Oda a La Resistencia: Resignificación De Los Derechos Humanos y Las Luchas Feministas y De La Comunidad LGBTIQ

June 9, 2019
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Foto de Tristan Billet

Al hablar de la historia de los Derechos Humanos es inevitable no tocar el tema de las dos guerras mundiales que azotaron a la humanidad. Estas confrontaciones bélicas generaron diferentes discusiones de carácter político y social, como por ejemplo, la necesidad de crear un órgano supra internacional que permitiera regular e incentivar las buenas relaciones entre todas las naciones del planeta tras la infectividad de la Liga de Naciones en el desarrollo de este fin; por otro lado, el generar herramientas y mecanismos de protección a las personas de los excesos de los Estados y así evitar sucesos como los que marcaron la segunda guerra mundial, donde el Estado Alemán y sus aliados se aprovecharon de todo aparato político, propagandístico, jurídico y armado para someter y legitimar acciones que vulneraron todo tipo de garantías y derechos de las personas, en pro de intereses que afectaron la paz mundial y la vida de millones de seres humanos.

Es importante tener en cuenta que si bien las guerras mundiales marcaron el paradigma de discusión sobre la promulgación de unos derechos universales, cabe resaltar que estas provienen de un proceso histórico amplio en sí mismo, donde se destaca la interacción de una gran cantidad de procesos de diferentes naciones y épocas en todo el mundo. Desde las discusiones en las polis griegas, el ius congens de los romanos, los preceptos del derecho natural basados en la religión y el positivismo jurídico, el renacimiento, los procesos independistas en América, la ilustración, la revolución francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre y múltiples acontecimientos que fueron la base de la discusión de la estipulación de los Derechos Humanos.

A raíz de esto, el 10 de diciembre de 1948, la Organización de Naciones Unidas (ONU), organismo creado luego de la segunda gran guerra en sustitución de la Liga de Naciones, expide la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta fue concebida como un conjunto de valores y reglas que todos los Estados miembros deben hacer cumplir, respetar y promover para garantizar el respeto de los derechos y garantías de todas las personas sin ningún tipo de distinción, bajo la esfera de conceptos como la libertad, la igualdad y la dignidad.

Hoy, 70 años después de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estos conceptos han evolucionado como concepto y sus alcances se han ampliado de forma progresiva. Esta evolución ha sido trazada por diferentes luchas y manifestaciones sociales que han marcado las pautas de las exigencias de aplicabilidad de los Derechos Humanos a las comunidades que han sido minoría a lo largo de la historia.

Es válido acotar que el discurso de los Derechos Humanos también ha sido criticado por diferentes vertientes teóricas, esto ha permitido que se abran campos de reflexión y pensamiento de estos como paradigma mundial y que permita transformaciones que vayan en consonancia con la transformación de la sociedad y que no sean vistos como imperativos categóricos estáticos.

Dentro de los tantos cuestionamientos que han recibido los Derechos Humanos como concepción y aplicación, más no como fin, es la maleabilidad del mismo conforme al discurso de cada Estado en la forma en que cada uno le da una determinada forma de aplicabilidad. Esto se refiere a las formas como se adecuan estos derechos en cada nación, ya sea dependiendo de las mayorías o del gobierno de turno, lo cual ha permitido la vulneración de garantías en diferentes países donde se presenta algún grupo mayoritario o gobierno que desconoce ciertas comunidades o discursos alternativos, hasta tal punto, utilizando el discurso de los Derechos Humanos para invisibilizar y hasta satanizar ciertas luchas por ir en contravía de un modelo de Estado diseñado por unos pocos.

Esto nos lleva a tocar el tema de las luchas. Encontramos a lo largo de la historia que las mujeres han buscado un reconocimiento y una desmarcación a todos esos mitos y costumbres represivas que las desconoce como sujetos sociales activos e iguales a los hombres, esto, claro, debido a un sistema que ha creado una serie de construcciones culturales, políticas y sociales que han permitido precisamente esa relegación en todos los ámbitos de la historia.

