Salud Mental a Través de las Nuevas Masculinidades

January 15, 2022
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ENTENDIENDO A LA “MASCULINIDAD HEGEMÓNICA”

Para estudiar aspectos de género de hombres, se acuña el concepto de “masculinidades”, desde donde destaca la noción de “masculinidad hegemónica”, misma que resume las características de lo que implica ser hombre idealmente.

Por masculinidad en ciencias sociales, en su generalidad, entendemos el ejercicio constante e involuntario que contribuye a la generación de sistemas normativos que obligan a ciertos hombres a comportarse de cierta forma, coincidiendo en esta definición las propias de Amorós, Butler, Castañeda y Foucault.


Un varón para ser percibido como tal, debe demostrar continuamente que no es un niño, no es una mujer y que no es homosexual, de este modo desde muy pequeños se les asignan características como:

  • Autosuficiencia
  • Fortaleza
  • Valentía
  • Éxito
  • Dominación

Mientras que los opuestos quedan relegados a las mujeres y a la feminidad, algo ajeno, secundario y cuanto menos inferior:

  • Dependencia
  • Emocionalidad
  • Debilidad
  • Sensibilidad
  • Frustración
  • Sumisión


Es importante en este punto aclarar que los modelos mencionados de comportamiento son imposibles de cumplir en su totalidad, por la gran complejidad en la formación de la identidad humana.

Todo esto tiene consecuencias para el bienestar de los hombres, porque cuando no cumplen el modelo son catalogados como inferiores, femeninos y “poco hombres”, generando en ellos un sentimiento de fracaso, angustia, estrés y efectos negativos en sus emociones, como pueden ser conductas de compensación hipersexualizadas, cayendo en ocasiones en comportamientos machistas y violentos.


CAMBIOS CULTURALES

La masculinidad se practica, se demuestra, se reconoce y se consolida en los grupos de pares, es decir, los varones se muestran como varones frente a otros varones, avalando de este modo estas prácticas nocivas para ellos mismos.

Este modo de aprendizaje y reforzamiento pudiera parecer en primera instancia un ciclo sin fin, sin embargo, es evidente que la masculinidad que se enseñaba hace unas décadas atrás está ya en crisis, siendo reemplazada poco a poco por masculinidades muy diversas, incluyendo algunas opuestas a los viejos modos.

Esto no es un hecho natural, Simon de Beauvoir y su sentencia popular “no se nace mujer, se llega a serlo” tiene la misma aplicación para los varones una vez que el sujeto está listo para aceptar y reformular estos aprendizajes, sabiendo lo incómodo que pueda resultar.

Los modelos de comportamientos ideales o “masculinidad hegemónica”, son reproduciones de la norma, copias que jamás son iguales al original y es a través de estas reproducciones que surge la posibilidad de transformar aspectos del sistema sexo-género. Esta es la dinámica por la cual evoluciona y se adapta a la modernidad.


LAS “OTRAS” MASCULINIDADES

Mediante los estudios sociales se han planteado criterios básicos acerca de la masculinidad (Badinter 1992):

  1. Se rechaza la idea de una masculinidad única, lo cual implica que no existe un modelo universal, válido para cualquier lugar y época.
  2. La masculinidad no constituye una esencia, sino una ideología.
  3. La masculinidad se aprende, se construye y, por lo tanto, también se puede cambiar.


La masculinidad tradicional nos limita, tanto a hombres como a mujeres, por asumir territorios en los que movernos muy diferenciados. Esta forma de vida es irreal y nos hace sentir insatisfechos.

Existen modelos alternativos de masculinidad que se construyen y desarrollan en torno a otros parámetros:

“Estos modelos no sólo emergen a través de los pactos personales en las relaciones de género y de la toma de conciencia, sino también se ven afectados por las transformaciones legislativas, tecnológicas y organizativas” (Romero & Abril, 2011).


