Los Detenidos Desaparecidos del Proceso de Reorganización Nacional

April 20, 2019
Artículo
por:
No items found.


A close up of a boxDescription automatically generated
Foto:Mónica R. Espitia. 2016. Buenos Aires, Argentina.

El proceso de reorganización nacional comenzó con el golpe de Estado a la presidenta María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976 y culminó con la entrega del gobierno, mediante elecciones democráticas, al nuevo candidato electo Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983. La dictadura o las Juntas Militares comandadas por el jefe del ejército, Jorge Rafael Videla; el de la armada, Emilio Eduardo Massera; y el de las fuerzas aéreas, Orlando Ramón Agosti, tenían como objetivo establecer un control total en medio de una caótica realidad social llamada subversión.

En el contexto de la Guerra Fría, la lucha mundial, no solo entre Estados Unidos y La Unión Soviética sino alrededor del globo, estaba dividida entre la derecha y la izquierda. El caso de América Latina en el Cono Sur, principalmente el de Argentina, es el que trataremos aquí. Las denuncias de crímenes políticos violentos eran una noticia diaria internacionalmente, el elemento subversivo del peronismo había alcanzado niveles inaceptables a los ojos de las naciones comprometidas a exterminarlo. El peronismo ya tenía una gran cantidad de denuncias de crímenes en contra de la humanidad y persecución política antes del golpe; la violencia no comenzó con este, sino que se agudizó y transformó el país en un régimen totalitario.

La escuela de las Américas, situada en Panamá, fue uno de los elementos esenciales para entrenar a las fuerzas armadas latinoamericanas con el apoyo de países como Francia, el cual ya tenía de base la experiencia argelina. A través de este entrenamiento se hicieron conocidos y establecidos ciertos métodos de interrogatorio, varias formas de infiltración a las células terroristas y medidas que lograrían crear terror para desanimar a las personas de participar en la resistencia.

Una vez elegido Raúl Alfonsín se establecieron nuevas iniciativas para la memoria y la justicia: la Comisión Nacional sobre la Desaparición Forzada o CONADEP, la asociación de las Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S., la ex ESMA o Escuela de Mecánica de la Armada, el Juicio a las Juntas de 1983 y la persecución de criminales de lesa humanidad, los cuales siguen siendo condenados por las cortes internacionales y argentinas. Gracias a estas iniciativas es que hoy tenemos una idea, hasta cierto punto minuciosa, de los hechos acontecidos durante la última dictadura argentina.

Corresponde también mencionar que fueron muchos los esfuerzos para denunciar y detener los crímenes cometidos por las autoridades del país. Las primeras denuncias frente a organismos internacionales se hicieron públicas a través de Amnistía Internacional, organización que envió una comisión en 1976. Más adelante, en 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hizo una visita al país. Ambas encontraron culpable al Estado argentino de crímenes de lesa humanidad. Asimismo, abogados, representantes de derechos humanos y civiles residentes interponían medidas legales para la protección de los detenidos y el esclarecimiento de sus paraderos y condiciones. Todas estas medidas resultaron infructuosas y fue solo después de la pérdida de la Guerra de las Malvinas y la necesidad evidente de entregar el gobierno que se pudo poner un alto a la persecución política.

Los familiares de los detenidos preguntaban incesantemente por ellos en las diferentes comisarías, presentaban habeas corpus y, si corrían con suerte, podían llevar comida y ropa. Fue así como se creó la organización de las Madres de Plaza de Mayo. Todos los días las madres se cruzaban en estos lugares preguntando por sus hijos. “Te he visto antes”, “tú estabas hace unos días preguntando por tu hijo”. No pasó mucho tiempo hasta que se comenzaron a reunir para unir esfuerzos, hacer acto de presencia y gritar, a pesar del riesgo a su propia integridad, demandando respuestas satisfactorias. Tras el paso de los años, ya no preguntaban por el paradero de sus familiares sino por las circunstancias de sus muertes.

