Licencia a la maternidad, un Llamado a la Igualdad

April 20, 2019
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La maternidad es posiblemente una de las experiencias individuales más significativas para una mujer. Genera cambios profundos tanto a nivel físico como emocional, que suponen la construcción de una nueva identidad condicionada por su(s) hijo(s). Viene acompañada de nuevas y mayores responsabilidades, que inevitablemente generan en la mujer un cúmulo de emociones como ansiedad, miedo, frustración, ternura, alegría y esperanza como resultado del más fuerte de los impulsos: el amor.

El amor materno es una de las formas de cariño más importantes para la experiencia humana. Como diría el psicoanalista Erick Fromm, el amor materno es incondicional, y este tipo de afecto corresponde a uno de los anhelos más profundos, no sólo del niño, sino del ser humano. Por su propia naturaleza, difiere del amor paterno, pues este es condicional, es un amor que no está fuera de control, como el de la madre, se puede hacer algo por conseguirlo. Es un amor único.

La relación con la madre y el padre también es disímil. Fromm señala que durante el embarazo y justo después de nacer, el niño depende por completo de la madre. Sin embargo, con el paso del tiempo se vuelve más independiente y empieza a explorar el mundo por su cuenta. Es entonces cuando la relación con la madre pierde un poco su significado vital, mientras que la relación con el padre gana relevancia.

Anteriormente, el rol de las mujeres en la sociedad se limitaba fundamentalmente a ser madres, sin embargo, esto ha cambiado, producto de la lucha permanente por la igualdad de derechos y ante nuevos paradigmas económicos. Durante el siglo XX, una de las revoluciones socioeconómicas más destacables fue el aumento de la participación de las mujeres en las actividades económicas. Según la CEPAL, mientras que la tasa de participación masculina en Latinoamérica pasó de 81.68% a 78.57% entre 1980 y 2018, la tasa de participación femenina aumentó de 35.35% a 54.53% en el mismo período. En este sentido, la maternidad ha entrado en dicotomía con la situación laboral de las mujeres.

Bajo este contexto, y pese a la relevancia que tiene la maternidad sobre el desarrollo del ser humano y la construcción de una mejor sociedad, la mujer tiende a verse discriminada en su ejercicio. Adicional a los temores propios de la maternidad, la mujer enfrenta otros temores relacionados con su devenir profesional. Son múltiples los interrogantes que atormentan una y otra vez cuando el embarazo ha llegado: ¿no me renovarán el contrato?, ¿me contratarán sabiendo que estoy embarazada?, ¿seré atractiva para escalar a esta posición si saben que tengo hijos?, si me ausento algunos años para dedicarme a mis hijos, ¿seré valorada cuando me quiera reincorporar al mercado laboral? Como sociedad más bien debemos preguntarnos, ¿por qué la mujer cuenta, entonces, con mayores dificultades para alcanzar el éxito laboral si se dedica a ser madre, mientras que un padre no? En principio, todos somos iguales ante la ley y ambos padres son igualmente responsables por sus hijos.

Debemos reflexionar sobre el significado y las implicaciones de la maternidad y sobre la filosofía que subyace las cada vez más necesarias licencias de maternidad.

De acuerdo con la OIT, la mayoría de países en desarrollo e industrializados cuentan con algún tipo de licencia de maternidad con el propósito de brindar seguridad laboral a las mujeres posterior al parto de sus hijos. Aunque la Organización recomienda que se den al menos 14 semanas de licencia, las condiciones de esta son muy variadas entre países. Canadá, Suecia y Japón otorgan aproximadamente 1 año de licencias pagas. República Checa otorga 2 años, mientras que Finlandia, Estonia y Eslovaquia otorgan 3 años. En algunos países, además, esta es compartida entre ambos padres. Por su parte, en Estados Unidos no es obligatorio dar licencias de maternidad remuneradas.  

Actualmente, en Colombia, la licencia de maternidad tiene una extensión de 18 semanas, pero existe un proyecto de ley (50 de 2018) iniciando trámite en el Senado de la República que buscar ampliarla a 24 semanas o incluso a 1 año si el bebé tiene graves problemas de salud. Pretende proteger el empleo de la mujer, pues se garantizaría que no fuera despedida hasta haber pasado 6 meses o 1 año y con una autorización del Ministerio del Trabajo, cuando hoy puede ser despedida 3 meses después de su reintegro. Adicionalmente, propone permitirle a la empleada salir una hora antes durante el período de lactancia, teniendo en cuenta que la OMS recomienda un mínimo de 6 meses de lactancia para los recién nacidos, entre otras disposiciones.

No obstante el Ministerio del Trabajo y distintos gremios no han visto con buenos ojos esta iniciativa. Como es habitual, alegan que tal medida reduciría la productividad de las empresas y además, encarecería los costos de contratación femenina. Sin embargo, de acuerdo con un artículo de Lydia Dishman publicado en FastCompany, en Estados Unidos, empresas del sector tecnología/entretenimiento, aun cuando el gobierno no se los ha exigido, han optado por otorgar licencias de maternidad. Por ejemplo; Amazon instauró 20 semanas; Adobe, 26; ZestFinance, 6 meses; Netflix, por su parte, planea dar licencias por 1 año.   