Estos cambios se ven reflejados de manera contemporánea en la forma en que los varones han tenido mayor participación en la esfera reproductiva, su cuidado personal, emocional y su salud física.

Me alegra observar en los y las estudiantes universitarias a mi cargo, conductas más críticas y reflexionadas sobre masculinidad y cómo proyectarla, en comunidad se retroalimentan y refuerzan patrones más positivos, rechazando las viejas formas cuando estas lo ameritan. 



CONSEJOS FINALES

Muchos varones deseamos crear y vivir en una sociedad igualitaria. Sabemos que son necesarias otras formas de ser hombre, ya sea que lo busquemos de manera individual conforme a nuestras experiencias, o nos aliemos a grupos ya establecidos que buscan el mismo fin.

Personalmente he tenido oportunidad de compartir estas perspectivas con diferentes auditorios, al punto de que me parece tan habitual hablar del tema con mis estudiantes y conocidos; sin embargo en un par de ocasiones, al participar con auditorio internacional, he apreciado la dificultad sobre todo de adolescentes, de liberarse del yugo de los esquemas impuestos por su comunidad al radicar en zonas geográficas más “conservadoras”, al punto de llorar al encontrar conversatorios en donde pueden externar ese malestar, lo cual inevitablemente es descorazonador, sobre todo cuando uno da por hecho falsamente que la masculinidad evoluciona al mismo ritmo en todos lados.


Nunca es demasiado tarde para actuar y modificar estos comportamientos que generan angustia, lo que no hemos hecho por los nuestros, lo haremos por los otros.


REFERENCIAS


  • Badinter, Elizabeth (1992). XY, la identidad masculina. Alianza Editorial, Madrid.
  • Lozano, Ignacio (2018). Identidad/es y experiencias emocionales de hombres gais en la Ciudad de México, UPN, México. 
  • Romero, Alfons & Abril, Paco (2011). Masculinidades y usos del tiempo: hegemonía, negociación y resistencia. Prisma Social, Revista de Ciencias Sociales núm 7.

Salud Mental a Través de las Nuevas Masculinidades

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January 14, 2022

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ENTENDIENDO A LA “MASCULINIDAD HEGEMÓNICA”

Para estudiar aspectos de género de hombres, se acuña el concepto de “masculinidades”, desde donde destaca la noción de “masculinidad hegemónica”, misma que resume las características de lo que implica ser hombre idealmente.

Por masculinidad en ciencias sociales, en su generalidad, entendemos el ejercicio constante e involuntario que contribuye a la generación de sistemas normativos que obligan a ciertos hombres a comportarse de cierta forma, coincidiendo en esta definición las propias de Amorós, Butler, Castañeda y Foucault.


Un varón para ser percibido como tal, debe demostrar continuamente que no es un niño, no es una mujer y que no es homosexual, de este modo desde muy pequeños se les asignan características como:

  • Autosuficiencia
  • Fortaleza
  • Valentía
  • Éxito
  • Dominación

Mientras que los opuestos quedan relegados a las mujeres y a la feminidad, algo ajeno, secundario y cuanto menos inferior:

  • Dependencia
  • Emocionalidad
  • Debilidad
  • Sensibilidad
  • Frustración
  • Sumisión


Es importante en este punto aclarar que los modelos mencionados de comportamiento son imposibles de cumplir en su totalidad, por la gran complejidad en la formación de la identidad humana.

Todo esto tiene consecuencias para el bienestar de los hombres, porque cuando no cumplen el modelo son catalogados como inferiores, femeninos y “poco hombres”, generando en ellos un sentimiento de fracaso, angustia, estrés y efectos negativos en sus emociones, como pueden ser conductas de compensación hipersexualizadas, cayendo en ocasiones en comportamientos machistas y violentos.


CAMBIOS CULTURALES

La masculinidad se practica, se demuestra, se reconoce y se consolida en los grupos de pares, es decir, los varones se muestran como varones frente a otros varones, avalando de este modo estas prácticas nocivas para ellos mismos.