Dados los testimonios de las víctimas podemos establecer que la violencia sexual, la apropiación o robo de niños, los “vuelos de la muerte”, la desaparición forzada y la tortura fueron los crímenes principales de las Juntas Militares en contra de civiles. Sin embargo, delitos como alteración de la evidencia y arresto de menores, entre muchos otros, estuvieron siempre a la orden del día. El secuestro por parte de personas vestidas de civil o uniformados, siempre armados, sucedía, por lo general, en los domicilios de las personas (62%), durante la noche (62%), aunque también hubo muchos casos en los que se realizaban en la calle (24,6%). Los Centros Clandestinos de Detención o C.C.D. eran los emplazamientos en los cuales el terror acontecía. El vehículo emblemático de la dictadura era el Ford Falcon porque en este tipo de automóvil eran trasladadas las personas del lugar de su captura a los C.C.D. establecidos en la región correspondiente. Las personas eran tabicadas, es decir, se les cubrían los ojos, eran amarradas y puestas en el baúl. Los operativos eran extensos y cada noche nuevos huéspedes llegaban a las instalaciones para ser torturados, con el objetivo de ablandarlos y después pasar a ser prisioneros.

Muchas eran las modalidades de tortura y trato a las víctimas. Entre las principales estaba la picana: electricidad aplicada directamente en las partes más sensibles del cuerpo como los genitales, las axilas, los pechos y los pies. Era común que en las sesiones se utilizara agua para ampliar el efecto. Las violaciones también eran comunes, tanto en hombres como en mujeres, con objetos y técnicas variadas. Golpizas y trato degradante era dirigido a personas judías. Los prisioneros eran alojados en habitaciones extremadamente pequeñas en condiciones denigrantes de suciedad y hacinamiento. También, los guardias los dejaban suspendidos de las manos durante horas, de tal forma que nunca pudieran descansar. Las mujeres embarazadas (3%) no corrían con mejor suerte: muchas de ellas asistían a los partos de sus compañeras en presencia de personal médico que inducía partos, realizaba cesáreas innecesarias, violaba a las mujeres y arrebataba a sus hijos. Para el 2006 solo 25 de los 172 niños que se sabe con certeza que nacieron en los C.C.D. han sido identificados por las Madres de la Plaza de Mayo. Muchos murieron. Los demás fueron dados en adopción sin el consentimiento de los padres.

El personal médico atendía a las embarazadas, a las personas que sufrían de enfermedades asociadas a la tortura y a los malos tratos, pero también estaba presente durante los interrogatorios para asegurarse de que las personas no murieran de manera intempestiva, sino que resistieran para seguir siendo violentados. Una vez los detenidos dejaban de ser útiles, eran drogados y llevados a aviones de carga en las horas de la madrugada para ser botados al mar durante un vuelo de aproximadamente una hora. Los cadáveres aparecían flotando a orillas de Mar del Plata, pero el reporte oficial decía que la causa había sido el enfrentamiento armado contra la autoridad estatal.

Los desaparecidos y los muertos por violencia siguen entre nosotros, no se detienen las cifras a nivel mundial, no paran los genocidios, no cesan las guerras. En el marco de esta historia surgen muchas preguntas que siguen siendo válidas ahora también en otros países: ¿por qué los gobiernos totalitarios siguen viéndose como una solución frente al desorden y la violencia? ¿No tenemos suficiente evidencia para inferir válidamente que la respuesta frente a los conflictos no es violencia ni opresión? ¿Por qué los organismos internacionales de defensa de los derechos humanos no realizan acciones vinculantes? ¿Por qué cuando las realizan tienen otros intereses de por medio? Para mí ninguna respuesta es satisfactoria porque no cambia los resultados. A pesar de tener más de dos milenios de pensadores, activistas, políticos en nuestra historia todavía resumimos a la violencia y al horror como sociedad. Les pregunto: ¿cuándo estaremos listos para una verdadera reorganización, esta vez internacional?



Bibliografía

ASOCIACIÓN AMERICANA DE JURISTAS. 1998. Juicios a los militares. Documentos secretos, decretos, leyes y jurisprudencia del Juicio a las Juntas militares argentinas. Cuadernos número 4. Web site: http://www.desaparecidos.org/arg/doc/secretos/index.html.

CIDH. 1980. Informe sobre la situación de derechos humanos en la Argentina. Web site: http://www.cidh.org/countryrep/argentina80sp/indice.htm. Consultado el 24 de abril de 2016.

CONADEP. 2013. Nunca más. Buenos Aires: Eudeba.

ROBIN, M. 2004. Escadrons de la Morte. École Française. Paris: La Découverte. RODRÍGUEZ, M. 2004. Juicio a las Juntas. El Nuremberg argentino. Buenos Aires.


Los Detenidos Desaparecidos del Proceso de Reorganización Nacional

Artículo
por:
No items found.
November 30, 2018

Galería

No items found.