Por esta razón, las luchas feministas han ido creciendo de forma progresiva y multitudinaria desde la revolución francesa, donde las mujeres buscaban una paridad política con los hombres. Para tal fin, diferentes representantes feministas se manifestaron para así poder desmitificar la figura de la mujer como cuidadora de la casa y la familia, sino, que también se le diera un carácter de sujeto político. A medida que avanzaba la lucha, se empezó a crear la conciencia de que la mujer, al ser parte de la vida social y política, también tenía derecho a votar y participar en estas dinámicas sociales, por lo que los movimientos sufragistas se fueron consolidando y fortaleciendo, sobre todo en países como Estados Unidos e Inglaterra; poco a poco estos movimientos influyeron luchas similares en diferentes zonas y en todo el planeta.

Los años comprendidos entre 1960 y 1980 marcaron una lucha por la emancipación, donde se rompieran los roles adjudicados a la mujer en toda la historia y así poder garantizar una igualdad de derechos entre hombres y mujeres, donde estas últimas dejaran de ser oprimidas y relegadas por un sistema patriarcal que define roles y categorías determinas, que a su vez, resultan más vulnerable a ser víctimas de violaciones de derechos y garantías al ser la parte más débil en materia de protección y reconocimientos.

Estos movimientos feministas han permitido, actualmente, combatir los roles generados por un sistema patriarcal y la igualdad en la participación en todos los ámbitos de la vida política, social, económica y cultural en todo el mundo, sin ningún tipo de distinción; las demandas se extienden hacia una libertad en la vivencia de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.

Junto a estos movimientos feministas, también se puede observar alrededor del mundo, movimientos que se oponen a la opresión hacia la comunidad LGBTIQ. En África y Asia, para esta población la situación es crítica porque pueden ser condenados a penas de muerte, prisión o multas por su orientación e identidad sexual; no pueden expresar y vivir libremente su amor y su sexualidad porque el aparato judicial y social los criminaliza y los discrimina.

Otro ejemplo del contexto que rodea la lucha de esta comunidad se puede ver en Rusia, donde hay una clara tendencia hacia valores conservadores que, bajo la bandera de la salvaguarda de los valores tradicionales, han generado conductas discriminatorias como lo es la imposición de multas al alegar algún tipo de igualdad o reconocimiento entre heterosexuales y comunidad LGBTIQ.

En zonas como Latinoamérica, la lucha ha generado cierto tipo de triunfos en materia de derechos y reconocimientos, pero estos no son una garantía material de igualdad y no discriminación debido a los fuertes arraigos culturales, basados en corrientes conservadoras, tan fuertes que enmarcan en la región ciertos patrones de conductas que rayan con la discriminación y la violencia sistemática hacia las comunidades y movimientos LGBTIQ, los cuales son promovidos por esferas de poder y grupos dominantes a nivel político, hasta el punto de tener cruzadas contra todo aquello que atente a esos principios conservadores como banderas de campañas políticas y programas de gobierno.

Este es un panorama de resistencia y lucha constante en pro de condiciones de igualdad y libre discriminación; de participación política y social, libre y sin estereotipos; pero, el contexto que enfrentan tanto feministas y comunidad LGBTIQ se enmarca en un camino muy disputado en contra de arraigos y poderes que han predominado en la Historia.

El 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, pretende motivar la incorporación de estos nuevos discursos para romper fronteras, paradigmas y creencias, buscando espacios de aceptación, libertad y vivencia sin ningún tipo de atadura. Los Derechos Humanos, como concepción y como garantía deben evolucionar y resignificarse para no ser tomados como herramientas del poder constituido para legitimar un sistema que deja a un lado a personas que no se adecuan al mismo. Que estas banderas de derechos no sirvan para alimentar discursos de odio ni de creación de enemigos políticos que fundamenten un programa de gobierno.

Esta oda es una invitación a seguir resistiendo y transformando, a seguir luchando y protestando, a continuar creciendo y a no desistir. Esta oda es un cántico al respaldo de la sociedad en general, porque la lucha por los derechos es una lucha de todos, no solo de las comunidades que día a día, mediante diferentes tipos de expresión, exteriorizan sus demandas y buscan que sean cumplidas, porque una vida en completa libertad y con dignidad, nos garantiza a todos un crecimiento como sociedad, como humanidad.

