¿Música con Género o Identidad sexual?

June 10, 2019
Columna
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Foto: Aditya Chinchure on Unsplash

El arte, desde los primeros años de la raza humana, ha tenido un uso global y general en cualquier comunidad, siendo su máximo fin el expresar un sentir individual o una demanda social. Del arte se desprenden conceptos como la estética, la cual es, a grandes rasgos y obviando varios detalles, la rama de la filosofía encargada de estudiar las percepciones de la belleza.

Al abarcar tantas manifestaciones, estas se pueden diferenciar gracias a las distintas expresiones artísticas como la música, el teatro, la literatura, la pintura, la escultura y muchas más que van teniendo su génesis a medida que la sociedad avanza y evoluciona. De ahí, que el arte sea tan grande y tan diverso, pues este recoge, recopila y exterioriza el pensamiento de una determinada época, de una población, de un grupo de personas, de movimientos; mostrando también lo diversa y amplia que es la mente de la raza humana.

La música ha estado, desde los orígenes de la sociedad, junto a cada persona en su cotidianidad; su evolución va ligada a la misma evolución de la sociedad, ya que la invención de un género musical o la creación de instrumentos musicales han nacido a raíz de la innovación o la revolución en un estilo de contar o expresar las cosas a través de una canción. Es por esto que la música ha tenido diferentes etapas a lo largo del tiempo y que la música contemporánea es precisamente el resultado de la relación de los procesos históricos de la música y la sociedad.

Dentro de la multiplicidad de sentires que se pueden expresar con la música (amor, ira, aprecio, amistad, etc.), es verdad que la misma se ha utilizado como un un medio para manifestar un inconformismo, hacer una mofa frente a la realidad en la que se vive o ser parte de la identidad de una población o una comunidad. Es por ello, que la música tiene un papel clave en la expresión de la sociedad.

Hace unos días estaba viendo un vídeo de Alvinsch, músico y youtuber, titulado “¿La música gay existe?” y esto despertó en mí una curiosidad bastante particular frente la música y su relación con los roles y estereotipos de género, pues en el mismo vídeo se hace énfasis en cómo la sociedad identifica ciertos géneros musicales o ciertas manifestaciones artísticas propias de una determinada orientación sexual o género y cómo la música, a su vez, ha servido para reivindicar a la comunidad LGBTIQ en una sociedad que los ha marginado en el tiempo.  

En dicho vídeo se expresa que la música ha sido un medio por el cual la comunidad LGBTIQ, ha podido identificarse como comunidad y ha permitido expresarse de forma no solo por la canción interpretada, sino por todo lo que rodea la canción o al género musical en particular: la puesta en escena, la vestimenta, la expresión, sus ritmos, entre otros muchos elementos. Para ejemplificar esto, se tocó el caso del camp, el cual es una forma de manifestación artística donde se hace uso de la extravagancia y la exageración en el vestir y en el actuar con un toque de humor en ello, de ahí se desprende lo que se conoce como drag queen o drag king, los cuales, en pocas palabras, son las expresiones artísticas que buscan hacer una crítica a los estereotipos de género comúnmente adoptados por la sociedad, por medio de la utilización de elementos histriónicos y exagerados que caracterizan a cada una de estas identidades socialmente construidas.

Precisamente es interesante ver cómo toda esta onda camp permeo en muchos de los géneros musicales que conocemos, por ejemplo, en el glam rock, que tuvo orígenes en los años ochentas, los músicos adoptaron una vestimenta y unos peinados bastante particulares o característicos; o como este tipo de expresión artística influenció en la consolidación de iconos pop que ligaron con la comunidad LGBTIQ y permitió que se gestara ese estereotipo de música “gay”, pues muchos de ellos se convirtieron en iconos de la comunidad precisamente al permitir que se reivindicaran, se exteriorizaran y se asociaran entre ellos, en una época donde socialmente eran aún más discriminados .

