¿Cómo está la Salud de Su Tiroides?

June 9, 2019
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Foto de Nik Shuliahin en Unsplash

Hasta hace unos años no conocía absolutamente nada de esa glándula. Sí acaso, la habría escuchado mencionar asociada a alguna alteración metabólica de la que se quejaba una mujer que tenía problemas por su peso, pero yo mismo, como es común entre los hombres, no era consciente de su función en mi cuerpo.


Podía haberla considerado, al igual que los ovarios o la próstata, un órgano exclusivo de solo un género, así que cuando me diagnosticaron un tumor en la tiroides no pude menos que sorprenderme al confirmar que también hacía parte de mi anatomía.

Fotografía aérea de la persona que sostiene el brazo mientras presiona la máquina de presión arterial.
Foto por rawpixel

En general, los hombres tenemos menos información del funcionamiento del sistema endocrino. Somos dados a creer que todo lo que sean glándulas, hormonas y metabolismo es un asunto exclusivamente femenino. Como sabemos, las mujeres están mucho más familiarizadas con el cuerpo y su funcionamiento por la misma condición que determinan sus ciclos reproductivos.

Si nos preguntan cuál es la hormona más importante para el funcionamiento de nuestro cuerpo, el común de los hombres  respondería que la testosterona.

En internet se encuentran cientos de páginas, y más de un amigo del gimnasio está bien documentado por ellas, para hablarnos de cómo hacer subir los niveles de esa hormona porque es la que nos da las características de masculinidad, según sabemos.

El  procedimiento para aumentar la testosterona era la única información “especializada” que había consultado, como lo hace la mayoría de hombres, tratando de mejorar funciones sexuales.

Ese tema, junto a la elongación del pene y cómo lograr mejores erecciones constituyen con frecuencia el nivel máximo de conocimiento que adquirimos en materia de fisiología masculina (a excepción de quienes hacen parte del área de la salud, que no era mi caso) .

Así que cuando recibí un diagnóstico de una enfermedad poco común para el género masculino, como lo es el cáncer de tiroides, me encontré con un gran desconocimiento sobre el funcionamiento del sistema endocrino y con muchos supuestos sobre la glándula tiroides, en particular, que tuve necesidad de revisar a lo largo de un proceso médico de varios años.

En primer lugar, pude haber subestimado el engrosamiento de la voz o el ligero aumento de la prominencia de la laringe (conocida como nuez o manzana de Adán), generalmente exhibidas con orgullo como símbolo de virilidad, cuando también podían considerarse manifestación o síntoma de alguna alteración o afección en los órganos de la zona del cuello, incluida la glándula tiroides.

En segundo lugar, por la misma  tendencia predominante en la ciencia médica a encontrar factores externos como causantes de las enfermedades, encontré que los especialistas se limitaban a identificar el origen de mi problema con la glándula tiroides a los factores identificados tradicionalmente.

El  bajo consumo de yodo en la sal (aspecto reglamentado desde hace varias décadas en Colombia),  la exposición a la radiación (eventualidad que se presenta principalmente en lugares donde  funcionan centrales nucleares, como Chernobyl o Fukushima) y, por último, factores genéticos o hereditarios (mínimo porcentaje de incidencia), eran siempre las causas mencionadas, pero poco se relacionaban los problemas de la tiroides con condiciones  emocionales y mentales que también pueden generar un mal funcionamiento de esa glándula, como luego lo supe.

Al parecer, solamente la psiquiatría se ha preocupado por encontrar un vínculo directo entre  la función tiroidea y las alteraciones o problemas mentales. En mi caso,  había tenido fatiga emocional por estrés y señales de depresión durante muchos años, sin haber recibido tratamiento.

De haber sido aceptada por mí mismo esa condición  y tratada oportunamente con ayuda especializada, no habría terminado por silenciar mi mala salud mental y muy seguramente habría evitado afectar el funcionamiento de mi glándula tiroides.

Por supuesto, acostumbrados como estamos los hombres a no hablar de cómo nos sentimos, a no quejarnos, a no mostrar miedos e inseguridades, mucho menos estamos dispuestos a aceptar que hay conductas, actitudes y estilos de vida que afectan nuestra salud mental y física.

