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Nota del Autor: Antes de que lean esta columna me gustaría decir lo siguiente: lo aquí escrito expresa una opinión de lo que he venido aprendiendo toda mi vida y contrastado con lo que me he ido encontrando en temas de derechos humanos con perspectiva de género. Seguramente desde ambas partes (el cristianismo y el feminismo) esta columna será criticada porque ¿COMO SE ATREVE A DECIR QUE JESÚS ES FEMINISTA? Y lo entiendo, pero de nuevo, ésta es sólo la opinión de una interpretación que hago de lo que he aprendido sobre un personaje que me parece fascinante, Jesús. Así que, odíenla o ámenla; y bienvenidos todos los comentarios, sugerencias o críticas. Sigo aprendiendo.


A propósito de estas épocas de navidad, traigo su protagonista a esta columna. ¿Quién era ese niño al que hoy le celebramos el cumpleaños? ¿Existió? Para quienes hemos crecido en familias creyentes, sabemos bien de quien se habla y a quien se celebra, y para los que no son creyentes, de todas maneras, estoy segura, alguna vez en su vida han escuchado de él. Quizás sea difícil llamarlo un personaje histórico, primero, porque la Biblia no es, en sentido estricto, una fuente histórica, y segundo, porque, además, se duda de la autenticidad de las fuentes no bíblicas que hablan de la existencia de Jesús.


Aún así, existen referencias de Jesús por parte de varios historiadores antiguos, como Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el joven, Luciano, entre otros, en cuyos escritos no dudan de la existencia de este hombre, principalmente, como un personaje que generó una revolución dentro del pueblo judío y en el contexto del Imperio Romano en la época.  


Pero, al margen de este debate que han llevado por años y años los historiadores, es indudable que Jesús de Nazaret es un hombre que despierta sentimientos de todo tipo, en general, creo que buenos. Porque independientemente de que se crea o no en él como hijo de Dios, salvador y redentor del mundo, es un hombre que dejó diversas enseñanzas que hoy se siguen propagando por el mundo. Muchos hemos oído del Jesús profeta; del crucificado; del “niño Dios” o “divino niño”,  al que se le piden los regalos; del Jesús de los milagros, y para otros también, del “primer socialista” que existió. Sin embargo, de todas estas perspectivas, la más fascinante, para mí, es el Jesús feminista.


¿Feminista? Que me perdonen las feministas más duras, si con esto me estoy equivocando; porque sé, que afirmar que Jesús era feminista es sin duda controversial y daría para un tema amplio de estudio, pero a continuación, hablaré sobre algunas de las historias descritas en los evangelios de La Biblia que reflejan cómo este hombre cambió muchas de las prácticas y paradigmas sexistas de la sociedad judía de la época, con las que se puede efectivamente concluir que las costumbres de Jesús hacia las mujeres se consideran radicalmente inclusivas.


Antes, para comprender por qué el comportamiento de Jesús con las mujeres fue revolucionario, se debe entender el contexto en el que vivían las mujeres. Como lo dice el autor Darrow Miller, en su libro Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo, a pesar de la valiosa concepción de la mujer en la narrativa bíblica, la sociedad judía consideraba inferior a la mujer. La mujer judía no contaba en los quórum, rara vez se le enseñaba la Torá, y estaba prohibido para ellas hablar con hombres que no fueran familiares inmediatos (Miller, 2012, p. 240).


Así, esta era una sociedad patriarcal. La participación de la mujer en la vida pública era nula, las mujeres pasaban del padre al marido, una mujer no podía caminar sola por los campos. Además, estaba permitida la poligamia para el hombre y la mujer no podía oponerse, pero si ella era sorprendida en adulterio, sería apedreada.


En este contexto, encontramos la primera historia, la de la mujer adúltera, y esta es quizás una de las historias más bellas y revolucionarias que protagonizó frente a los líderes de la ley judía. Según el evangelio de Juan (Jn 8), los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en adulterio y le preguntaron “¿debemos apedrearla como dice la ley de Moisés?” a lo que este les respondió: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.