Oda a La Resistencia: Resignificación De Los Derechos Humanos y Las Luchas Feministas y De La Comunidad LGBTIQ

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December 15, 2018

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Al hablar de la historia de los Derechos Humanos es inevitable no tocar el tema de las dos guerras mundiales que azotaron a la humanidad. Estas confrontaciones bélicas generaron diferentes discusiones de carácter político y social, como por ejemplo, la necesidad de crear un órgano supra internacional que permitiera regular e incentivar las buenas relaciones entre todas las naciones del planeta tras la infectividad de la Liga de Naciones en el desarrollo de este fin; por otro lado, el generar herramientas y mecanismos de protección a las personas de los excesos de los Estados y así evitar sucesos como los que marcaron la segunda guerra mundial, donde el Estado Alemán y sus aliados se aprovecharon de todo aparato político, propagandístico, jurídico y armado para someter y legitimar acciones que vulneraron todo tipo de garantías y derechos de las personas, en pro de intereses que afectaron la paz mundial y la vida de millones de seres humanos.

Es importante tener en cuenta que si bien las guerras mundiales marcaron el paradigma de discusión sobre la promulgación de unos derechos universales, cabe resaltar que estas provienen de un proceso histórico amplio en sí mismo, donde se destaca la interacción de una gran cantidad de procesos de diferentes naciones y épocas en todo el mundo. Desde las discusiones en las polis griegas, el ius congens de los romanos, los preceptos del derecho natural basados en la religión y el positivismo jurídico, el renacimiento, los procesos independistas en América, la ilustración, la revolución francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre y múltiples acontecimientos que fueron la base de la discusión de la estipulación de los Derechos Humanos.

A raíz de esto, el 10 de diciembre de 1948, la Organización de Naciones Unidas (ONU), organismo creado luego de la segunda gran guerra en sustitución de la Liga de Naciones, expide la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta fue concebida como un conjunto de valores y reglas que todos los Estados miembros deben hacer cumplir, respetar y promover para garantizar el respeto de los derechos y garantías de todas las personas sin ningún tipo de distinción, bajo la esfera de conceptos como la libertad, la igualdad y la dignidad.

Hoy, 70 años después de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estos conceptos han evolucionado como concepto y sus alcances se han ampliado de forma progresiva. Esta evolución ha sido trazada por diferentes luchas y manifestaciones sociales que han marcado las pautas de las exigencias de aplicabilidad de los Derechos Humanos a las comunidades que han sido minoría a lo largo de la historia.

Es válido acotar que el discurso de los Derechos Humanos también ha sido criticado por diferentes vertientes teóricas, esto ha permitido que se abran campos de reflexión y pensamiento de estos como paradigma mundial y que permita transformaciones que vayan en consonancia con la transformación de la sociedad y que no sean vistos como imperativos categóricos estáticos.

Dentro de los tantos cuestionamientos que han recibido los Derechos Humanos como concepción y aplicación, más no como fin, es la maleabilidad del mismo conforme al discurso de cada Estado en la forma en que cada uno le da una determinada forma de aplicabilidad. Esto se refiere a las formas como se adecuan estos derechos en cada nación, ya sea dependiendo de las mayorías o del gobierno de turno, lo cual ha permitido la vulneración de garantías en diferentes países donde se presenta algún grupo mayoritario o gobierno que desconoce ciertas comunidades o discursos alternativos, hasta tal punto, utilizando el discurso de los Derechos Humanos para invisibilizar y hasta satanizar ciertas luchas por ir en contravía de un modelo de Estado diseñado por unos pocos.

Esto nos lleva a tocar el tema de las luchas. Encontramos a lo largo de la historia que las mujeres han buscado un reconocimiento y una desmarcación a todos esos mitos y costumbres represivas que las desconoce como sujetos sociales activos e iguales a los hombres, esto, claro, debido a un sistema que ha creado una serie de construcciones culturales, políticas y sociales que han permitido precisamente esa relegación en todos los ámbitos de la historia.

