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Cottonbro
"Probablemente de todos nuestros sentimientos
el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza.
 La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose." (Julio Cortázar)

En este desfile de insensibilidad, la esperanza se encuentra conspirando, insiste en no desaparecer a pesar del terrible acontecer. Algunas personas le restan valor y piensan que es sólo un pobre paliativo, una especie de sedante para el desconsuelo o tienen la idea Nietzscheana de que prolonga el tormento. La esperanza no es la que tiene al mundo en una especie de trance violento, al contrario, quienes carecen de ella, están viviendo su propio infierno.


Que nos queda, sino la esperanza cuando todo se siente perdido, incluso Nietzsche reconoció en ella, un estimulante vital muy superior a la suerte, o ¿es que acaso en la muerte no está la esperanza de la vida? Lo que espera el violento es arrebatar todo, hasta la esperanza, crear hordas de personas desesperanzadas que entregan con facilidad su alma y se rinden ante las injusticias. La desesperanza es la mayor conquista de la opresión y la mayor derrota del sueño de paz, sin ella triunfa el ejército de la alienación.


La esperanza conspirando, es Rosa Luxemburgo conquistando derechos para las mujeres, Irena Sendler salvando niños judíos de los campos Nazi, Gandhi liberando a su pueblo sin violencia, Martin Luther King o Rosa Parks contra el racismo, Chaplin cambiando el mundo a través del cine, Jhon Lennon contra la guerra de Vietnam, es la genuflexión de Willy Brandt en el levantamiento del Gueto de Varsovia, Helmut Kohl en la caída del muro de Berlín, Mandela destituyendo al Apartheid, Malala luchando por la educación o Nadia Murad por las sobrevivientes de trata de personas. ¿Qué sería de la sociedad sin todas estas personas cargadas de esperanza?


La esperanza conspirando, es la máxima expresión de que hasta lo imposible puede ser posible. ¿Por qué perderla? Si hasta en el desierto crecen flores, sin la esperanza, no somos más que almas vacías acostumbradas a la sevicia de la modernidad. En esta sociedad ensimismada necesitamos más insurrección y menos conformismo, la esperanza es el arma que se subleva contra la realidad desnuda del sistema, la indiferencia, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la ignorancia y la precariedad del espíritu.


He visto la esperanza conspirando en medio de la guerra, la he visto cruzar toda clase de fronteras, en las mujeres de Montes de María que tras haberlo perdido todo reconstruyen sus comunidades, la he visto en actos de reconciliación, en el abrazo sincero entre una víctima y un excombatiente, en la lucha de las madres de Soacha por la Verdad, la Justicia y la Reparación, en las personas que se resisten a la violencia, en las que luchan contra la desigualdad, en las que rompen los moldes sociales, he visto la esperanza conspirando contra este régimen maldito que  nos quiere robar todo.  


Cuando sientas que la puedes perder, piensa: 


“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”. (Khalil Gibran)


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"Probablemente de todos nuestros sentimientos
el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza.
 La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose." (Julio Cortázar)

En este desfile de insensibilidad, la esperanza se encuentra conspirando, insiste en no desaparecer a pesar del terrible acontecer. Algunas personas le restan valor y piensan que es sólo un pobre paliativo, una especie de sedante para el desconsuelo o tienen la idea Nietzscheana de que prolonga el tormento. La esperanza no es la que tiene al mundo en una especie de trance violento, al contrario, quienes carecen de ella, están viviendo su propio infierno.


Que nos queda, sino la esperanza cuando todo se siente perdido, incluso Nietzsche reconoció en ella, un estimulante vital muy superior a la suerte, o ¿es que acaso en la muerte no está la esperanza de la vida? Lo que espera el violento es arrebatar todo, hasta la esperanza, crear hordas de personas desesperanzadas que entregan con facilidad su alma y se rinden ante las injusticias. La desesperanza es la mayor conquista de la opresión y la mayor derrota del sueño de paz, sin ella triunfa el ejército de la alienación.


La esperanza conspirando, es Rosa Luxemburgo conquistando derechos para las mujeres, Irena Sendler salvando niños judíos de los campos Nazi, Gandhi liberando a su pueblo sin violencia, Martin Luther King o Rosa Parks contra el racismo, Chaplin cambiando el mundo a través del cine, Jhon Lennon contra la guerra de Vietnam, es la genuflexión de Willy Brandt en el levantamiento del Gueto de Varsovia, Helmut Kohl en la caída del muro de Berlín, Mandela destituyendo al Apartheid, Malala luchando por la educación o Nadia Murad por las sobrevivientes de trata de personas. ¿Qué sería de la sociedad sin todas estas personas cargadas de esperanza?


La esperanza conspirando, es la máxima expresión de que hasta lo imposible puede ser posible. ¿Por qué perderla? Si hasta en el desierto crecen flores, sin la esperanza, no somos más que almas vacías acostumbradas a la sevicia de la modernidad. En esta sociedad ensimismada necesitamos más insurrección y menos conformismo, la esperanza es el arma que se subleva contra la realidad desnuda del sistema, la indiferencia, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la ignorancia y la precariedad del espíritu.


He visto la esperanza conspirando en medio de la guerra, la he visto cruzar toda clase de fronteras, en las mujeres de Montes de María que tras haberlo perdido todo reconstruyen sus comunidades, la he visto en actos de reconciliación, en el abrazo sincero entre una víctima y un excombatiente, en la lucha de las madres de Soacha por la Verdad, la Justicia y la Reparación, en las personas que se resisten a la violencia, en las que luchan contra la desigualdad, en las que rompen los moldes sociales, he visto la esperanza conspirando contra este régimen maldito que  nos quiere robar todo.  


Cuando sientas que la puedes perder, piensa: 


“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”. (Khalil Gibran)


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