron cruzar el desierto y encontrar asilo en territorio inglés. Había por lo menos 80.000 personas Herero antes de la guerra (Anderson, 2005). Oficialmente, las cifras de muerte muestran cerca de 60.000 Herero y 20.000 Namaqua. (Shigwedha, 2016).


Seis meses pasaron hasta que 4.000 personas fueron finalmente acorraladas y trasladadas al primer campo de concentración de Alemania en Windhoek, la capital de Namibia, en el cual aquellas fueron exterminadas sistemáticamente a través de trabajo forzado e inanición. Asimismo, hubo otros campos de concentración como Swakopmund, situado en una ciudad costera en donde la labor forzada generaría ganancias. En el documental Namibia Genocide and the Second Reich

Podemos ver ya varios antecedentes de las prácticas que sucederían después en los campos de concentración del Tercer Reich: a cada prisionero se le asignaba un número que era anotado en un libro y marcado en una placa de metal que se colgaba alrededor de su cuello. También, algunas compañías podían rentar esclavos o, dependiendo de su tamaño, podían tener sus propios campos de concentración. Otra similitud se encuentra en el campo de Shark Island en Lüderitz, un espacio dedicado completamente al exterminio, esta vez no solo personas Herero sino también Namaqua.

No hay ningún tipo de reconocimiento del genocidio y, por lo tanto, ningún monumento o lugar conmemorativo, no existen delimitaciones de los lugares en los que se sabe existen fosas comunes. Por el contrario, se erigen monumentos a los soldados alemanes caídos en combate y al general responsable del genocidio alrededor de estos sitios históricos. En 1908 los campos de concentración fueron cerrados.

La lucha armada por la independencia de Namibia duró 22 años. En 1988, Nueva York: el acuerdo entre Cuba, Angola, Sudáfrica, las Naciones Unidas y Namibia fue firmado para retirar la presencia militar cubana de Angola comenzando en 1989 con una duración de 27 meses desde abril y en el cual Sudáfrica se comprometió frente a las Naciones Unidas a renunciar al control de Namibia para darle la independencia al territorio por medio de un plan aprobado por dicha entidad que tendría una duración de 10 años. Según el New York Times “los tres gobiernos dieron su palabra de “respetar el principio de no-interferencia en los asuntos internos de los estados del sudoeste africano. Prometieron no permitir que su territorio fuera utilizado por ningún estado, organización o persona en conexión con actos de guerra, agresión o violencia en contra de otras naciones de la región” (Lewis, 1988)

A pesar de haber ganado la independencia, Namibia no es dueña de todo su territorio. Una de las luchas más grandes que siguen vigentes en el presente es el reconocimiento legal, en este caso, la indemnización por el genocidio cometido en el comienzo del siglo XX. Gran parte del territorio pertenece aún a los alemanes, sin embargo, los métodos mediante los cuales se adquirieron fueron casi completamente infundados, con excepción de la compra parte de aquél a los ingleses. La pregunta de los locales, especialmente, de los descendientes de las víctimas del genocidio después de la independencia es ¿por qué esas tierras no nos pertenecen? Y la frase de uno de los representantes más grandes de la lucha es: “no estamos pidiendo un pedazo de Alemania, estamos pidiendo lo que nos pertenece, nuestro propio país: Namibia”.

En 2004 una representante alemana fue a dar un discurso al país en el cual reconoció el genocidio y pidió disculpas públicamente por el mismo. Sin embargo, ningún presidente alemán ha discutido la posibilidad de indemnizar a las víctimas. ¿Acaso algunos genocidios pesan más que otros? ¿Acaso tenemos que ser de cierta raza para que se nos concedan ciertos derechos? ¿Por qué no hay una indemnización y un reconocimiento real para las víctimas del primer genocidio del siglo XX? ¿Por qué no se condenaron a los culpables en los Juicios de Núremberg si aún estaban vivos? ¿Por qué no condenaron al Estado alemán por su primer genocidio? ¿Una disculpa es suficiente?


Bibliografía


Anderson, R. 2005. Redressing Colonial Genocide under International Law: The Hereros' Cause of Action against Germany. En: California Law Review Vol. 93, No. 4 (Jul., 2005), pp. 1155-1189.

