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“Al alba te llevaron,

Como a un entierro tras de ti mi salida,

En la oscura alcoba los niños lloraron,

Ante el santo quedaba la vela derretida.

En tus labios el frío de un icono.

Sudor de muerte en la frente no olvido”.

(Un fragmento de Réquiem de Ana Ajmátova)


I. INTRODUCCIÓN: ¿QUIÉN ES ELLA? RESISTENCIAS CON ROSTRO DE MUJER

 

En una sociedad cruzada por el MIEDO tal vez alguien se preguntó ¿Quién es ella? Es la madre, la hermana, la abuela, la hija, la campesina, la indígena, la afro, la urbana; aquella mujer que muchos llaman lideresa. Es conocida en la comunidad, la siguen y la respetan. Ella, logra transformar entornos, sabe que su subjetividad política es un punto de fuga en tiempos violentos. Abandera luchas, se resiste al olvido, rompe los estereotipos y prejuicios sociales, es valentía en momentos de represión.

 

¿Quién es ella? Es la que en Bojayá defiende la Paz, en el Cauca protege el territorio por encima del miedo, en Itsmina promueve colectivos de mujeres, en Granada lucha contra la violencia de género, en Montes de María lidera laboratorios de paz, en San Vicente del Caguán transforma la estigmatización de la población, en Santander de Quilichao realiza labores comunitarias, en Soacha impulsa denuncias públicas por graves violaciones a los Derechos Humanos, en Tumaco apoya la sustitución de cultivos ilícitos, en Bogotá abre espacios de participación política. En Colombia, alza su voz para ser escuchada ante el mundo.

 

En comunidades afectadas por la violencia, ella es determinante para la reconstrucción del tejido social, su experiencia de victimización transfiguró en su vocación de lideresa, las huellas de la guerra en su cuerpo y en su alma derivaron en su deseo de paz. Ella, es modelo de resiliencia y reconciliación. Su rostro es el rostro de la resistencia, su voz es la voz de la libertad, su cuerpo es territorio de paz. 

 

II. SECUENCIA: EL PRIMER MIEDO ES EL RÉQUIEM

 

Lo dice la Ruta Pacífica de Mujeres:

 

“Esta guerra, además de prolongada y cruel, es una guerra profundamente masculina. Ejércitos de derecha y de izquierda se combaten mutuamente por conquistar un poder que finalmente todos ejercen de manera excluyente y patriarcal. Las mujeres se han involucrado de manera muy tangencial en el conflicto y su participación como combatientes es marginal. Pero las mujeres son, junto con las niñas y niños, las principales víctimas de esta absurda guerra”.

 

Muchas de estas víctimas lograron resignificar sus experiencias de violencia a través del ejercicio de liderazgos que conllevaron a la reivindicación del rol de la mujer en el escenario del conflicto armado y al fortalecimiento de la subjetividad política de los colectivos de víctimas. Sin embargo, sus liderazgos socio políticos se ven amenazados por diferentes actores interesados en la continuación del ciclo de violencia.

 

Si se le pregunta a ella, la lideresa de Montes de María, Bojayá, Soacha, o de cualquier otro lugar de Colombia ¿cuál es su principal miedo?, seguramente su respuesta será: LA MUERTE, ninguna mujer quiere un réquiem para un sueño, ni para ella, ni para ningún ser humano. Ellas comparten un destino común: encontrar caminos de PAZ.

 

Y aunque no existan plenas garantías para el ejercicio de su liderazgo, ella defiende la vida, no abandona la esperanza, lucha por la Verdad, la Justicia y la Reparación, se moviliza aún con el miedo de escuchar en un sueño eterno el tan temido RÉQUIEM de Mozart, un canto a los difuntos o la prosa poética de Ana Ajmátova, ese lamento por una injusta muerte, la despedida sin retorno.