A close up of a boxDescription automatically generated
Foto:Mónica R. Espitia. 2016. Buenos Aires, Argentina.

El proceso de reorganización nacional comenzó con el golpe de Estado a la presidenta María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976 y culminó con la entrega del gobierno, mediante elecciones democráticas, al nuevo candidato electo Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983. La dictadura o las Juntas Militares comandadas por el jefe del ejército, Jorge Rafael Videla; el de la armada, Emilio Eduardo Massera; y el de las fuerzas aéreas, Orlando Ramón Agosti, tenían como objetivo establecer un control total en medio de una caótica realidad social llamada subversión.

En el contexto de la Guerra Fría, la lucha mundial, no solo entre Estados Unidos y La Unión Soviética sino alrededor del globo, estaba dividida entre la derecha y la izquierda. El caso de América Latina en el Cono Sur, principalmente el de Argentina, es el que trataremos aquí. Las denuncias de crímenes políticos violentos eran una noticia diaria internacionalmente, el elemento subversivo del peronismo había alcanzado niveles inaceptables a los ojos de las naciones comprometidas a exterminarlo. El peronismo ya tenía una gran cantidad de denuncias de crímenes en contra de la humanidad y persecución política antes del golpe; la violencia no comenzó con este, sino que se agudizó y transformó el país en un régimen totalitario.

La escuela de las Américas, situada en Panamá, fue uno de los elementos esenciales para entrenar a las fuerzas armadas latinoamericanas con el apoyo de países como Francia, el cual ya tenía de base la experiencia argelina. A través de este entrenamiento se hicieron conocidos y establecidos ciertos métodos de interrogatorio, varias formas de infiltración a las células terroristas y medidas que lograrían crear terror para desanimar a las personas de participar en la resistencia.

Una vez elegido Raúl Alfonsín se establecieron nuevas iniciativas para la memoria y la justicia: la Comisión Nacional sobre la Desaparición Forzada o CONADEP, la asociación de las Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S., la ex ESMA o Escuela de Mecánica de la Armada, el Juicio a las Juntas de 1983 y la persecución de criminales de lesa humanidad, los cuales siguen siendo condenados por las cortes internacionales y argentinas. Gracias a estas iniciativas es que hoy tenemos una idea, hasta cierto punto minuciosa, de los hechos acontecidos durante la última dictadura argentina.

Corresponde también mencionar que fueron muchos los esfuerzos para denunciar y detener los crímenes cometidos por las autoridades del país. Las primeras denuncias frente a organismos internacionales se hicieron públicas a través de Amnistía Internacional, organización que envió una comisión en 1976. Más adelante, en 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hizo una visita al país. Ambas encontraron culpable al Estado argentino de crímenes de lesa humanidad. Asimismo, abogados, representantes de derechos humanos y civiles residentes interponían medidas legales para la protección de los detenidos y el esclarecimiento de sus paraderos y condiciones. Todas estas medidas resultaron infructuosas y fue solo después de la pérdida de la Guerra de las Malvinas y la necesidad evidente de entregar el gobierno que se pudo poner un alto a la persecución política.

Los familiares de los detenidos preguntaban incesantemente por ellos en las diferentes comisarías, presentaban habeas corpus y, si corrían con suerte, podían llevar comida y ropa. Fue así como se creó la organización de las Madres de Plaza de Mayo. Todos los días las madres se cruzaban en estos lugares preguntando por sus hijos. “Te he visto antes”, “tú estabas hace unos días preguntando por tu hijo”. No pasó mucho tiempo hasta que se comenzaron a reunir para unir esfuerzos, hacer acto de presencia y gritar, a pesar del riesgo a su propia integridad, demandando respuestas satisfactorias. Tras el paso de los años, ya no preguntaban por el paradero de sus familiares sino por las circunstancias de sus muertes.