Koslowska, J. 2004. BBC Namibia - Genocide and The Second Reich documentary commemorating 100 years since the Herero and Nama genocide. Website

Lewis, P. 1988. Angola and Namibia Accords Signed. En: The New York Times DEC. 23, 1988.

Prein, P. 1994. Guns and Top Hats: African Resistance in German South West Africa, 1907-1915. En: Journal of Southern African Studies, Vol. 20, No. 1 (Mar., 1994), pp. 99-121.

R, Lemkin. 1947. El genocidio como un crimen bajo el Derecho Internacional. En:  American Journal of International Law. Vol. 41(1):145-151.Traducción del Dr. Gonzalo Rodrigo Paz Mahecha, miembro del Grupo de Investigación Luís Carlos Pérez* de la Universidad Santiago de Cali, Facultad de Derecho. Cali, Colombia. Website

Anstett, E. Dreyfus, J-M. 2016. The return of Herero and Nama bones from Germany: the victims’ struggle for recognition and recurring genocide memories in Namibia. En: Human Remains in Society. Manchester University Press: Manchester.

Voeltz, R. 1984. The European Economic and Political Penetration of South West Africa, 1884-1892. En: The International Journal of African Historical Studies, Vol. 17, No. 4 (1984), pp. 623-639.

Werner, W. 1990. 'Playing Soldiers': The Truppenspieler Movement among the Herero of Namibia, 1915 to ca. 1945. En: Journal of Southern African Studies, Vol. 16, No. 3 (Sep., 1990), pp. 476-502.


El Primer Genocidio del Siglo XX: Herero y Namaqua 1904-1907

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February 15, 2019

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Este es el primer artículo de la serie de los genocidios del siglo XX. En los cuales trataremos los casos de Herero y Namaqua en la colonia alemana del sudoeste africano entre los años 1904 y 1907, el territorio que hoy es Namibia; el genocidio Armenio perpetrado por el Imperio Otomano entre los años 1915 y 1923; el Holodomor o exterminio por hambruna perpetuado en el territorio Ucraniano por la Unión Soviética entre los años 1932 y 1933; el genocidio Nazi, que además de perseguir personas judías exterminó sistemáticamente a personas gitanas, ciertos cultos religiosos, homosexuales y otros; el genocidio Bengalí perpetuado por el ejército pakistaní en 1971; el genocidio político Camboyano perpetuado por su líder comunista Pol Pot entre los años 1975 y 1979; el genocidio de Timor Oriental perpetuado por las fuerzas invasoras indonesias entre los años 1975 y 1999; el genocidio Maya en medio de la guerra civil entre los años 1981 y 1983; el genocidio Anfal en contra de Kurdistan en medio de la guerra entre Iraq e Irán entre los años 1986 y 1989; el genocidio Bosnio perpetuado por Serbia entre los años 1991 y 1995 y el genocidio interno de Rwanda en 1994.

El artículo II de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio estipula: “se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Rafael Lemkin acuñó como crimen internacional este delito y fue a partir de los Juicios de Núremberg que comenzó a utilizarse esta herramienta del derecho (Lemkin, 1947).

Empero, la definición del delito de genocidio no incluye motivos políticos -a pesar de que en este caso aceptemos el caso Pol Pot- y por este motivo no se incluye el elemento subversivo en América Latina desde el siglo pasado hasta el presente. Estos casos serán vistos en detalle más adelante.

La historia del primer genocidio del siglo XX comienza en el momento del reconocimiento de Alemania como un imperio en la Conferencia de Berlín en 1884, cuando Europa reconoció el sudoeste africano como una extensión del territorio alemán. No sin antes atravesar una gran contienda económica con Inglaterra por dicho territorio que solo terminó con la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial cuando aquél pasó a manos de La Corona Inglesa. Algunas empresas alemanas comenzaron comprando territorio y fue de esta manera que lograron asentarse paulatinamente hasta ganar una posición oficial. El territorio -en el cual las tribus Herero y Namaqua eran hostiles entre ellas, pero los Herero eran protegidos del imperio alemán y los Nama lo eran del inglés (Voeltz, 1984)- entonces, no pertenecía legalmente a los nativos sino a los conquistadores y por este motivo los primeros tenían que pedir préstamos y permisos para ocupar la tierra.