Ahora bien, teniendo en cuenta la primera parte de esta columna y los ejemplos citados anteriormente, se puede evidenciar que la música como arte expresa y tiene alrededor de ella un montón de expresiones que la enriquecen aún más. Es precisamente por ello, que la misma puede transgredir el orden socialmente impuesto, y al hacer esto sufre de ciertos estigmas que sirven para discriminar o recriminar a quien escuche, comparta o disfrute el estilo de música que se salga de los parámetros impuestos. Ejemplos de ello, podemos encontrar en la banda Queen y la persecución que sufrió Freddy Mercury por su orientación sexual, una banda que revolucionó la música y la estética de la misma; otro ejemplo puede ser el mismo David Bowie, quien con su estilo y puesta en escena marcó una época en el pop y la música en general; otro de los ejemplos, incluso, se puede encontrar en el heavy metal, género que también ha sido catalogado de machista en ciertas ocasiones, donde toda su indumentaria característica (chaquetas de cuero, pulseras de taches, cadenas) fue implantada por Rob Halford, vocalista de Judas Priest, quien es abiertamente homesexual, ha declarado que esta vestimenta fue inspirada por su paso por las sex-shop homosexual.

De lo anterior, se podría decir que la música, como la sociedad y todo el arte, está en constante cambio, en constante evolución. La música permea toda la cotidianidad del ser humano, y al estar tan ligada a la realidad viviente, la misma toma prestado elementos de la misma para expresar todo lo que se quiere decir, esto permite que se exterioricen mensajes de emancipación, inclusión, igualdad, solidaridad y resurgimiento social; pero también pueden manifestarse mensajes de exclusión, machismo, homofobia y muchos más mensajes negativos.

Esto me lleva a concluir que la música no tiene un género definido o una identidad sexual preestablecida, que un género o un cantante no es exclusivo para una u otra persona, la música, como el arte, es universal, va dirigida a todos, y, encasillar a alguien por disfrutar de una determinada corriente musical, es seguir con las conductas de discriminación que han alimentado a la sociedad.

Si bien hay canciones que pueden caer en mensajes negativos, hay que tener en cuenta que hay muchas otras canciones o corrientes que buscan la emancipación de la sociedad, que han roto un orden y por esto se han tenido que enfrentar a muchos sectores conservadores de la sociedad, por ello debemos conocer lo que escuchamos y defenderlo, pues esto también nos define como sociedad y como seres humanos y si usamos el arte como forma de liberación, inclusión y emancipación, podremos llegar a más gente para lograr ser una sociedad más equitativa, pacífica y libre.  


¿Música con Género o Identidad sexual?

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May 14, 2019

Galería

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Foto: Aditya Chinchure on Unsplash

El arte, desde los primeros años de la raza humana, ha tenido un uso global y general en cualquier comunidad, siendo su máximo fin el expresar un sentir individual o una demanda social. Del arte se desprenden conceptos como la estética, la cual es, a grandes rasgos y obviando varios detalles, la rama de la filosofía encargada de estudiar las percepciones de la belleza.

Al abarcar tantas manifestaciones, estas se pueden diferenciar gracias a las distintas expresiones artísticas como la música, el teatro, la literatura, la pintura, la escultura y muchas más que van teniendo su génesis a medida que la sociedad avanza y evoluciona. De ahí, que el arte sea tan grande y tan diverso, pues este recoge, recopila y exterioriza el pensamiento de una determinada época, de una población, de un grupo de personas, de movimientos; mostrando también lo diversa y amplia que es la mente de la raza humana.

La música ha estado, desde los orígenes de la sociedad, junto a cada persona en su cotidianidad; su evolución va ligada a la misma evolución de la sociedad, ya que la invención de un género musical o la creación de instrumentos musicales han nacido a raíz de la innovación o la revolución en un estilo de contar o expresar las cosas a través de una canción. Es por esto que la música ha tenido diferentes etapas a lo largo del tiempo y que la música contemporánea es precisamente el resultado de la relación de los procesos históricos de la música y la sociedad.

Dentro de la multiplicidad de sentires que se pueden expresar con la música (amor, ira, aprecio, amistad, etc.), es verdad que la misma se ha utilizado como un un medio para manifestar un inconformismo, hacer una mofa frente a la realidad en la que se vive o ser parte de la identidad de una población o una comunidad. Es por ello, que la música tiene un papel clave en la expresión de la sociedad.

Hace unos días estaba viendo un vídeo de Alvinsch, músico y youtuber, titulado “¿La música gay existe?” y esto despertó en mí una curiosidad bastante particular frente la música y su relación con los roles y estereotipos de género, pues en el mismo vídeo se hace énfasis en cómo la sociedad identifica ciertos géneros musicales o ciertas manifestaciones artísticas propias de una determinada orientación sexual o género y cómo la música, a su vez, ha servido para reivindicar a la comunidad LGBTIQ en una sociedad que los ha marginado en el tiempo.  

