Repensar ser madres, ¿crianza colectiva como alternativa?

May 30, 2021
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Foto de Josh Willink en Pexels
La maternidad se ha presentado como una responsabilidad individual y un deber para las mujeres, pero es momento de replantear estos imaginarios sociales y hallar una manera de revolucionar la crianza.

¿Qué es maternar? ¿qué es criar? En la actualidad, estos conceptos han estado bajo mayor escrutinio. La forma en que hemos analizado los roles de género, inevitablemente, llevó la mirada sobre una de las mayores manifestaciones de estos roles, que es el destino de las mujeres de ser mamás.


Pero de eso es lo que tratan las nuevas miradas sobre lo que es ser mujer, la no obligación a cumplir este rol. Nuestros cuerpos son propios y, por ende, no debemos someternos a directrices sobre qué hacer o no con él.


Este ha sido un arduo camino, la lucha por la autonomía corporal aún no termina. Hoy en día hay un menor castigo social, pero eso no significa que no esté todavía, como bien señalan las integrantes del dúo de reggaeton lesbotransfeminista Torta Golosa, Andy Co y Osa Flaca, quien ha acompañado abortos desde hace más de 12 años.


“No es cómo si la heteronorma le haya bajado a la intensidad”, explica el dúo, “sigue siendo juzgada la mujer que no quiere maternar, pero también la que lo hace”. Con esto se refieren a que, ya sea que una mujer tenga los privilegios para sostener una maternidad con estabilidad económica y mayor acceso a recursos, si decide no ser madre será juzgada. Así mismo, si la mujer no tiene estas facilidades y decide maternar, será juzgada por traer un hijo al mundo en esas condiciones.


De esta manera, las mujeres no sólo son vistas como como incubadoras o responsables de gestar, sino también se les adjudica una responsabilidad de crianza y de proporcionar un ambiente propicio para el futuro ciudadano que van a criar. O, como explica el dúo, la maternidad es instrumentalizada para crear buenos ciudadanos de la república o levantar los hijos de la revolución.


Es entonces que surge la presión de ser “buena” madre. Constantemente las mujeres que maternan son juzgadas por sus decisiones sobre cómo están llevando a cabo la crianza de sus hijos. La ansiedad, el estrés, no comer o dormir bien, se adjudica enteramente a la mujer. 


“Es algo muchas veces muy solitario”, cuenta el dúo a partir de sus observaciones a madres cercanas, “hay una exigencia a siempre estar ‘bien’, no hay espacio para hablar de su infelicidad”. 


Como bien resalta Camila Páez, madre, antropóloga, filósofa y cofundadora de CIDEEM e IEG, existe un imaginario de que las madres deben sacrificarse por sus hijos, que deben dejar atrás su individualidad para realizar estos cuidados. “Es muy difícil no caer en esos juegos de que eso es ser la mamá perfecta”, afirma.


Por esto, la apuesta de Paez es una maternidad reflexiva, que salga de roles sexistas que han sido socialmente impuestos. Esto implica un trabajo de deconstrucción diario, en dónde se encuentra a sí misma con sus mismas incoherencias y contradicciones en los momentos más inesperados, como también detenerse cuando se juzga a sí misma, sin compasión, bajo estos mismos imaginarios sociales.


Así mismo, considera que, parte de desafiar estos roles sexistas tan ligados a la maternidad, debe replantearse la idea de que la mujer es la única que debe estar involucrada en la crianza, como si fuese algo individual. “En muchas sociedades, maternar es algo colectivo”, afirma Paez, “deberíamos implementar las guarderías como derecho, las redes de cuidado mutuo, reflexionar que esto es algo de todos”.


En esto están de acuerdo Osa Flaca y Andy Co., que afirman que la familia nuclear como dispositivo base de la sociedad no ha existido siempre, por lo que las figuras de “mater” y “pater” se formaron con el patriarcado. Esto significa que, inequívocamente, hay una posibilidad de volver a instancias de crianza colectiva.


“Más que resignificar la maternidad, es resignificar la crianza”, explica el dúo, “la invitación es a reflexionar sobre cómo colectivizarla nos permite emancipar esa noción de propiedad privada sobre los hijos”. Pues cómo bien señalan, esto reduce la responsabilidad sobre una sola persona o núcleo familiar, mientras que la colectivización ha demostrado aportar diversidad de perspectivas al individuo en crecimiento. 


El colectivizar la crianza también aligera la presión que tienen las mujeres de maternar, pues la carga sería mucho menor y no una responsabilidad individual. Pues, muchas veces, las mujeres que son madres, al conocer qué implica maternar, deciden abortar. “Las madres también abortan”, dice Osa Flaca, “porque ya, desde la experiencia, saben lo difícil que es”.


Claro que, a pesar de que la colectivización puede ser una alternativa a que las mujeres decidan abortar, no significa que sea la respuesta absoluta. Porque, aunque muchas mujeres aborten teniendo en cuenta las presiones que implica maternar, no significa que esa sea la única razón. 


El maternar o no es solamente una perspectiva frente al aborto, porque las decisiones personales de las mujeres en cuanto a sus cuerpos son, sencillamente eso, personales. Por lo que sigue siendo imprescindible crear espacios seguros para mujeres que tomen esta decisión. “La mujer que quiere abortar, va a hallar la forma”, explica Osa Flaca, que tiene experiencia en acompañar abortos, “lo importante es que sepa que hay formas de hacerlo de manera segura”.