 

Despedida como la de MARÍA DEL PILAR HURTADO, asesinada en frente de su pequeño hijo en el Municipio de Tierra Alta, como consecuencia de su activismo social. Un réquiem por ella y por las mujeres y hombres que como ella han muerto en una guerra absurda: «Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis» («Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luz perpetua»). es un verso que para nuestras lideresas y líderes no se debe repetir.

 

III. CORO Y EPÍLOGO: QUE ESTE RÉQUIEM NO SE REPITA NUNCA MÁS

 

Vi cómo los rostros se ajan fácilmente,

cómo bajo los párpados el miedo brilla,

cómo – escritura acuñada – duramente

el sufrimiento se inscribe en las mejillas”

(Fragmento de Réquiem de Ana Ajmátova)

 

El réquiem por Maria del Pilar Hurtado y por las lideresas y líderes, no se debe repetir jamás; el canto a los difuntos debe parar. Es tiempo de comprender el valor de la vida, el significado de la PAZ. Los saberes y experiencias femeninas deben salvaguardarse, son sagrados. (Ver: “Crónica de una Paz en Agonía: Cuando el Estado Ignora, las Lideresas Sociales Mueren y la Sociedad Calla”)


Nuestras lideresas y líderes sociales transforman vidas, movilizan acciones para trabajar por el bien de sus comunidades, defienden los saberes tradicionales y la identidad cultural, son constructores de paz y amantes de la vida, luchan por eliminar las brechas sociales e inequidades, protegen el medio ambiente y resguardan sus territorios.  


En esta guerra  las lideresas y líderes sociales son la clave para reconstruir el tejido social No los dejemos morir; ellas y ellos no son criminales, son heroínas y héroes”.

EN CORO: ¡ NI UNA MÁS, NI UNO MÁS, LOS ASESINATOS DEBEN PARAR !.

                               

Nota: (El réquiem es una misa o canto a los difuntos: compuesto por una parte introductoria, la  secuencia, el coro y el epílogo. Estructura utilizada para esta columna)

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“Al alba te llevaron,

Como a un entierro tras de ti mi salida,

En la oscura alcoba los niños lloraron,

Ante el santo quedaba la vela derretida.

En tus labios el frío de un icono.

Sudor de muerte en la frente no olvido”.

(Un fragmento de Réquiem de Ana Ajmátova)


I. INTRODUCCIÓN: ¿QUIÉN ES ELLA? RESISTENCIAS CON ROSTRO DE MUJER

 

En una sociedad cruzada por el MIEDO tal vez alguien se preguntó ¿Quién es ella? Es la madre, la hermana, la abuela, la hija, la campesina, la indígena, la afro, la urbana; aquella mujer que muchos llaman lideresa. Es conocida en la comunidad, la siguen y la respetan. Ella, logra transformar entornos, sabe que su subjetividad política es un punto de fuga en tiempos violentos. Abandera luchas, se resiste al olvido, rompe los estereotipos y prejuicios sociales, es valentía en momentos de represión.

 

¿Quién es ella? Es la que en Bojayá defiende la Paz, en el Cauca protege el territorio por encima del miedo, en Itsmina promueve colectivos de mujeres, en Granada lucha contra la violencia de género, en Montes de María lidera laboratorios de paz, en San Vicente del Caguán transforma la estigmatización de la población, en Santander de Quilichao realiza labores comunitarias, en Soacha impulsa denuncias públicas por graves violaciones a los Derechos Humanos, en Tumaco apoya la sustitución de cultivos ilícitos, en Bogotá abre espacios de participación política. En Colombia, alza su voz para ser escuchada ante el mundo.

 

En comunidades afectadas por la violencia, ella es determinante para la reconstrucción del tejido social, su experiencia de victimización transfiguró en su vocación de lideresa, las huellas de la guerra en su cuerpo y en su alma derivaron en su deseo de paz. Ella, es modelo de resiliencia y reconciliación. Su rostro es el rostro de la resistencia, su voz es la voz de la libertad, su cuerpo es territorio de paz. 

