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Luego de tomar un suspiro y una gran bocanada de aire, Lysmer Angelin, decidió cumplirle la cita a su destino, hacer realidad su sueño y ser cantante.


Esta aguerrida y decidida jovencita de 21 años prometía éxitos desde niña, cuando compuso su primera canción a los 9 años de edad. Su niñez transcurrió en medio de una familia compuesta por su madre, su padrastro y una hermana en su natal Valencia, Venezuela.


Sin embargo, la economía boyante de Venezuela respaldada por el petróleo se iba deteriorando con los años por malas administraciones y álgidos temas políticos, lo que jugó en contra de las aspiraciones de Lysmer Angelin debido a las presiones sociales que cada vez imperaban en las ciudades venezolanas, degenerando en escasez de empleos y aumento de la inestabilidad generalizada.



A sus 17 palpitantes años, mantenía un mar de dudas existenciales, que incidían en sus decisiones musicales, entre las cuales estaba su madre, quien le imponía una carrera universitaria con la que no se sentía a gusto. Era común la discusión entre madre e hija  y se volvió sistemática la respuesta de Lysmer “si estudio medicina voy a matar personas, entiende que eso no me gusta”.


Esta temprana edad, pasaría a convertirse en un momento marcado con ácido en su mente, puesto que a la vez se enteró de su embarazo, felicidad corta para ella, puesto que viviendo bajo un mismo techo con su novio de 5 años de relación, se enteró que el muchacho tenía en ese mismo estado de preñez a otras dos jóvenes. Surgían las penurias y preocupaciones en la mente de Lysmer, así como los inevitables reproches de su madre, quien la recibió de vuelta en su casa, lugar en el cual pasó su embarazo bajo los cuidados maternales, con la única condición, que el novio mujeriego no volviera a aparecer nunca más en su vida ni conociera al niño cuando naciera.


Y así fue, tanto así que cuando nació el bebé, el padre no se enteró, al tiempo que la mamá de Lysmer, le recordaba “ahora sí olvídate de tus sueños de ser cantante, porque tienes un hijo que criar”. Estas palabras que herían de muerte su sueño, fueron un gran incentivo por salir adelante y demostrarle a su madre, que todavía podía cumplir su deseo.



Lysmer superó la infidelidad de su novio de toda la vida y se recuperó por completo pero no olvidó esa traición. Sus ilusiones de ser cantante, nunca dejaron de darle vueltas en su cabeza, por ello lo que es para uno, llega como mandado del cielo, sea por bien o sea por mal. A los 6 meses del bebé, Lysmer fue invitada como cantante a un evento de una agencia de modelaje, al cual decididamente aceptó asistir, sin embargo su madre se le interpuso para decirle que quién cuidaría de su hijo, al sentir Lysmer el comportamiento reacio de su mamá, simplemente levantó la cabeza para atinar a decirle que su hijo se va con ella para el concierto.


Y así fue, en pleno concierto, su pequeño hijo, de nombre Abraham, fue ubicado en su coche sobre el escenario como primer espectador de las canciones interpretadas por Lysmer, canciones que lo embelesaron, porque mientras duró el concierto, solo contempló con sus ojos bien abiertos aquella explosión de notas musicales emanadas de la voz de su madre. Lysmer mientras cantaba pensaba que no importa que no me aplaudan, porque solo ver que mi hijo me está escuchando cantar, para mí eso es lo mejor.


El video de dicha presentación se hizo viral en las redes sociales y con las expectativas colmadas, la agencia de modelaje decidió impulsar a Lysmer a dar un paso más, postulándola a una premiación de una convocatoria en Caracas, Talentos sin Fronteras 2016. En dicha convocatoria, surgió una voz, puesto que fue galardonada en dos categorías, las cuales ganó. Esta vez su madre sí accedió a quedarse al cuidado de Abraham y así ella pudiese asistir a la premiación en la capital, evento del cual saldría airosa con los dos premios a los que había sido galardonada: Cantante Compositor y Talento Joven del Año.