Esta respuesta es revolucionaria, pues Jesús no permite que la mujer sea apedreada porque tenía claro que, según la ley, el hombre que había sido sorprendido con ella también debía ser apedreado y enjuiciado, cosa que los fariseos querían pasar por alto. De este modo, Jesús defiende a la mujer adúltera de una muerte y de un juicio injusto y discriminatorio, de esta manera, enseñó que la mujer no podía ser juzgada si el hombre tampoco lo era.


Otra historia es la de la mujer del flujo de sangre (Mc 5:24-33). Esta era una época y una cultura en la que la menstruación era considerada como algo impuro y, por tanto, la mujer durante este periodo debía permanecer apartada, y si un hombre llegaba a tocarla se volvía impuro junto con ella y posteriormente debían someterse a un ritual de purificación. Pero Jesús entra a derribar estos prejuicios judíos sobre la menstruación; según cuenta la historia, una mujer que tenía un flujo de sangre por más de doce años, toca el manto de Jesús, quién le pregunta “¿por qué me has tocado?”, la mujer le responde que necesita ser sanada y, enseguida, él procede al milagro, sin preocuparse de que ante los preceptos legales vigentes sería impuro, ni por el ritual de impureza exigido.


Ya antes vimos que a la mujer le estaba prohibido aprender la Torá, incluso, el Talmud exigía al varón judío orar diariamente “Gracias Dios por no haberme hecho gentil, mujer o esclavo”. (Miller, 2012, p. 239). Y es en este contexto en que Jesús contra todos los postulados sexistas concernientes al aprendizaje y al conocimiento de la mujer, dedica a enseñarle a las mujeres que lo seguían. Muestra de este acto revolucionario es que les permitía a todas las mujeres seguirlo y escucharlo, aun cuando esto era mal visto por la sociedad.


Pero, específicamente, encontramos la historia de María Magdalena y Marta, su hermana. Además de quebrantar los tabúes al mantener una profunda amistad con ellas, elimina la división establecida según la cual las mujeres debían trabajar en el hogar y los hombres eran quienes aprendían. Estando en la casa de Betania, donde ellas vivían, María se sentó con Jesús a escucharle sus enseñanzas mientras Marta se dedicaba a las labores del hogar y la cocina, por lo que Marta misma le reprocha que mande a María a ayudarla, y Jesús reacciona diciéndole “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada", refiriéndose a el aprendizaje, el estudio y la reflexión de sus enseñanzas, que para entonces estaba reservado al varón (Lc 10:38). Con esto, les enseñó a ambas mujeres que tenían derecho al aprendizaje, así mismo, le indicó a Marta que su vida no estaba exclusivamente supeditada a las tareas del hogar.


Por último, tenemos el cuadro de la prostituta que lavó los pies de Jesús. En mi opinión, este es uno de los cuadros más lindos, pues ante todo pronóstico de las personas con las que se encontraba, con Simón, un fariseo quien lo había invitado a cenar a su casa y los demás invitados, Jesús acepta la compañía de una mujer de “mala vida” marginada y discriminada, y en lugar de expulsarla se deja tocar y ungir los pies por quien era una conocida prostituta, a pesar del escándalo que esto podía causar, Jesús aceptó el homenaje sin reproche alguno (Lc 7:36-50).


Además de estas, existen cantidad de historias referentes a Jesús y la manera en la que reconoció la dignidad intrínseca que tenemos como mujeres dentro de una cultura abiertamente patriarcal y machista. Está la de la mujer samaritana, con quien Jesús habló abiertamente en público, siendo mujer y peor, siendo los samaritanos odiados por los judíos. También, en la resurrección, fueron mujeres las portavoces del mensaje de que había resucitado, a pesar de ser ellas menospreciadas y sin ninguna autoridad religiosa.


