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Ralph Leue

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la mujer, en Ciudad de México habrá una serie de actividades donde de nuevo se hará la invitación a no celebrar el día, sino a reflexionar porque ha cambiado la situación de las mujeres; pero no todo para bien. A continuación, el contexto que están afrontando o han vivido dos madres de familia.

Al principio ella escuchaba sin hacer alguna mueca, no intervino, aunque fue mencionada, al finalizar la ponente invitó a la señora Irinea Buendía a subir al podio. La mujer que había permanecido en silencio durante una hora, cogió el micrófono y comenzó a narrar el calvario que ha vivido.

Me llamó Irinea Buendía Cortés, soy mamá de Mariana Lima Buendía, un caso de feminicidio, el 28 de junio de 2010. A ella la asesinaron en Chimalhuacán, Estado de México. Llegó a trabajar a la procuraduría de Chimalhuacán, ahí conoció a un judicial de nombre Julio César Hernández, se casó con él. Ella vivió un contexto de violencia. Al año y medio de casados la asesina, él argumentó que fue un suicidio, pero al llegar al lugar, lo que vi en el momento indicaba que no era un suicidio. Él cambió varias veces su versión…

Han transcurrido 12 años, Irinea Buendía aún sigue en pie de lucha, porque una hija no se olvida, no hay descanso porque una madre busca, exige justicia, la cual nadie le ha podido otorgar. Asiste a las marchas, a cada seminario, o ponencia donde abordan el tema feminicidio. Cuantas veces sean necesarias cuenta cómo ha vivido, cómo se ha enfrentado a cada autoridad, cómo incluso se ha vuelto activista, investigadora y abogada. Indudablemente su familia ha estado ahí, sin descanso, incluso las extrañas le han demostrado empatía, la abrazan, la saludan de beso, le obsequian flores, es una mujer fuerte que no ha terminado de sentarse cuando ya la buscan, para narrar lo que no ha terminado porque una hija no se olvida, porque una madre no entiende no, sino sí, porque hoy fue mi hija, mañana no deseo que sea la tuya.

El 29 de noviembre del año 2020, Renata Martinely Luna Reyes tenía 13 años, cuando la encontraron en su casa, había sido estrangulada y abusada sexualmente. El 29 de junio su padrastro, Carlos Daniel la había intentado grabar mientras la joven se duchaba, ella al notar la situación salió a decirle a su madre Karen Reyes lo que había ocurrido, ambas enfrentaron al hombre quien negó todo, posteriormente ambas se dirigieron a levantar una denuncia por acoso sexual contra aquel sujeto, pero después de aquello las autoridades no dieron seguimiento a la situación y quedó en un olvido, hasta que Renata fue asesinada. Él huyó acompañado de sus familiares, hasta que fue aprehendido el 26 de diciembre de 2021 en Amecameca y el 31 de diciembre fue vinculado a proceso, pero el 16 de enero de 2022, fue localizado sin vida, en el Centro Penitenciario de Reinserción Social de Chalco-Huitzilzingo. La madre de Renata dijo que “la muerte del feminicida de su hija no le daba tranquilidad, pues no pagó lo que hizo”.

En efecto tiene razón jamás pagará, nada le devolverá a su hija, nadie entenderá su dolor, porque no es solo empatía, no es solo analizar su contexto, sino también desde aquel lugar hacer una exigencia. Pudo haberse prevenido aquel terrible y trágico destino que tuvo su hija, si, tal vez las autoridades correspondientes le hubieran dado un seguimiento al caso. Hoy una joven de 13 años ya no conversará con sus amigas, ya no saldrá de casa para ir a la escuela, ya no abrazará a su madre, porque una persona que sin escrúpulo alguno se atrevió a ser un feminicida.

Lo expuesto probablemente nos lleve al 8 de marzo de 2022, lo único que haremos las mujeres es trabajar, asistir al colegio y de nuevo salir a las calles para exigir derechos humanos que están ahí, pero parece que no existen; pues te pueden violar y la culpable eres tú. Algunas mujeres desde su comodidad dirán no me representan esas mujeres que se manifiestan, es respetable su postura, pero sino es tu movimiento, sino te representa muestra empatía y compañera sobretodo solidaridad, recordemos que aquellas mujeres están logrando visibilizar lo que se ha negado o siguen negando en cuanto a justicia, equidad e igualdad en materia de derechos humanos para las mujeres. Si necesitas un ejemplo sobre la terrible situación, solo recuerda que una sobreviviente como Roxana Ortiz puede hablar de cómo logró su libertad, después de asesinar en legítima defensa al hombre que abusó de ella. Recordemos que también ella es madre, una mamá que sigue luchando porque sabe que la espera su familia. Si deseas compartir tu testimonio, mensaje o comentario sobre el tema, puedes hacerlo al correo laubautistah@outlook.com


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Ralph Leue

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la mujer, en Ciudad de México habrá una serie de actividades donde de nuevo se hará la invitación a no celebrar el día, sino a reflexionar porque ha cambiado la situación de las mujeres; pero no todo para bien. A continuación, el contexto que están afrontando o han vivido dos madres de familia.