El protectorado alemán estaba establecido por medio de diversos acuerdos que vinculaban a los nativos con los colonizadores de manera vertical: las personas que decidieran emigrar serían amos y los nativos serían mano de obra barata, sin embargo, las leyes los protegían del maltrato físico y supuestamente les ofrecía garantías para la convivencia pacífica y justa con los invasores. Tales acuerdos no se respetaron y hubo lugar a diversas revueltas. La guerra comenzó con la tribu Herero una vez los alemanes decidieron incumplir todos los tratados y expropiarlos tanto de sus viviendas como de sus bienes.

Dentro de los motivos para justificar la guerra se encontraba la pseudosciencia de la superioridad racial, que estuvo presente incluso, en los experimentos médicos practicados en el genocidio Nazi. Ahora bien, la experimentación humana del Reich II y el Reich III en campos de concentración comenzó aquí. Los soldados vendían los cráneos de las víctimas a diferentes museos y centros científicos en Alemania para investigación. Hacían parte de este estudio la frenología y otros métodos de medición como el color del iris y del cabello para comparar a “los animales” y a “las personas arias”.  

Mónica R. Espitia Washington D.C. 2018

El confortamiento armado duró dos meses y medio, durante este tiempo el ejército alemán llevó a la tribu Herero al desierto Sossusvlei en donde miles de personas murieron de hambre y sed. El principal comandante del ejército alemán escribió una carta abierta en la que decía explícitamente que cualquier persona Herero -mujeres, niños, ancianos no armados estaban incluidos- sería fusilada; también se ofrecían dos tipos de recompensas por entregar a personas de dicha procedencia racial. La estrategia consistía en acorralar a la tribu con un poder armado que la excedía llevándola hacia el desierto; no solo había guerreros, estaba presente todo el grupo familiar ya que toda la tribu, como raza, era considerada un enemigo nacional. Sobra decir que no hubo tiempo para llevar provisiones de ningún tipo. Una vez los Herero sobrevivientes estaban adentrados en el desierto tenían que cavar pozos con el objetivo de encontrar agua. Aquí eran encontrados y ahuyentados, los pozos eran sellados o envenenados hasta que no hubo más pozos y huecos de hasta 13 metros fueron encontrados en distintos lugares. Restos de personas de todas las edades se encontraban esparcidos por todo el desierto. Menos de 1.000 personas lograron cruzar el desierto y encontrar asilo en territorio inglés. Había por lo menos 80.000 personas Herero antes de la guerra (Anderson, 2005). Oficialmente, las cifras de muerte muestran cerca de 60.000 Herero y 20.000 Namaqua. (Shigwedha, 2016).


Seis meses pasaron hasta que 4.000 personas fueron finalmente acorraladas y trasladadas al primer campo de concentración de Alemania en Windhoek, la capital de Namibia, en el cual aquellas fueron exterminadas sistemáticamente a través de trabajo forzado e inanición. Asimismo, hubo otros campos de concentración como Swakopmund, situado en una ciudad costera en donde la labor forzada generaría ganancias. En el documental Namibia Genocide and the Second Reich

Podemos ver ya varios antecedentes de las prácticas que sucederían después en los campos de concentración del Tercer Reich: a cada prisionero se le asignaba un número que era anotado en un libro y marcado en una placa de metal que se colgaba alrededor de su cuello. También, algunas compañías podían rentar esclavos o, dependiendo de su tamaño, podían tener sus propios campos de concentración. Otra similitud se encuentra en el campo de Shark Island en Lüderitz, un espacio dedicado completamente al exterminio, esta vez no solo personas Herero sino también Namaqua.

No hay ningún tipo de reconocimiento del genocidio y, por lo tanto, ningún monumento o lugar conmemorativo, no existen delimitaciones de los lugares en los que se sabe existen fosas comunes. Por el contrario, se erigen monumentos a los soldados alemanes caídos en combate y al general responsable del genocidio alrededor de estos sitios históricos. En 1908 los campos de concentración fueron cerrados.