Para tomar estas decisiones, los directivos más bien se han cuestionado cuál es el costo de no ofrecer estos “beneficios”. Se señala, entonces, que se aumenta el riesgo de perder y se dificulta atraer empleados talentosos y de mente abierta. Reconocen que si bien los costos financieros de las licencias son considerables, es mucho peor perder a los mejores profesionales en términos de productividad.  

Entre los defensores de la iniciativa en Colombia se encuentran los profesionales de la salud, pues reconocen que las mujeres actualmente enfrentan desafíos para su autocuidado, así como el de sus hijos. El proceso de extracción de leche materna se vuelve complejo, así como los horarios de sueño; sin embargo, a los 6 meses, generalmente, los bebés ya duermen toda la noche y pueden iniciar la alimentación complementaria.  

Sin duda, ampliar las licencias de maternidad representa una mejoría el bienestar de las familias colombianas, sería un avance para el país no sólo en cuanto a la garantía de derechos, sino también en calidad de vida. No obstante, la ley tal como está diseñada hoy en día sugiere que la grandiosa tarea del cuidado de los bebés es exclusiva de las mujeres, pues son ellas las únicas que tienen acceso a los permisos, mientras que la licencia de paternidad sólo dura 8 días.

Si bien coincido en que el rol de la mujer en esta labor es primordial al seguir las ideas de Fromm, además que biológicamente necesita recuperarse del embarazo y parto, no es exclusiva. Los hombres también pueden y deben hacerse cargo de los hijos. Tal como ya lo han implementado en distintos países, las licencias deberían ser compartidas. Las parejas deberían estar en libertad de decidir cómo distribuyen la responsabilidad que supone traer a un nuevo ser humano al mundo. Así, se reducirían esos estereotipos que generar discriminación contra la mujer al enfrentarse a las tensiones que supone ser madre y empleada.  

De esta manera, como sociedad debemos ser conscientes que el cuidado y la crianza de los niños es responsabilidad de todos. Tanto la maternidad como la paternidad son asuntos colectivos, que no sólo competen a los padres, sino a los grupos de apoyo como vienen siendo los empleadores y el gobierno si realmente queremos construir una sociedad con mejores seres humanos.   

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November 30, 2018

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La maternidad es posiblemente una de las experiencias individuales más significativas para una mujer. Genera cambios profundos tanto a nivel físico como emocional, que suponen la construcción de una nueva identidad condicionada por su(s) hijo(s). Viene acompañada de nuevas y mayores responsabilidades, que inevitablemente generan en la mujer un cúmulo de emociones como ansiedad, miedo, frustración, ternura, alegría y esperanza como resultado del más fuerte de los impulsos: el amor.

El amor materno es una de las formas de cariño más importantes para la experiencia humana. Como diría el psicoanalista Erick Fromm, el amor materno es incondicional, y este tipo de afecto corresponde a uno de los anhelos más profundos, no sólo del niño, sino del ser humano. Por su propia naturaleza, difiere del amor paterno, pues este es condicional, es un amor que no está fuera de control, como el de la madre, se puede hacer algo por conseguirlo. Es un amor único.

La relación con la madre y el padre también es disímil. Fromm señala que durante el embarazo y justo después de nacer, el niño depende por completo de la madre. Sin embargo, con el paso del tiempo se vuelve más independiente y empieza a explorar el mundo por su cuenta. Es entonces cuando la relación con la madre pierde un poco su significado vital, mientras que la relación con el padre gana relevancia.

Anteriormente, el rol de las mujeres en la sociedad se limitaba fundamentalmente a ser madres, sin embargo, esto ha cambiado, producto de la lucha permanente por la igualdad de derechos y ante nuevos paradigmas económicos. Durante el siglo XX, una de las revoluciones socioeconómicas más destacables fue el aumento de la participación de las mujeres en las actividades económicas. Según la CEPAL, mientras que la tasa de participación masculina en Latinoamérica pasó de 81.68% a 78.57% entre 1980 y 2018, la tasa de participación femenina aumentó de 35.35% a 54.53% en el mismo período. En este sentido, la maternidad ha entrado en dicotomía con la situación laboral de las mujeres.