Estos logros no alcanzaban a conmover ni convencer a la mamá de Lysmer sobre su potencial, lo que no dejaba de ser un freno a su naciente carrera.


El deterioro social en Venezuela no daba espacios de recomposición y en vista de ello, la madre de Lysmer le señaló el camino a seguir para poder sobrevivir los tres, argumentándole que “lo único que puede salvarnos es que tú consigas dólares o pesos colombianos”. Lysmer no quería desprenderse de Abraham pero tampoco quería que pasara hambre, lo que la obligó a emigrar a Colombia.


La primera población colombiana que visitó fue Maicao en La Guajira, ciudad a la que llegó y sin conocer a nadie, el primer sitio que visitó fue una emisora local, quienes luego de superar la extrañeza de la visita que solicitaba ser entrevistada, accedieron luego de una reunión y los pocos minutos Lysmer estaba al aire. En dicha entrevista, uno de los locutores escéptico por el talento de Lysmer, le solicitaba que cantase otro género, a lo que la cantante accedió a hacer 6 veces durante la entrevista, lo que sin duda convenció a la emisora y la audiencia. Al finalizar la entrevista, Lysmer salió con su maleta y los locutores le preguntaron dónde se iba a quedar, ante lo que respondió que no sabía porque no conoce y no tenía mucho dinero.


Los locutores no lo pensaron dos veces y le ofrecieron las instalaciones de la emisora para que pasara la noche, ya que pensaban que no era conveniente que el público viese por ahí medio mendigando a la cantante que habían entrevistado y promocionado, ya que la iban a anunciar en un cartel como cantante nueva en un concierto junto a artistas locales. Fue tal la acogida que Lysmer en Maicao duró más de un mes viviendo en la emisora. Dicho concierto le abrió las puertas y le permitió conocer a políticos y personas influyentes como el alcalde quien la invitaba para amenizar cuanto evento ocurriese. Todos sus ingresos económicos eran para un propósito, ayudar a su pequeño Abraham, quien no contaba con la ayuda de su padre.


La fama local de Lysmer despertó admiración y envidias, éstas últimas llevaron a un grupo de personas a hacerle pasar un susto con un intento de violación, Lysmer en esos momentos solo se aferraba a Dios para que la protegiese y pudo salir intacta de dicho peligro, lo que le hizo pensar en mudarse de ciudad.


Luego de 5 meses, Lysmer decidió dar un paso más y por ello decidió viajar a Bogotá con el dinero que había ahorrado, con tal mala fortuna que al momento de comprar su boleto de bus y dar un pequeño concierto de despedida en la terminal de transporte de Maicao, fue atracada y despojada del dinero que había ahorrado para solventar el viaje.


Sin embargo, con boleto en mano y con 5 mil pesos, decidió emprender el viaje. Fueron casi 24 horas sin comer ni beber agua y al llegar a Bogotá, sufrió el primer choque, el clima frío de la capital colombiana.


Previamente había contactado a un “productor” quien le prometió recogerla en el terminal de Bogotá en Salitre a las 2 de la tarde y solo apareció hasta las 9 de la noche. Según Lysmer me sentía como una hormiguita que nadie miraba en esta gran ciudad, con hambre y cansada, solo unos vendedores de tinto me auxiliaron y me obsequiaban para que me calentara mientras esperaba a quien me iba a recoger.


Otra mala experiencia se avecinaba, ya que el “productor” no resultó ser quien ella pensaba le iba a abrir las puertas en Bogotá, y la mantenía encerrada, como secuestrada en su casa bajo la complicidad de la madre del muchacho, argumentándole muchos peligros y haciéndole falsas promesas de trabajos que nunca llegaron. Como pudo Lysmer pedía ayuda en facebook y contactó en redes sociales a un amigo venezolano encargado de una barbería en Bogotá.