Al principio ella escuchaba sin hacer alguna mueca, no intervino, aunque fue mencionada, al finalizar la ponente invitó a la señora Irinea Buendía a subir al podio. La mujer que había permanecido en silencio durante una hora, cogió el micrófono y comenzó a narrar el calvario que ha vivido.

Me llamó Irinea Buendía Cortés, soy mamá de Mariana Lima Buendía, un caso de feminicidio, el 28 de junio de 2010. A ella la asesinaron en Chimalhuacán, Estado de México. Llegó a trabajar a la procuraduría de Chimalhuacán, ahí conoció a un judicial de nombre Julio César Hernández, se casó con él. Ella vivió un contexto de violencia. Al año y medio de casados la asesina, él argumentó que fue un suicidio, pero al llegar al lugar, lo que vi en el momento indicaba que no era un suicidio. Él cambió varias veces su versión…

Han transcurrido 12 años, Irinea Buendía aún sigue en pie de lucha, porque una hija no se olvida, no hay descanso porque una madre busca, exige justicia, la cual nadie le ha podido otorgar. Asiste a las marchas, a cada seminario, o ponencia donde abordan el tema feminicidio. Cuantas veces sean necesarias cuenta cómo ha vivido, cómo se ha enfrentado a cada autoridad, cómo incluso se ha vuelto activista, investigadora y abogada. Indudablemente su familia ha estado ahí, sin descanso, incluso las extrañas le han demostrado empatía, la abrazan, la saludan de beso, le obsequian flores, es una mujer fuerte que no ha terminado de sentarse cuando ya la buscan, para narrar lo que no ha terminado porque una hija no se olvida, porque una madre no entiende no, sino sí, porque hoy fue mi hija, mañana no deseo que sea la tuya.

El 29 de noviembre del año 2020, Renata Martinely Luna Reyes tenía 13 años, cuando la encontraron en su casa, había sido estrangulada y abusada sexualmente. El 29 de junio su padrastro, Carlos Daniel la había intentado grabar mientras la joven se duchaba, ella al notar la situación salió a decirle a su madre Karen Reyes lo que había ocurrido, ambas enfrentaron al hombre quien negó todo, posteriormente ambas se dirigieron a levantar una denuncia por acoso sexual contra aquel sujeto, pero después de aquello las autoridades no dieron seguimiento a la situación y quedó en un olvido, hasta que Renata fue asesinada. Él huyó acompañado de sus familiares, hasta que fue aprehendido el 26 de diciembre de 2021 en Amecameca y el 31 de diciembre fue vinculado a proceso, pero el 16 de enero de 2022, fue localizado sin vida, en el Centro Penitenciario de Reinserción Social de Chalco-Huitzilzingo. La madre de Renata dijo que “la muerte del feminicida de su hija no le daba tranquilidad, pues no pagó lo que hizo”.

En efecto tiene razón jamás pagará, nada le devolverá a su hija, nadie entenderá su dolor, porque no es solo empatía, no es solo analizar su contexto, sino también desde aquel lugar hacer una exigencia. Pudo haberse prevenido aquel terrible y trágico destino que tuvo su hija, si, tal vez las autoridades correspondientes le hubieran dado un seguimiento al caso. Hoy una joven de 13 años ya no conversará con sus amigas, ya no saldrá de casa para ir a la escuela, ya no abrazará a su madre, porque una persona que sin escrúpulo alguno se atrevió a ser un feminicida.

Lo expuesto probablemente nos lleve al 8 de marzo de 2022, lo único que haremos las mujeres es trabajar, asistir al colegio y de nuevo salir a las calles para exigir derechos humanos que están ahí, pero parece que no existen; pues te pueden violar y la culpable eres tú. Algunas mujeres desde su comodidad dirán no me representan esas mujeres que se manifiestan, es respetable su postura, pero sino es tu movimiento, sino te representa muestra empatía y compañera sobretodo solidaridad, recordemos que aquellas mujeres están logrando visibilizar lo que se ha negado o siguen negando en cuanto a justicia, equidad e igualdad en materia de derechos humanos para las mujeres. Si necesitas un ejemplo sobre la terrible situación, solo recuerda que una sobreviviente como Roxana Ortiz puede hablar de cómo logró su libertad, después de asesinar en legítima defensa al hombre que abusó de ella. Recordemos que también ella es madre, una mamá que sigue luchando porque sabe que la espera su familia. Si deseas compartir tu testimonio, mensaje o comentario sobre el tema, puedes hacerlo al correo laubautistah@outlook.com


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