Lo que vale la pena resaltar de todos estos relatos, es como Jesús desafió de frente las instituciones sexistas de su tiempo y reconoció la dignidad inherente de la mujer y su rol en la sociedad. Por eso no es sorpresa que fueron las mujeres quienes los siguieron de principio a fin y estuvieron a los pies de la cruz cuando él murió mientras la mayoría de sus discípulos huían. Y otro aspecto sorprendente, es cuando al estudiar la estirpe de Jesús, se encuentra, raramente, que se menciona una cantidad de mujeres en su genealogía, las cuales, para la época, serían rechazadas por sus condiciones: Rahab, una prostituta, Tamar, una mujer que había cometido el pecado de incesto, Rut, una viuda moabita y Betsabé, quien cometió adulterio con el Rey David.


En conclusión, sea cual sea la naturaleza que cada uno pueda darle a Jesús, es bueno reconocer la lucha que emprendió por la dignidad de la mujer contra todo lo establecido en la cultura. Fue una de las primeras figuras en derribar estos paradigmas sexistas que aún hoy persisten en algunos aspectos de las instituciones cristianas. Y siendo este un país en su mayoría cristiano, bien sea evangélico o católico, aún más, debemos propugnar para que estas enseñanzas sean puestas en práctica, en nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro estudio, en la iglesia.


En definitiva, intentemos ser como Jesús fue con las mujeres. Amémonos más entre nosotras, defendámonos, y, sobre todo, sigamos luchando juntas para que nuestro valor y dignidad sean reconocidos por todos y todas.  


Bibliografía

Miller, D. (2012). Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo. Estados Unidos: JUCUM.

m.arrizabalaga. (19 de abril de 2014). Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth. España. ABC Sociedad Recuperado de:

Future Church. Jesus y Las Mujeres. Ohio. Future Church Recuperado de:

Claudia Peiró. (26 de marzo de 2016). Jesús, "el hombre que amaba las mujeres". Argentina. Infobae Recuperado de:

Eudald Espluga. (15 de marzo de 2018). Lo que Jesús verdaderamente pensaba a propósito de las mujeres. Playground. Recuperado de:

El Jesús de las Mujeres

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December 15, 2018

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Nota del Autor: Antes de que lean esta columna me gustaría decir lo siguiente: lo aquí escrito expresa una opinión de lo que he venido aprendiendo toda mi vida y contrastado con lo que me he ido encontrando en temas de derechos humanos con perspectiva de género. Seguramente desde ambas partes (el cristianismo y el feminismo) esta columna será criticada porque ¿COMO SE ATREVE A DECIR QUE JESÚS ES FEMINISTA? Y lo entiendo, pero de nuevo, ésta es sólo la opinión de una interpretación que hago de lo que he aprendido sobre un personaje que me parece fascinante, Jesús. Así que, odíenla o ámenla; y bienvenidos todos los comentarios, sugerencias o críticas. Sigo aprendiendo.


A propósito de estas épocas de navidad, traigo su protagonista a esta columna. ¿Quién era ese niño al que hoy le celebramos el cumpleaños? ¿Existió? Para quienes hemos crecido en familias creyentes, sabemos bien de quien se habla y a quien se celebra, y para los que no son creyentes, de todas maneras, estoy segura, alguna vez en su vida han escuchado de él. Quizás sea difícil llamarlo un personaje histórico, primero, porque la Biblia no es, en sentido estricto, una fuente histórica, y segundo, porque, además, se duda de la autenticidad de las fuentes no bíblicas que hablan de la existencia de Jesús.


Aún así, existen referencias de Jesús por parte de varios historiadores antiguos, como Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el joven, Luciano, entre otros, en cuyos escritos no dudan de la existencia de este hombre, principalmente, como un personaje que generó una revolución dentro del pueblo judío y en el contexto del Imperio Romano en la época.  


Pero, al margen de este debate que han llevado por años y años los historiadores, es indudable que Jesús de Nazaret es un hombre que despierta sentimientos de todo tipo, en general, creo que buenos. Porque independientemente de que se crea o no en él como hijo de Dios, salvador y redentor del mundo, es un hombre que dejó diversas enseñanzas que hoy se siguen propagando por el mundo. Muchos hemos oído del Jesús profeta; del crucificado; del “niño Dios” o “divino niño”,  al que se le piden los regalos; del Jesús de los milagros, y para otros también, del “primer socialista” que existió. Sin embargo, de todas estas perspectivas, la más fascinante, para mí, es el Jesús feminista.