Dados los testimonios de las víctimas podemos establecer que la violencia sexual, la apropiación o robo de niños, los “vuelos de la muerte”, la desaparición forzada y la tortura fueron los crímenes principales de las Juntas Militares en contra de civiles. Sin embargo, delitos como alteración de la evidencia y arresto de menores, entre muchos otros, estuvieron siempre a la orden del día. El secuestro por parte de personas vestidas de civil o uniformados, siempre armados, sucedía, por lo general, en los domicilios de las personas (62%), durante la noche (62%), aunque también hubo muchos casos en los que se realizaban en la calle (24,6%). Los Centros Clandestinos de Detención o C.C.D. eran los emplazamientos en los cuales el terror acontecía. El vehículo emblemático de la dictadura era el Ford Falcon porque en este tipo de automóvil eran trasladadas las personas del lugar de su captura a los C.C.D. establecidos en la región correspondiente. Las personas eran tabicadas, es decir, se les cubrían los ojos, eran amarradas y puestas en el baúl. Los operativos eran extensos y cada noche nuevos huéspedes llegaban a las instalaciones para ser torturados, con el objetivo de ablandarlos y después pasar a ser prisioneros.

Muchas eran las modalidades de tortura y trato a las víctimas. Entre las principales estaba la picana: electricidad aplicada directamente en las partes más sensibles del cuerpo como los genitales, las axilas, los pechos y los pies. Era común que en las sesiones se utilizara agua para ampliar el efecto. Las violaciones también eran comunes, tanto en hombres como en mujeres, con objetos y técnicas variadas. Golpizas y trato degradante era dirigido a personas judías. Los prisioneros eran alojados en habitaciones extremadamente pequeñas en condiciones denigrantes de suciedad y hacinamiento. También, los guardias los dejaban suspendidos de las manos durante horas, de tal forma que nunca pudieran descansar. Las mujeres embarazadas (3%) no corrían con mejor suerte: muchas de ellas asistían a los partos de sus compañeras en presencia de personal médico que inducía partos, realizaba cesáreas innecesarias, violaba a las mujeres y arrebataba a sus hijos. Para el 2006 solo 25 de los 172 niños que se sabe con certeza que nacieron en los C.C.D. han sido identificados por las Madres de la Plaza de Mayo. Muchos murieron. Los demás fueron dados en adopción sin el consentimiento de los padres.

El personal médico atendía a las embarazadas, a las personas que sufrían de enfermedades asociadas a la tortura y a los malos tratos, pero también estaba presente durante los interrogatorios para asegurarse de que las personas no murieran de manera intempestiva, sino que resistieran para seguir siendo violentados. Una vez los detenidos dejaban de ser útiles, eran drogados y llevados a aviones de carga en las horas de la madrugada para ser botados al mar durante un vuelo de aproximadamente una hora. Los cadáveres aparecían flotando a orillas de Mar del Plata, pero el reporte oficial decía que la causa había sido el enfrentamiento armado contra la autoridad estatal.

Los desaparecidos y los muertos por violencia siguen entre nosotros, no se detienen las cifras a nivel mundial, no paran los genocidios, no cesan las guerras. En el marco de esta historia surgen muchas preguntas que siguen siendo válidas ahora también en otros países: ¿por qué los gobiernos totalitarios siguen viéndose como una solución frente al desorden y la violencia? ¿No tenemos suficiente evidencia para inferir válidamente que la respuesta frente a los conflictos no es violencia ni opresión? ¿Por qué los organismos internacionales de defensa de los derechos humanos no realizan acciones vinculantes? ¿Por qué cuando las realizan tienen otros intereses de por medio? Para mí ninguna respuesta es satisfactoria porque no cambia los resultados. A pesar de tener más de dos milenios de pensadores, activistas, políticos en nuestra historia todavía resumimos a la violencia y al horror como sociedad. Les pregunto: ¿cuándo estaremos listos para una verdadera reorganización, esta vez internacional?



Bibliografía

ASOCIACIÓN AMERICANA DE JURISTAS. 1998. Juicios a los militares. Documentos secretos, decretos, leyes y jurisprudencia del Juicio a las Juntas militares argentinas. Cuadernos número 4. Web site: http://www.desaparecidos.org/arg/doc/secretos/index.html.

CIDH. 1980. Informe sobre la situación de derechos humanos en la Argentina. Web site: http://www.cidh.org/countryrep/argentina80sp/indice.htm. Consultado el 24 de abril de 2016.

CONADEP. 2013. Nunca más. Buenos Aires: Eudeba.

ROBIN, M. 2004. Escadrons de la Morte. École Française. Paris: La Découverte. RODRÍGUEZ, M. 2004. Juicio a las Juntas. El Nuremberg argentino. Buenos Aires.


Prohibida su reproducción parcial o total, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su autor y Revista Level.

COPYRIGHT © RevistaLevel.com.co

Arriba