Repensar ser madres, ¿crianza colectiva como alternativa?

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La maternidad se ha presentado como una responsabilidad individual y un deber para las mujeres, pero es momento de replantear estos imaginarios sociales y hallar una manera de revolucionar la crianza.

¿Qué es maternar? ¿qué es criar? En la actualidad, estos conceptos han estado bajo mayor escrutinio. La forma en que hemos analizado los roles de género, inevitablemente, llevó la mirada sobre una de las mayores manifestaciones de estos roles, que es el destino de las mujeres de ser mamás.


Pero de eso es lo que tratan las nuevas miradas sobre lo que es ser mujer, la no obligación a cumplir este rol. Nuestros cuerpos son propios y, por ende, no debemos someternos a directrices sobre qué hacer o no con él.


Este ha sido un arduo camino, la lucha por la autonomía corporal aún no termina. Hoy en día hay un menor castigo social, pero eso no significa que no esté todavía, como bien señalan las integrantes del dúo de reggaeton lesbotransfeminista Torta Golosa, Andy Co y Osa Flaca, quien ha acompañado abortos desde hace más de 12 años.


“No es cómo si la heteronorma le haya bajado a la intensidad”, explica el dúo, “sigue siendo juzgada la mujer que no quiere maternar, pero también la que lo hace”. Con esto se refieren a que, ya sea que una mujer tenga los privilegios para sostener una maternidad con estabilidad económica y mayor acceso a recursos, si decide no ser madre será juzgada. Así mismo, si la mujer no tiene estas facilidades y decide maternar, será juzgada por traer un hijo al mundo en esas condiciones.


De esta manera, las mujeres no sólo son vistas como como incubadoras o responsables de gestar, sino también se les adjudica una responsabilidad de crianza y de proporcionar un ambiente propicio para el futuro ciudadano que van a criar. O, como explica el dúo, la maternidad es instrumentalizada para crear buenos ciudadanos de la república o levantar los hijos de la revolución.


Es entonces que surge la presión de ser “buena” madre. Constantemente las mujeres que maternan son juzgadas por sus decisiones sobre cómo están llevando a cabo la crianza de sus hijos. La ansiedad, el estrés, no comer o dormir bien, se adjudica enteramente a la mujer. 


“Es algo muchas veces muy solitario”, cuenta el dúo a partir de sus observaciones a madres cercanas, “hay una exigencia a siempre estar ‘bien’, no hay espacio para hablar de su infelicidad”. 


Como bien resalta Camila Páez, madre, antropóloga, filósofa y cofundadora de CIDEEM e IEG, existe un imaginario de que las madres deben sacrificarse por sus hijos, que deben dejar atrás su individualidad para realizar estos cuidados. “Es muy difícil no caer en esos juegos de que eso es ser la mamá perfecta”, afirma.


Por esto, la apuesta de Paez es una maternidad reflexiva, que salga de roles sexistas que han sido socialmente impuestos. Esto implica un trabajo de deconstrucción diario, en dónde se encuentra a sí misma con sus mismas incoherencias y contradicciones en los momentos más inesperados, como también detenerse cuando se juzga a sí misma, sin compasión, bajo estos mismos imaginarios sociales.


Así mismo, considera que, parte de desafiar estos roles sexistas tan ligados a la maternidad, debe replantearse la idea de que la mujer es la única que debe estar involucrada en la crianza, como si fuese algo individual. “En muchas sociedades, maternar es algo colectivo”, afirma Paez, “deberíamos implementar las guarderías como derecho, las redes de cuidado mutuo, reflexionar que esto es algo de todos”.


En esto están de acuerdo Osa Flaca y Andy Co., que afirman que la familia nuclear como dispositivo base de la sociedad no ha existido siempre, por lo que las figuras de “mater” y “pater” se formaron con el patriarcado. Esto significa que, inequívocamente, hay una posibilidad de volver a instancias de crianza colectiva.


“Más que resignificar la maternidad, es resignificar la crianza”, explica el dúo, “la invitación es a reflexionar sobre cómo colectivizarla nos permite emancipar esa noción de propiedad privada sobre los hijos”. Pues cómo bien señalan, esto reduce la responsabilidad sobre una sola persona o núcleo familiar, mientras que la colectivización ha demostrado aportar diversidad de perspectivas al individuo en crecimiento. 


El colectivizar la crianza también aligera la presión que tienen las mujeres de maternar, pues la carga sería mucho menor y no una responsabilidad individual. Pues, muchas veces, las mujeres que son madres, al conocer qué implica maternar, deciden abortar. “Las madres también abortan”, dice Osa Flaca, “porque ya, desde la experiencia, saben lo difícil que es”.


Claro que, a pesar de que la colectivización puede ser una alternativa a que las mujeres decidan abortar, no significa que sea la respuesta absoluta. Porque, aunque muchas mujeres aborten teniendo en cuenta las presiones que implica maternar, no significa que esa sea la única razón. 


El maternar o no es solamente una perspectiva frente al aborto, porque las decisiones personales de las mujeres en cuanto a sus cuerpos son, sencillamente eso, personales. Por lo que sigue siendo imprescindible crear espacios seguros para mujeres que tomen esta decisión. “La mujer que quiere abortar, va a hallar la forma”, explica Osa Flaca, que tiene experiencia en acompañar abortos, “lo importante es que sepa que hay formas de hacerlo de manera segura”.


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