Este modo de aprendizaje y reforzamiento pudiera parecer en primera instancia un ciclo sin fin, sin embargo, es evidente que la masculinidad que se enseñaba hace unas décadas atrás está ya en crisis, siendo reemplazada poco a poco por masculinidades muy diversas, incluyendo algunas opuestas a los viejos modos.

Esto no es un hecho natural, Simon de Beauvoir y su sentencia popular “no se nace mujer, se llega a serlo” tiene la misma aplicación para los varones una vez que el sujeto está listo para aceptar y reformular estos aprendizajes, sabiendo lo incómodo que pueda resultar.

Los modelos de comportamientos ideales o “masculinidad hegemónica”, son reproduciones de la norma, copias que jamás son iguales al original y es a través de estas reproducciones que surge la posibilidad de transformar aspectos del sistema sexo-género. Esta es la dinámica por la cual evoluciona y se adapta a la modernidad.


LAS “OTRAS” MASCULINIDADES

Mediante los estudios sociales se han planteado criterios básicos acerca de la masculinidad (Badinter 1992):

  1. Se rechaza la idea de una masculinidad única, lo cual implica que no existe un modelo universal, válido para cualquier lugar y época.
  2. La masculinidad no constituye una esencia, sino una ideología.
  3. La masculinidad se aprende, se construye y, por lo tanto, también se puede cambiar.


La masculinidad tradicional nos limita, tanto a hombres como a mujeres, por asumir territorios en los que movernos muy diferenciados. Esta forma de vida es irreal y nos hace sentir insatisfechos.

Existen modelos alternativos de masculinidad que se construyen y desarrollan en torno a otros parámetros:

“Estos modelos no sólo emergen a través de los pactos personales en las relaciones de género y de la toma de conciencia, sino también se ven afectados por las transformaciones legislativas, tecnológicas y organizativas” (Romero & Abril, 2011).


Estos cambios se ven reflejados de manera contemporánea en la forma en que los varones han tenido mayor participación en la esfera reproductiva, su cuidado personal, emocional y su salud física.

Me alegra observar en los y las estudiantes universitarias a mi cargo, conductas más críticas y reflexionadas sobre masculinidad y cómo proyectarla, en comunidad se retroalimentan y refuerzan patrones más positivos, rechazando las viejas formas cuando estas lo ameritan. 



CONSEJOS FINALES

Muchos varones deseamos crear y vivir en una sociedad igualitaria. Sabemos que son necesarias otras formas de ser hombre, ya sea que lo busquemos de manera individual conforme a nuestras experiencias, o nos aliemos a grupos ya establecidos que buscan el mismo fin.

Personalmente he tenido oportunidad de compartir estas perspectivas con diferentes auditorios, al punto de que me parece tan habitual hablar del tema con mis estudiantes y conocidos; sin embargo en un par de ocasiones, al participar con auditorio internacional, he apreciado la dificultad sobre todo de adolescentes, de liberarse del yugo de los esquemas impuestos por su comunidad al radicar en zonas geográficas más “conservadoras”, al punto de llorar al encontrar conversatorios en donde pueden externar ese malestar, lo cual inevitablemente es descorazonador, sobre todo cuando uno da por hecho falsamente que la masculinidad evoluciona al mismo ritmo en todos lados.


Nunca es demasiado tarde para actuar y modificar estos comportamientos que generan angustia, lo que no hemos hecho por los nuestros, lo haremos por los otros.


REFERENCIAS


  • Badinter, Elizabeth (1992). XY, la identidad masculina. Alianza Editorial, Madrid.
  • Lozano, Ignacio (2018). Identidad/es y experiencias emocionales de hombres gais en la Ciudad de México, UPN, México. 
  • Romero, Alfons & Abril, Paco (2011). Masculinidades y usos del tiempo: hegemonía, negociación y resistencia. Prisma Social, Revista de Ciencias Sociales núm 7.

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