 

II. SECUENCIA: EL PRIMER MIEDO ES EL RÉQUIEM

 

Lo dice la Ruta Pacífica de Mujeres:

 

“Esta guerra, además de prolongada y cruel, es una guerra profundamente masculina. Ejércitos de derecha y de izquierda se combaten mutuamente por conquistar un poder que finalmente todos ejercen de manera excluyente y patriarcal. Las mujeres se han involucrado de manera muy tangencial en el conflicto y su participación como combatientes es marginal. Pero las mujeres son, junto con las niñas y niños, las principales víctimas de esta absurda guerra”.

 

Muchas de estas víctimas lograron resignificar sus experiencias de violencia a través del ejercicio de liderazgos que conllevaron a la reivindicación del rol de la mujer en el escenario del conflicto armado y al fortalecimiento de la subjetividad política de los colectivos de víctimas. Sin embargo, sus liderazgos socio políticos se ven amenazados por diferentes actores interesados en la continuación del ciclo de violencia.

 

Si se le pregunta a ella, la lideresa de Montes de María, Bojayá, Soacha, o de cualquier otro lugar de Colombia ¿cuál es su principal miedo?, seguramente su respuesta será: LA MUERTE, ninguna mujer quiere un réquiem para un sueño, ni para ella, ni para ningún ser humano. Ellas comparten un destino común: encontrar caminos de PAZ.

 

Y aunque no existan plenas garantías para el ejercicio de su liderazgo, ella defiende la vida, no abandona la esperanza, lucha por la Verdad, la Justicia y la Reparación, se moviliza aún con el miedo de escuchar en un sueño eterno el tan temido RÉQUIEM de Mozart, un canto a los difuntos o la prosa poética de Ana Ajmátova, ese lamento por una injusta muerte, la despedida sin retorno.

 

Despedida como la de MARÍA DEL PILAR HURTADO, asesinada en frente de su pequeño hijo en el Municipio de Tierra Alta, como consecuencia de su activismo social. Un réquiem por ella y por las mujeres y hombres que como ella han muerto en una guerra absurda: «Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis» («Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luz perpetua»). es un verso que para nuestras lideresas y líderes no se debe repetir.

 

III. CORO Y EPÍLOGO: QUE ESTE RÉQUIEM NO SE REPITA NUNCA MÁS

 

Vi cómo los rostros se ajan fácilmente,

cómo bajo los párpados el miedo brilla,

cómo – escritura acuñada – duramente

el sufrimiento se inscribe en las mejillas”

(Fragmento de Réquiem de Ana Ajmátova)

 

El réquiem por Maria del Pilar Hurtado y por las lideresas y líderes, no se debe repetir jamás; el canto a los difuntos debe parar. Es tiempo de comprender el valor de la vida, el significado de la PAZ. Los saberes y experiencias femeninas deben salvaguardarse, son sagrados. (Ver: “Crónica de una Paz en Agonía: Cuando el Estado Ignora, las Lideresas Sociales Mueren y la Sociedad Calla”)


Nuestras lideresas y líderes sociales transforman vidas, movilizan acciones para trabajar por el bien de sus comunidades, defienden los saberes tradicionales y la identidad cultural, son constructores de paz y amantes de la vida, luchan por eliminar las brechas sociales e inequidades, protegen el medio ambiente y resguardan sus territorios.  


En esta guerra  las lideresas y líderes sociales son la clave para reconstruir el tejido social No los dejemos morir; ellas y ellos no son criminales, son heroínas y héroes”.

EN CORO: ¡ NI UNA MÁS, NI UNO MÁS, LOS ASESINATOS DEBEN PARAR !.

                               

Nota: (El réquiem es una misa o canto a los difuntos: compuesto por una parte introductoria, la  secuencia, el coro y el epílogo. Estructura utilizada para esta columna)

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