En dicho vídeo se expresa que la música ha sido un medio por el cual la comunidad LGBTIQ, ha podido identificarse como comunidad y ha permitido expresarse de forma no solo por la canción interpretada, sino por todo lo que rodea la canción o al género musical en particular: la puesta en escena, la vestimenta, la expresión, sus ritmos, entre otros muchos elementos. Para ejemplificar esto, se tocó el caso del camp, el cual es una forma de manifestación artística donde se hace uso de la extravagancia y la exageración en el vestir y en el actuar con un toque de humor en ello, de ahí se desprende lo que se conoce como drag queen o drag king, los cuales, en pocas palabras, son las expresiones artísticas que buscan hacer una crítica a los estereotipos de género comúnmente adoptados por la sociedad, por medio de la utilización de elementos histriónicos y exagerados que caracterizan a cada una de estas identidades socialmente construidas.

Precisamente es interesante ver cómo toda esta onda camp permeo en muchos de los géneros musicales que conocemos, por ejemplo, en el glam rock, que tuvo orígenes en los años ochentas, los músicos adoptaron una vestimenta y unos peinados bastante particulares o característicos; o como este tipo de expresión artística influenció en la consolidación de iconos pop que ligaron con la comunidad LGBTIQ y permitió que se gestara ese estereotipo de música “gay”, pues muchos de ellos se convirtieron en iconos de la comunidad precisamente al permitir que se reivindicaran, se exteriorizaran y se asociaran entre ellos, en una época donde socialmente eran aún más discriminados .

Ahora bien, teniendo en cuenta la primera parte de esta columna y los ejemplos citados anteriormente, se puede evidenciar que la música como arte expresa y tiene alrededor de ella un montón de expresiones que la enriquecen aún más. Es precisamente por ello, que la misma puede transgredir el orden socialmente impuesto, y al hacer esto sufre de ciertos estigmas que sirven para discriminar o recriminar a quien escuche, comparta o disfrute el estilo de música que se salga de los parámetros impuestos. Ejemplos de ello, podemos encontrar en la banda Queen y la persecución que sufrió Freddy Mercury por su orientación sexual, una banda que revolucionó la música y la estética de la misma; otro ejemplo puede ser el mismo David Bowie, quien con su estilo y puesta en escena marcó una época en el pop y la música en general; otro de los ejemplos, incluso, se puede encontrar en el heavy metal, género que también ha sido catalogado de machista en ciertas ocasiones, donde toda su indumentaria característica (chaquetas de cuero, pulseras de taches, cadenas) fue implantada por Rob Halford, vocalista de Judas Priest, quien es abiertamente homesexual, ha declarado que esta vestimenta fue inspirada por su paso por las sex-shop homosexual.

De lo anterior, se podría decir que la música, como la sociedad y todo el arte, está en constante cambio, en constante evolución. La música permea toda la cotidianidad del ser humano, y al estar tan ligada a la realidad viviente, la misma toma prestado elementos de la misma para expresar todo lo que se quiere decir, esto permite que se exterioricen mensajes de emancipación, inclusión, igualdad, solidaridad y resurgimiento social; pero también pueden manifestarse mensajes de exclusión, machismo, homofobia y muchos más mensajes negativos.

Esto me lleva a concluir que la música no tiene un género definido o una identidad sexual preestablecida, que un género o un cantante no es exclusivo para una u otra persona, la música, como el arte, es universal, va dirigida a todos, y, encasillar a alguien por disfrutar de una determinada corriente musical, es seguir con las conductas de discriminación que han alimentado a la sociedad.

Si bien hay canciones que pueden caer en mensajes negativos, hay que tener en cuenta que hay muchas otras canciones o corrientes que buscan la emancipación de la sociedad, que han roto un orden y por esto se han tenido que enfrentar a muchos sectores conservadores de la sociedad, por ello debemos conocer lo que escuchamos y defenderlo, pues esto también nos define como sociedad y como seres humanos y si usamos el arte como forma de liberación, inclusión y emancipación, podremos llegar a más gente para lograr ser una sociedad más equitativa, pacífica y libre.  


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