¿Feminista? Que me perdonen las feministas más duras, si con esto me estoy equivocando; porque sé, que afirmar que Jesús era feminista es sin duda controversial y daría para un tema amplio de estudio, pero a continuación, hablaré sobre algunas de las historias descritas en los evangelios de La Biblia que reflejan cómo este hombre cambió muchas de las prácticas y paradigmas sexistas de la sociedad judía de la época, con las que se puede efectivamente concluir que las costumbres de Jesús hacia las mujeres se consideran radicalmente inclusivas.


Antes, para comprender por qué el comportamiento de Jesús con las mujeres fue revolucionario, se debe entender el contexto en el que vivían las mujeres. Como lo dice el autor Darrow Miller, en su libro Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo, a pesar de la valiosa concepción de la mujer en la narrativa bíblica, la sociedad judía consideraba inferior a la mujer. La mujer judía no contaba en los quórum, rara vez se le enseñaba la Torá, y estaba prohibido para ellas hablar con hombres que no fueran familiares inmediatos (Miller, 2012, p. 240).


Así, esta era una sociedad patriarcal. La participación de la mujer en la vida pública era nula, las mujeres pasaban del padre al marido, una mujer no podía caminar sola por los campos. Además, estaba permitida la poligamia para el hombre y la mujer no podía oponerse, pero si ella era sorprendida en adulterio, sería apedreada.


En este contexto, encontramos la primera historia, la de la mujer adúltera, y esta es quizás una de las historias más bellas y revolucionarias que protagonizó frente a los líderes de la ley judía. Según el evangelio de Juan (Jn 8), los maestros de la ley religiosa y los fariseos le llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en adulterio y le preguntaron “¿debemos apedrearla como dice la ley de Moisés?” a lo que este les respondió: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.


Esta respuesta es revolucionaria, pues Jesús no permite que la mujer sea apedreada porque tenía claro que, según la ley, el hombre que había sido sorprendido con ella también debía ser apedreado y enjuiciado, cosa que los fariseos querían pasar por alto. De este modo, Jesús defiende a la mujer adúltera de una muerte y de un juicio injusto y discriminatorio, de esta manera, enseñó que la mujer no podía ser juzgada si el hombre tampoco lo era.


Otra historia es la de la mujer del flujo de sangre (Mc 5:24-33). Esta era una época y una cultura en la que la menstruación era considerada como algo impuro y, por tanto, la mujer durante este periodo debía permanecer apartada, y si un hombre llegaba a tocarla se volvía impuro junto con ella y posteriormente debían someterse a un ritual de purificación. Pero Jesús entra a derribar estos prejuicios judíos sobre la menstruación; según cuenta la historia, una mujer que tenía un flujo de sangre por más de doce años, toca el manto de Jesús, quién le pregunta “¿por qué me has tocado?”, la mujer le responde que necesita ser sanada y, enseguida, él procede al milagro, sin preocuparse de que ante los preceptos legales vigentes sería impuro, ni por el ritual de impureza exigido.


Ya antes vimos que a la mujer le estaba prohibido aprender la Torá, incluso, el Talmud exigía al varón judío orar diariamente “Gracias Dios por no haberme hecho gentil, mujer o esclavo”. (Miller, 2012, p. 239). Y es en este contexto en que Jesús contra todos los postulados sexistas concernientes al aprendizaje y al conocimiento de la mujer, dedica a enseñarle a las mujeres que lo seguían. Muestra de este acto revolucionario es que les permitía a todas las mujeres seguirlo y escucharlo, aun cuando esto era mal visto por la sociedad.


