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Foto: Julia M Cameron en Pexels

Es momento de reflexionar en nuestras acciones, pero también es importante recordar ¿qué han aportado las mujeres a nuestra vida cotidiana? Déjame ilustrar un poco. Al cumplir cuatro años mamá me enseñó a leer, fue mi primera maestra, al cursar el segundo grado de secundaria la profesora Aurelia Torres Nájera me invitó a expresarme a través del teatro, al ingresar a la preparatoria la docente Lucía Melgar me enseñó a escribir una crónica de viaje, así como una calaverita. Cuando asistí a la universidad tuve el gran honor de ser alumna de la doctora Leticia Romero Chumacero quien impartía la materia narrativa escrita por mujeres a partir de Una habitación propia, una asignatura especial porque aquí comenzó el conocimiento, efectivamente en la materia no solo estaba Virginia Woolf, sino también Simone de Beauvoir, Inés Arredondo, Laura Méndez de Cuenca, entre otras grandes escritoras que probablemente ahora ya las conoces, por la gran difusión que han hecho algunas editoriales.

Cada profesora contribuyó a mi aprendizaje desde su conocimiento. En la actualidad es común mencionar: “pero las profesoras no imparten clase”, “solo cobran”, “hay un retroceso en la educación”, “la pandemia no es un pretexto”, “nadie quiere regresar a los salones de clase”, “para eso le pagan”, innumerables palabras que aún escucho. Nadie ha pensado en la violencia que vive cada maestra en un salón de clases, por ejemplo: Desde el acoso sexual, hasta ignorar a la docente cuando imparte clase online, incluso la educadora ha escuchado como discuten mamá y papá porque un estudiante olvido apagar el micrófono, la catedrática en alguna ocasión ha tenido que ignorar los insultos a su persona porque lo importante es terminar la clase, un tipo de violencia común es cuando no les pagan el salario correspondiente como a las maestras que viven en Michoacán, asunto que hace poco comenzó a resolverse, además exigen que asistan a talleres pedagógicos donde no les extienden un documento probatorio para poder comprobar que continúan adquiriendo experiencia, pedirles actividades ajenas a impartir clases, exigirles que asistan a la institución en días no laborales. Cada quien desde su trinchera atacando a la profesora, pero no reconocen el trabajo que hace cada día al llegar a la clase, al haber preparado el tema, al explicar cada contenido, al revisar las tareas, al repetir la explicación porque tal vez no comprendieron los estudiantes, al asistir a otras instituciones para seguir preparándose, para ser una mejor docente.

La profesora también vive violencia, es importante hablar del tema porque si queremos infancias sanas también debe haber una prioridad a la protección física y psicológica de la educadora. No es fácil señalar las violencias que han enfrentado durante la pandemia, así como no es sencillo enfrentar la demanda laboral y el exceso de trabajo que han hecho algunas instituciones públicas y privadas desde el nivel básico hasta el nivel superior donde han dejado de lado el bienestar de la docente, por ese motivo hay que reflexionar sobre ¿qué hacer para procurar no solo al estudiante, sino también a la profesora?


La Profesora También Vive Violencia

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November 30, 2021

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Foto: Julia M Cameron en Pexels

Es momento de reflexionar en nuestras acciones, pero también es importante recordar ¿qué han aportado las mujeres a nuestra vida cotidiana? Déjame ilustrar un poco. Al cumplir cuatro años mamá me enseñó a leer, fue mi primera maestra, al cursar el segundo grado de secundaria la profesora Aurelia Torres Nájera me invitó a expresarme a través del teatro, al ingresar a la preparatoria la docente Lucía Melgar me enseñó a escribir una crónica de viaje, así como una calaverita. Cuando asistí a la universidad tuve el gran honor de ser alumna de la doctora Leticia Romero Chumacero quien impartía la materia narrativa escrita por mujeres a partir de Una habitación propia, una asignatura especial porque aquí comenzó el conocimiento, efectivamente en la materia no solo estaba Virginia Woolf, sino también Simone de Beauvoir, Inés Arredondo, Laura Méndez de Cuenca, entre otras grandes escritoras que probablemente ahora ya las conoces, por la gran difusión que han hecho algunas editoriales.

Cada profesora contribuyó a mi aprendizaje desde su conocimiento. En la actualidad es común mencionar: “pero las profesoras no imparten clase”, “solo cobran”, “hay un retroceso en la educación”, “la pandemia no es un pretexto”, “nadie quiere regresar a los salones de clase”, “para eso le pagan”, innumerables palabras que aún escucho. Nadie ha pensado en la violencia que vive cada maestra en un salón de clases, por ejemplo: Desde el acoso sexual, hasta ignorar a la docente cuando imparte clase online, incluso la educadora ha escuchado como discuten mamá y papá porque un estudiante olvido apagar el micrófono, la catedrática en alguna ocasión ha tenido que ignorar los insultos a su persona porque lo importante es terminar la clase, un tipo de violencia común es cuando no les pagan el salario correspondiente como a las maestras que viven en Michoacán, asunto que hace poco comenzó a resolverse, además exigen que asistan a talleres pedagógicos donde no les extienden un documento probatorio para poder comprobar que continúan adquiriendo experiencia, pedirles actividades ajenas a impartir clases, exigirles que asistan a la institución en días no laborales. Cada quien desde su trinchera atacando a la profesora, pero no reconocen el trabajo que hace cada día al llegar a la clase, al haber preparado el tema, al explicar cada contenido, al revisar las tareas, al repetir la explicación porque tal vez no comprendieron los estudiantes, al asistir a otras instituciones para seguir preparándose, para ser una mejor docente.

La profesora también vive violencia, es importante hablar del tema porque si queremos infancias sanas también debe haber una prioridad a la protección física y psicológica de la educadora. No es fácil señalar las violencias que han enfrentado durante la pandemia, así como no es sencillo enfrentar la demanda laboral y el exceso de trabajo que han hecho algunas instituciones públicas y privadas desde el nivel básico hasta el nivel superior donde han dejado de lado el bienestar de la docente, por ese motivo hay que reflexionar sobre ¿qué hacer para procurar no solo al estudiante, sino también a la profesora?


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