La lucha armada por la independencia de Namibia duró 22 años. En 1988, Nueva York: el acuerdo entre Cuba, Angola, Sudáfrica, las Naciones Unidas y Namibia fue firmado para retirar la presencia militar cubana de Angola comenzando en 1989 con una duración de 27 meses desde abril y en el cual Sudáfrica se comprometió frente a las Naciones Unidas a renunciar al control de Namibia para darle la independencia al territorio por medio de un plan aprobado por dicha entidad que tendría una duración de 10 años. Según el New York Times “los tres gobiernos dieron su palabra de “respetar el principio de no-interferencia en los asuntos internos de los estados del sudoeste africano. Prometieron no permitir que su territorio fuera utilizado por ningún estado, organización o persona en conexión con actos de guerra, agresión o violencia en contra de otras naciones de la región” (Lewis, 1988)

A pesar de haber ganado la independencia, Namibia no es dueña de todo su territorio. Una de las luchas más grandes que siguen vigentes en el presente es el reconocimiento legal, en este caso, la indemnización por el genocidio cometido en el comienzo del siglo XX. Gran parte del territorio pertenece aún a los alemanes, sin embargo, los métodos mediante los cuales se adquirieron fueron casi completamente infundados, con excepción de la compra parte de aquél a los ingleses. La pregunta de los locales, especialmente, de los descendientes de las víctimas del genocidio después de la independencia es ¿por qué esas tierras no nos pertenecen? Y la frase de uno de los representantes más grandes de la lucha es: “no estamos pidiendo un pedazo de Alemania, estamos pidiendo lo que nos pertenece, nuestro propio país: Namibia”.

En 2004 una representante alemana fue a dar un discurso al país en el cual reconoció el genocidio y pidió disculpas públicamente por el mismo. Sin embargo, ningún presidente alemán ha discutido la posibilidad de indemnizar a las víctimas. ¿Acaso algunos genocidios pesan más que otros? ¿Acaso tenemos que ser de cierta raza para que se nos concedan ciertos derechos? ¿Por qué no hay una indemnización y un reconocimiento real para las víctimas del primer genocidio del siglo XX? ¿Por qué no se condenaron a los culpables en los Juicios de Núremberg si aún estaban vivos? ¿Por qué no condenaron al Estado alemán por su primer genocidio? ¿Una disculpa es suficiente?


Bibliografía


Anderson, R. 2005. Redressing Colonial Genocide under International Law: The Hereros' Cause of Action against Germany. En: California Law Review Vol. 93, No. 4 (Jul., 2005), pp. 1155-1189.

Koslowska, J. 2004. BBC Namibia - Genocide and The Second Reich documentary commemorating 100 years since the Herero and Nama genocide. Website

Lewis, P. 1988. Angola and Namibia Accords Signed. En: The New York Times DEC. 23, 1988.

Prein, P. 1994. Guns and Top Hats: African Resistance in German South West Africa, 1907-1915. En: Journal of Southern African Studies, Vol. 20, No. 1 (Mar., 1994), pp. 99-121.

R, Lemkin. 1947. El genocidio como un crimen bajo el Derecho Internacional. En:  American Journal of International Law. Vol. 41(1):145-151.Traducción del Dr. Gonzalo Rodrigo Paz Mahecha, miembro del Grupo de Investigación Luís Carlos Pérez* de la Universidad Santiago de Cali, Facultad de Derecho. Cali, Colombia. Website

Anstett, E. Dreyfus, J-M. 2016. The return of Herero and Nama bones from Germany: the victims’ struggle for recognition and recurring genocide memories in Namibia. En: Human Remains in Society. Manchester University Press: Manchester.

Voeltz, R. 1984. The European Economic and Political Penetration of South West Africa, 1884-1892. En: The International Journal of African Historical Studies, Vol. 17, No. 4 (1984), pp. 623-639.

Werner, W. 1990. 'Playing Soldiers': The Truppenspieler Movement among the Herero of Namibia, 1915 to ca. 1945. En: Journal of Southern African Studies, Vol. 16, No. 3 (Sep., 1990), pp. 476-502.


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