Bajo este contexto, y pese a la relevancia que tiene la maternidad sobre el desarrollo del ser humano y la construcción de una mejor sociedad, la mujer tiende a verse discriminada en su ejercicio. Adicional a los temores propios de la maternidad, la mujer enfrenta otros temores relacionados con su devenir profesional. Son múltiples los interrogantes que atormentan una y otra vez cuando el embarazo ha llegado: ¿no me renovarán el contrato?, ¿me contratarán sabiendo que estoy embarazada?, ¿seré atractiva para escalar a esta posición si saben que tengo hijos?, si me ausento algunos años para dedicarme a mis hijos, ¿seré valorada cuando me quiera reincorporar al mercado laboral? Como sociedad más bien debemos preguntarnos, ¿por qué la mujer cuenta, entonces, con mayores dificultades para alcanzar el éxito laboral si se dedica a ser madre, mientras que un padre no? En principio, todos somos iguales ante la ley y ambos padres son igualmente responsables por sus hijos.

Debemos reflexionar sobre el significado y las implicaciones de la maternidad y sobre la filosofía que subyace las cada vez más necesarias licencias de maternidad.

De acuerdo con la OIT, la mayoría de países en desarrollo e industrializados cuentan con algún tipo de licencia de maternidad con el propósito de brindar seguridad laboral a las mujeres posterior al parto de sus hijos. Aunque la Organización recomienda que se den al menos 14 semanas de licencia, las condiciones de esta son muy variadas entre países. Canadá, Suecia y Japón otorgan aproximadamente 1 año de licencias pagas. República Checa otorga 2 años, mientras que Finlandia, Estonia y Eslovaquia otorgan 3 años. En algunos países, además, esta es compartida entre ambos padres. Por su parte, en Estados Unidos no es obligatorio dar licencias de maternidad remuneradas.  

Actualmente, en Colombia, la licencia de maternidad tiene una extensión de 18 semanas, pero existe un proyecto de ley (50 de 2018) iniciando trámite en el Senado de la República que buscar ampliarla a 24 semanas o incluso a 1 año si el bebé tiene graves problemas de salud. Pretende proteger el empleo de la mujer, pues se garantizaría que no fuera despedida hasta haber pasado 6 meses o 1 año y con una autorización del Ministerio del Trabajo, cuando hoy puede ser despedida 3 meses después de su reintegro. Adicionalmente, propone permitirle a la empleada salir una hora antes durante el período de lactancia, teniendo en cuenta que la OMS recomienda un mínimo de 6 meses de lactancia para los recién nacidos, entre otras disposiciones.

No obstante el Ministerio del Trabajo y distintos gremios no han visto con buenos ojos esta iniciativa. Como es habitual, alegan que tal medida reduciría la productividad de las empresas y además, encarecería los costos de contratación femenina. Sin embargo, de acuerdo con un artículo de Lydia Dishman publicado en FastCompany, en Estados Unidos, empresas del sector tecnología/entretenimiento, aun cuando el gobierno no se los ha exigido, han optado por otorgar licencias de maternidad. Por ejemplo; Amazon instauró 20 semanas; Adobe, 26; ZestFinance, 6 meses; Netflix, por su parte, planea dar licencias por 1 año.   

Para tomar estas decisiones, los directivos más bien se han cuestionado cuál es el costo de no ofrecer estos “beneficios”. Se señala, entonces, que se aumenta el riesgo de perder y se dificulta atraer empleados talentosos y de mente abierta. Reconocen que si bien los costos financieros de las licencias son considerables, es mucho peor perder a los mejores profesionales en términos de productividad.  

Entre los defensores de la iniciativa en Colombia se encuentran los profesionales de la salud, pues reconocen que las mujeres actualmente enfrentan desafíos para su autocuidado, así como el de sus hijos. El proceso de extracción de leche materna se vuelve complejo, así como los horarios de sueño; sin embargo, a los 6 meses, generalmente, los bebés ya duermen toda la noche y pueden iniciar la alimentación complementaria.  

Sin duda, ampliar las licencias de maternidad representa una mejoría el bienestar de las familias colombianas, sería un avance para el país no sólo en cuanto a la garantía de derechos, sino también en calidad de vida. No obstante, la ley tal como está diseñada hoy en día sugiere que la grandiosa tarea del cuidado de los bebés es exclusiva de las mujeres, pues son ellas las únicas que tienen acceso a los permisos, mientras que la licencia de paternidad sólo dura 8 días.

Si bien coincido en que el rol de la mujer en esta labor es primordial al seguir las ideas de Fromm, además que biológicamente necesita recuperarse del embarazo y parto, no es exclusiva. Los hombres también pueden y deben hacerse cargo de los hijos. Tal como ya lo han implementado en distintos países, las licencias deberían ser compartidas. Las parejas deberían estar en libertad de decidir cómo distribuyen la responsabilidad que supone traer a un nuevo ser humano al mundo. Así, se reducirían esos estereotipos que generar discriminación contra la mujer al enfrentarse a las tensiones que supone ser madre y empleada.  

De esta manera, como sociedad debemos ser conscientes que el cuidado y la crianza de los niños es responsabilidad de todos. Tanto la maternidad como la paternidad son asuntos colectivos, que no sólo competen a los padres, sino a los grupos de apoyo como vienen siendo los empleadores y el gobierno si realmente queremos construir una sociedad con mejores seres humanos.   

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