Las emociones y las condiciones mentales son otras de esas características que desconocemos o simplemente negamos como parte de la masculinidad y preferimos dejársela a las mujeres: “es que ellas son emocionales”, solemos decir.

Tuve que perder la tiroides para darme cuenta que de esa glándula dependían muchas funciones de mi cuerpo: el peso, la energía, la temperatura, los estados anímicos, la piel y el pelo, entre otros, pero también comprobé que el haber estado sometido a estrés repetido y severo sin haber tenido un adecuado manejo emocional, seguramente había terminado por afectar el funcionamiento de mi glándula tiroides.

Es cierto que las mujeres constituyen el grupo de mayor riesgo de desarrollar patologías o disfunción de la tiroides (El cáncer de tiroides, por ejemplo,  es la enfermedad oncológica de mayor crecimiento en el mundo y en Colombia ocupa el tercer lugar entre los cánceres de mayor crecimiento en las mujeres durante los últimos años, según cifras del Instituto Nacional de Cancerología).


Sin embargo, cada vez se registran más casos de enfermedades como esa en hombres, la detección se hace algunas veces de manera tardía, debido a lo poco frecuente de la revisión del área del cuello y a la escasa información sobre autocuidado de la glándula tiroides, y resulta insuficiente la orientación para prevenir y detectar a tiempo las alteraciones en su funcionamiento.

Informarse es un deber y hacer medicina preventiva una necesidad en esta época: la Organización Mundial de la Salud considera que un 80% de las enfermedades identificadas tiene algún origen psicosomático, es decir, dependen de la relación mente y cuerpo.

En ese sentido, los hombres también podemos tener un papel activo si conocemos nuestro organismo, aprendemos a identificar señales y síntomas para cuidar de la salud en forma preventiva, pero también reconocemos y manejamos nuestras emociones, para actuar a tiempo y con consciencia frente a situaciones o circunstancias del entorno que estén afectando nuestra salud mental y, en consecuencia, también la salud física.  

Mauricio Suárez. Escritor y periodista digital. Fundador de la Asociación Colombiana de Pacientes de Cáncer de Tiroides www.acolcat.com, organización que apoya y orienta a personas que han tenido un diagnóstico o están en proceso médico para tratar esa enfermedad.

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October 21, 2018

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Foto de Nik Shuliahin en Unsplash

Hasta hace unos años no conocía absolutamente nada de esa glándula. Sí acaso, la habría escuchado mencionar asociada a alguna alteración metabólica de la que se quejaba una mujer que tenía problemas por su peso, pero yo mismo, como es común entre los hombres, no era consciente de su función en mi cuerpo.


Podía haberla considerado, al igual que los ovarios o la próstata, un órgano exclusivo de solo un género, así que cuando me diagnosticaron un tumor en la tiroides no pude menos que sorprenderme al confirmar que también hacía parte de mi anatomía.

Fotografía aérea de la persona que sostiene el brazo mientras presiona la máquina de presión arterial.
Foto por rawpixel

En general, los hombres tenemos menos información del funcionamiento del sistema endocrino. Somos dados a creer que todo lo que sean glándulas, hormonas y metabolismo es un asunto exclusivamente femenino. Como sabemos, las mujeres están mucho más familiarizadas con el cuerpo y su funcionamiento por la misma condición que determinan sus ciclos reproductivos.

Si nos preguntan cuál es la hormona más importante para el funcionamiento de nuestro cuerpo, el común de los hombres  respondería que la testosterona.

En internet se encuentran cientos de páginas, y más de un amigo del gimnasio está bien documentado por ellas, para hablarnos de cómo hacer subir los niveles de esa hormona porque es la que nos da las características de masculinidad, según sabemos.

El  procedimiento para aumentar la testosterona era la única información “especializada” que había consultado, como lo hace la mayoría de hombres, tratando de mejorar funciones sexuales.

Ese tema, junto a la elongación del pene y cómo lograr mejores erecciones constituyen con frecuencia el nivel máximo de conocimiento que adquirimos en materia de fisiología masculina (a excepción de quienes hacen parte del área de la salud, que no era mi caso) .

Así que cuando recibí un diagnóstico de una enfermedad poco común para el género masculino, como lo es el cáncer de tiroides, me encontré con un gran desconocimiento sobre el funcionamiento del sistema endocrino y con muchos supuestos sobre la glándula tiroides, en particular, que tuve necesidad de revisar a lo largo de un proceso médico de varios años.

