Las Mujeres en las Prácticas Ancestrales: Debates en Torno a la Simbología y el Dolor

July 1, 2019
Columna
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Foto de: Etnias del Mundo

Los Ticuna son una etnia indígena a la que pertenecen cerca de 7.500 personas habitantes de resguardos como San Antonio de los Lagos, Macedonia,San Sebastián, El Vergel, Mocagua y Cothué, situados en la zona sur del departamento del Amazonas; son reconocidos por una práctica ancestral llamada la Pelazón, que tiene como objetivo celebrar el paso de la niñez a la vida adulta para las niñas de la tribu que han tenido su primera menstruación.


Tradicionalmente la Pelazón consistió en aislar a la menor, encerrándola por un periodo prolongado que rondaba los 8 meses, en el que solo le era permitido recibir la visita de mujeres mayores de la comunidad, quienes tenían la responsabilidad de instruir a la niña frente a las nuevas condiciones de vida que iba a enfrentar ahora que era considerada como una mujer por el resto de los miembros del grupo; durante este encierro las niñas realizaban tejidos tradicionales y se preparaban para iniciar al poco tiempo una vida de pareja. Una vez que había pasado el periodo de encierro, el padre de la niña debía garantizar los medios para realizar una celebración en su nombre que debía durar al menos 3 días y en la que uno de los acontecimientos más importantes era el momento en que todos los miembros de la tribu arrancaban sin ningún protocolo previo los cabellos de la niña, quien previamente había sido bañada en la flor del huito, una especie representativa de la zona y cubierta de plumas, para que al momento final del ritual se despojara de todas estas añadiduras y llegase purificada a su nueva vida tras un momento de baño en el río.


El momento estaba revestido de un valor simbólico importante para los Ticuna, pues se creía que al perder el pelo la mujer renacía purificada y lista para enfrentar los dolores que se pudiesen presentar en su vida futura; sin embargo los indígenas no han estado exentos de replantearse sus tradiciones en función del perjuicio o apoyo que juegan para el bienestar de los géneros al interior de sus comunidades,  es por eso que hace más de 20 años el ritual de la Pelazón ha evolucionado y hoy en día no se tiene ni el periodo de encierro ni el despojo de los cabellos a la fuerza. Actualmente, la celebración se prolonga por los mismos 3 días que en períodos anteriores, sin embargo el pelo es cortado con cuidado y las mujeres no se aíslan porque se da más valor a que continúen desarrollando sus actividades académicas, cambio que también ha influido en la postergación de los plazos para contraer matrimonio y en las condiciones de casamiento, esto significa que las niñas de la tribu ya no están obligadas a casarse a los 12 años en promedio como edad en que se suele dar la primera menstruación y tampoco deben llegar vírgenes a su matrimonio.



Parece ser que parte de esta nueva posición de los Ticuna frente a las prácticas culturales tradicionales, ha estado influenciada no sólo por los pedidos de miembros de la comunidad, sin que tambien por el incremento de la presencia de turistas en la región, quienes realizan inversiones considerables solo para tener la oportunidad de compartir con ellos. La etnia viene liderando este tipo de cambios como respuesta a esas nuevas realidades que se están presentando en el territorio ya que han decidido preservarse antes que rendirse, tanto así que parte del ritual de Pelazón que aún tiene vigencia en el marco de la comunidad Ticuna consiste en recrear los bailes tradicionales y la caracterización correspondiente de los miembros de la comunidad en el marco del ritual de la Pelazón, con el fin de que los turistas entiendan y valoren el significado que para este grupo sigue teniendo el rol de la mujer.


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Los Ticuna son una etnia indígena a la que pertenecen cerca de 7.500 personas habitantes de resguardos como San Antonio de los Lagos, Macedonia,San Sebastián, El Vergel, Mocagua y Cothué, situados en la zona sur del departamento del Amazonas; son reconocidos por una práctica ancestral llamada la Pelazón, que tiene como objetivo celebrar el paso de la niñez a la vida adulta para las niñas de la tribu que han tenido su primera menstruación.


Tradicionalmente la Pelazón consistió en aislar a la menor, encerrándola por un periodo prolongado que rondaba los 8 meses, en el que solo le era permitido recibir la visita de mujeres mayores de la comunidad, quienes tenían la responsabilidad de instruir a la niña frente a las nuevas condiciones de vida que iba a enfrentar ahora que era considerada como una mujer por el resto de los miembros del grupo; durante este encierro las niñas realizaban tejidos tradicionales y se preparaban para iniciar al poco tiempo una vida de pareja. Una vez que había pasado el periodo de encierro, el padre de la niña debía garantizar los medios para realizar una celebración en su nombre que debía durar al menos 3 días y en la que uno de los acontecimientos más importantes era el momento en que todos los miembros de la tribu arrancaban sin ningún protocolo previo los cabellos de la niña, quien previamente había sido bañada en la flor del huito, una especie representativa de la zona y cubierta de plumas, para que al momento final del ritual se despojara de todas estas añadiduras y llegase purificada a su nueva vida tras un momento de baño en el río.


El momento estaba revestido de un valor simbólico importante para los Ticuna, pues se creía que al perder el pelo la mujer renacía purificada y lista para enfrentar los dolores que se pudiesen presentar en su vida futura; sin embargo los indígenas no han estado exentos de replantearse sus tradiciones en función del perjuicio o apoyo que juegan para el bienestar de los géneros al interior de sus comunidades,  es por eso que hace más de 20 años el ritual de la Pelazón ha evolucionado y hoy en día no se tiene ni el periodo de encierro ni el despojo de los cabellos a la fuerza. Actualmente, la celebración se prolonga por los mismos 3 días que en períodos anteriores, sin embargo el pelo es cortado con cuidado y las mujeres no se aíslan porque se da más valor a que continúen desarrollando sus actividades académicas, cambio que también ha influido en la postergación de los plazos para contraer matrimonio y en las condiciones de casamiento, esto significa que las niñas de la tribu ya no están obligadas a casarse a los 12 años en promedio como edad en que se suele dar la primera menstruación y tampoco deben llegar vírgenes a su matrimonio.



Parece ser que parte de esta nueva posición de los Ticuna frente a las prácticas culturales tradicionales, ha estado influenciada no sólo por los pedidos de miembros de la comunidad, sin que tambien por el incremento de la presencia de turistas en la región, quienes realizan inversiones considerables solo para tener la oportunidad de compartir con ellos. La etnia viene liderando este tipo de cambios como respuesta a esas nuevas realidades que se están presentando en el territorio ya que han decidido preservarse antes que rendirse, tanto así que parte del ritual de Pelazón que aún tiene vigencia en el marco de la comunidad Ticuna consiste en recrear los bailes tradicionales y la caracterización correspondiente de los miembros de la comunidad en el marco del ritual de la Pelazón, con el fin de que los turistas entiendan y valoren el significado que para este grupo sigue teniendo el rol de la mujer.


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