Por esta razón, las luchas feministas han ido creciendo de forma progresiva y multitudinaria desde la revolución francesa, donde las mujeres buscaban una paridad política con los hombres. Para tal fin, diferentes representantes feministas se manifestaron para así poder desmitificar la figura de la mujer como cuidadora de la casa y la familia, sino, que también se le diera un carácter de sujeto político. A medida que avanzaba la lucha, se empezó a crear la conciencia de que la mujer, al ser parte de la vida social y política, también tenía derecho a votar y participar en estas dinámicas sociales, por lo que los movimientos sufragistas se fueron consolidando y fortaleciendo, sobre todo en países como Estados Unidos e Inglaterra; poco a poco estos movimientos influyeron luchas similares en diferentes zonas y en todo el planeta.

Los años comprendidos entre 1960 y 1980 marcaron una lucha por la emancipación, donde se rompieran los roles adjudicados a la mujer en toda la historia y así poder garantizar una igualdad de derechos entre hombres y mujeres, donde estas últimas dejaran de ser oprimidas y relegadas por un sistema patriarcal que define roles y categorías determinas, que a su vez, resultan más vulnerable a ser víctimas de violaciones de derechos y garantías al ser la parte más débil en materia de protección y reconocimientos.

Estos movimientos feministas han permitido, actualmente, combatir los roles generados por un sistema patriarcal y la igualdad en la participación en todos los ámbitos de la vida política, social, económica y cultural en todo el mundo, sin ningún tipo de distinción; las demandas se extienden hacia una libertad en la vivencia de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.

Junto a estos movimientos feministas, también se puede observar alrededor del mundo, movimientos que se oponen a la opresión hacia la comunidad LGBTIQ. En África y Asia, para esta población la situación es crítica porque pueden ser condenados a penas de muerte, prisión o multas por su orientación e identidad sexual; no pueden expresar y vivir libremente su amor y su sexualidad porque el aparato judicial y social los criminaliza y los discrimina.

Otro ejemplo del contexto que rodea la lucha de esta comunidad se puede ver en Rusia, donde hay una clara tendencia hacia valores conservadores que, bajo la bandera de la salvaguarda de los valores tradicionales, han generado conductas discriminatorias como lo es la imposición de multas al alegar algún tipo de igualdad o reconocimiento entre heterosexuales y comunidad LGBTIQ.

En zonas como Latinoamérica, la lucha ha generado cierto tipo de triunfos en materia de derechos y reconocimientos, pero estos no son una garantía material de igualdad y no discriminación debido a los fuertes arraigos culturales, basados en corrientes conservadoras, tan fuertes que enmarcan en la región ciertos patrones de conductas que rayan con la discriminación y la violencia sistemática hacia las comunidades y movimientos LGBTIQ, los cuales son promovidos por esferas de poder y grupos dominantes a nivel político, hasta el punto de tener cruzadas contra todo aquello que atente a esos principios conservadores como banderas de campañas políticas y programas de gobierno.

Este es un panorama de resistencia y lucha constante en pro de condiciones de igualdad y libre discriminación; de participación política y social, libre y sin estereotipos; pero, el contexto que enfrentan tanto feministas y comunidad LGBTIQ se enmarca en un camino muy disputado en contra de arraigos y poderes que han predominado en la Historia.

El 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, pretende motivar la incorporación de estos nuevos discursos para romper fronteras, paradigmas y creencias, buscando espacios de aceptación, libertad y vivencia sin ningún tipo de atadura. Los Derechos Humanos, como concepción y como garantía deben evolucionar y resignificarse para no ser tomados como herramientas del poder constituido para legitimar un sistema que deja a un lado a personas que no se adecuan al mismo. Que estas banderas de derechos no sirvan para alimentar discursos de odio ni de creación de enemigos políticos que fundamenten un programa de gobierno.

Esta oda es una invitación a seguir resistiendo y transformando, a seguir luchando y protestando, a continuar creciendo y a no desistir. Esta oda es un cántico al respaldo de la sociedad en general, porque la lucha por los derechos es una lucha de todos, no solo de las comunidades que día a día, mediante diferentes tipos de expresión, exteriorizan sus demandas y buscan que sean cumplidas, porque una vida en completa libertad y con dignidad, nos garantiza a todos un crecimiento como sociedad, como humanidad.

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