En primer lugar, pude haber subestimado el engrosamiento de la voz o el ligero aumento de la prominencia de la laringe (conocida como nuez o manzana de Adán), generalmente exhibidas con orgullo como símbolo de virilidad, cuando también podían considerarse manifestación o síntoma de alguna alteración o afección en los órganos de la zona del cuello, incluida la glándula tiroides.

En segundo lugar, por la misma  tendencia predominante en la ciencia médica a encontrar factores externos como causantes de las enfermedades, encontré que los especialistas se limitaban a identificar el origen de mi problema con la glándula tiroides a los factores identificados tradicionalmente.

El  bajo consumo de yodo en la sal (aspecto reglamentado desde hace varias décadas en Colombia),  la exposición a la radiación (eventualidad que se presenta principalmente en lugares donde  funcionan centrales nucleares, como Chernobyl o Fukushima) y, por último, factores genéticos o hereditarios (mínimo porcentaje de incidencia), eran siempre las causas mencionadas, pero poco se relacionaban los problemas de la tiroides con condiciones  emocionales y mentales que también pueden generar un mal funcionamiento de esa glándula, como luego lo supe.

Al parecer, solamente la psiquiatría se ha preocupado por encontrar un vínculo directo entre  la función tiroidea y las alteraciones o problemas mentales. En mi caso,  había tenido fatiga emocional por estrés y señales de depresión durante muchos años, sin haber recibido tratamiento.

De haber sido aceptada por mí mismo esa condición  y tratada oportunamente con ayuda especializada, no habría terminado por silenciar mi mala salud mental y muy seguramente habría evitado afectar el funcionamiento de mi glándula tiroides.

Por supuesto, acostumbrados como estamos los hombres a no hablar de cómo nos sentimos, a no quejarnos, a no mostrar miedos e inseguridades, mucho menos estamos dispuestos a aceptar que hay conductas, actitudes y estilos de vida que afectan nuestra salud mental y física.

Las emociones y las condiciones mentales son otras de esas características que desconocemos o simplemente negamos como parte de la masculinidad y preferimos dejársela a las mujeres: “es que ellas son emocionales”, solemos decir.

Tuve que perder la tiroides para darme cuenta que de esa glándula dependían muchas funciones de mi cuerpo: el peso, la energía, la temperatura, los estados anímicos, la piel y el pelo, entre otros, pero también comprobé que el haber estado sometido a estrés repetido y severo sin haber tenido un adecuado manejo emocional, seguramente había terminado por afectar el funcionamiento de mi glándula tiroides.

Es cierto que las mujeres constituyen el grupo de mayor riesgo de desarrollar patologías o disfunción de la tiroides (El cáncer de tiroides, por ejemplo,  es la enfermedad oncológica de mayor crecimiento en el mundo y en Colombia ocupa el tercer lugar entre los cánceres de mayor crecimiento en las mujeres durante los últimos años, según cifras del Instituto Nacional de Cancerología).


Sin embargo, cada vez se registran más casos de enfermedades como esa en hombres, la detección se hace algunas veces de manera tardía, debido a lo poco frecuente de la revisión del área del cuello y a la escasa información sobre autocuidado de la glándula tiroides, y resulta insuficiente la orientación para prevenir y detectar a tiempo las alteraciones en su funcionamiento.

Informarse es un deber y hacer medicina preventiva una necesidad en esta época: la Organización Mundial de la Salud considera que un 80% de las enfermedades identificadas tiene algún origen psicosomático, es decir, dependen de la relación mente y cuerpo.

En ese sentido, los hombres también podemos tener un papel activo si conocemos nuestro organismo, aprendemos a identificar señales y síntomas para cuidar de la salud en forma preventiva, pero también reconocemos y manejamos nuestras emociones, para actuar a tiempo y con consciencia frente a situaciones o circunstancias del entorno que estén afectando nuestra salud mental y, en consecuencia, también la salud física.  

Mauricio Suárez. Escritor y periodista digital. Fundador de la Asociación Colombiana de Pacientes de Cáncer de Tiroides www.acolcat.com, organización que apoya y orienta a personas que han tenido un diagnóstico o están en proceso médico para tratar esa enfermedad.

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