Pero, específicamente, encontramos la historia de María Magdalena y Marta, su hermana. Además de quebrantar los tabúes al mantener una profunda amistad con ellas, elimina la división establecida según la cual las mujeres debían trabajar en el hogar y los hombres eran quienes aprendían. Estando en la casa de Betania, donde ellas vivían, María se sentó con Jesús a escucharle sus enseñanzas mientras Marta se dedicaba a las labores del hogar y la cocina, por lo que Marta misma le reprocha que mande a María a ayudarla, y Jesús reacciona diciéndole “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada", refiriéndose a el aprendizaje, el estudio y la reflexión de sus enseñanzas, que para entonces estaba reservado al varón (Lc 10:38). Con esto, les enseñó a ambas mujeres que tenían derecho al aprendizaje, así mismo, le indicó a Marta que su vida no estaba exclusivamente supeditada a las tareas del hogar.


Por último, tenemos el cuadro de la prostituta que lavó los pies de Jesús. En mi opinión, este es uno de los cuadros más lindos, pues ante todo pronóstico de las personas con las que se encontraba, con Simón, un fariseo quien lo había invitado a cenar a su casa y los demás invitados, Jesús acepta la compañía de una mujer de “mala vida” marginada y discriminada, y en lugar de expulsarla se deja tocar y ungir los pies por quien era una conocida prostituta, a pesar del escándalo que esto podía causar, Jesús aceptó el homenaje sin reproche alguno (Lc 7:36-50).


Además de estas, existen cantidad de historias referentes a Jesús y la manera en la que reconoció la dignidad intrínseca que tenemos como mujeres dentro de una cultura abiertamente patriarcal y machista. Está la de la mujer samaritana, con quien Jesús habló abiertamente en público, siendo mujer y peor, siendo los samaritanos odiados por los judíos. También, en la resurrección, fueron mujeres las portavoces del mensaje de que había resucitado, a pesar de ser ellas menospreciadas y sin ninguna autoridad religiosa.


Lo que vale la pena resaltar de todos estos relatos, es como Jesús desafió de frente las instituciones sexistas de su tiempo y reconoció la dignidad inherente de la mujer y su rol en la sociedad. Por eso no es sorpresa que fueron las mujeres quienes los siguieron de principio a fin y estuvieron a los pies de la cruz cuando él murió mientras la mayoría de sus discípulos huían. Y otro aspecto sorprendente, es cuando al estudiar la estirpe de Jesús, se encuentra, raramente, que se menciona una cantidad de mujeres en su genealogía, las cuales, para la época, serían rechazadas por sus condiciones: Rahab, una prostituta, Tamar, una mujer que había cometido el pecado de incesto, Rut, una viuda moabita y Betsabé, quien cometió adulterio con el Rey David.


En conclusión, sea cual sea la naturaleza que cada uno pueda darle a Jesús, es bueno reconocer la lucha que emprendió por la dignidad de la mujer contra todo lo establecido en la cultura. Fue una de las primeras figuras en derribar estos paradigmas sexistas que aún hoy persisten en algunos aspectos de las instituciones cristianas. Y siendo este un país en su mayoría cristiano, bien sea evangélico o católico, aún más, debemos propugnar para que estas enseñanzas sean puestas en práctica, en nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro estudio, en la iglesia.


En definitiva, intentemos ser como Jesús fue con las mujeres. Amémonos más entre nosotras, defendámonos, y, sobre todo, sigamos luchando juntas para que nuestro valor y dignidad sean reconocidos por todos y todas.  


Bibliografía

Miller, D. (2012). Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo. Estados Unidos: JUCUM.

m.arrizabalaga. (19 de abril de 2014). Testimonios no cristianos de la existencia de Jesús de Nazareth. España. ABC Sociedad Recuperado de:

Future Church. Jesus y Las Mujeres. Ohio. Future Church Recuperado de:

Claudia Peiró. (26 de marzo de 2016). Jesús, "el hombre que amaba las mujeres". Argentina. Infobae Recuperado de:

Eudald Espluga. (15 de marzo de 2018). Lo que Jesús verdaderamente pensaba a propósito de las mujeres. Playground. Recuperado de:

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