Por fin logró escabullirse, le dijo a esas personas que iba por un día a visitar a una tía al sur de Bogotá. Para no levantar sospecha, solo tomó una muda de ropa y salió en compañía del muchacho quien no le daba orientación para tomar el bus hacia Bosa. Luego de 1 hora esperando, Lysmer se apropió de la situación y comenzó desesperadamente a preguntarle a los peatones qué ruta de bus la podía llevar a dicho barrio. Lysmer se fue y solo regresó acompañada 20 días después a recoger sus pertenencias.


Finalmente, pudo contactar a su tía en Bogotá, vivió con ella un tiempo y conoció a un joven con quien inició una relación. Luego de un tiempo, viviendo juntos, ella sentía que quería mostrar su talento, así sea cantando en los buses y sin la completa aprobación de su pareja por considerar eso como un trabajo denigrante, Lysmer lo hizo.


El primer día se enfrentó a sus miedos internos que la superaron y no le permitieron cantar. Pensaba ensimismada, qué tal que sea rechazada, que no le guste a la gente, entre otros temores. El segundo día se dijo a sí misma “lo voy a hacer, solo quiero saber si me aplauden o no” y lo hizo. Solo en 4 horas de trabajo en el sistema Transmilenio, logró reunir 60 mil pesos.



Los meses transcurrían y Lysmer con su trabajo pudo comprar un parlante y un micrófono para que la pudieran escuchar mejor. Sin embargo, los peligros de la calle y un trabajo informal no se hicieron esperar y al bajarse en una de las estaciones en Patio Bonito, fue agredida a golpes y torturada en sus brazos con cigarrillos encendidos por tres mujeres drogadas, quienes le repudiaban por ser venezolana y trabajar en esa zona. Lysmer con con los ojos invadidos de lágrimas por la hostilidad y el dolor, solo les decía “no más, no les estoy haciendo daño, suéltenme”.


Este hecho fue la excusa para que su pareja le prohibiese salir a cantar nuevamente, pero solo pasaron 15 días para que Lysmer sintiera la necesidad de dar a conocer su talento, así sea en los buses de transporte público.


Con su trabajo Lysmer pudo comprarse un teléfono celular, lo que despertó los celos enfermizos de su pareja, ya que cada vez que tenía la oportunidad le preguntaba con quién estás chateando. En uno de impulsos agresivos de su pareja, forcejeó con ella por el celular y la maltrató físicamente, hecho que le señaló a Lysmer su próximo paso; salir como fuera de esa violencia doméstica. En las noticias ella se enteraba del asesinato de mujeres a cargo de sus parejas y ella no quería engrosar esa funesta lista estadística, por lo que en ausencia de su pareja, huyó de esa casa.


Con lo que había ahorrado pudo arrendar una habitación y blindarse con nuevos amigos que también trabajaban en los buses. Fue precisamente en uno de esos buses que le arrancó las lágrimas a una de las pasajeras, mientras interpretaba una conmovedora canción que le compuso a su hijo aquí en Bogotá “Me Haces Falta”. Lysmer intrigada se le acercó y la consoló, la mujer le dijo que durante la canción también pensó en su hijo, quien se encuentra lejos. A partir de ese momento nació una amistad, que llevó a Lysmer a conocer más de cerca a Dios (este es su secreto), ya que dicha mujer la invitó a asistir a una iglesia cristiana, el remedio para curar sus heridas.


Actualmente, Lysmer vive en el Barrio Restrepo en compañía de dos amigas venezolanas, pagando un arriendo diario y aún con sus sueños intactos y más segura que nunca del talento que posee. Hay días que le va bien y otros no, hay días que come y otros no.



Ella tiene coraje y nobles sentimientos, su corazón está un poco más endurecido por los sufrimientos vividos, pero nunca abandona sus sueños ni claudica ante las dificultades que intentan vencerla, es una guerrera que con el tiempo se ha sostenido y no se ha dejado caer, si con el tiempo le toca perder, pero ya será cansada de luchar, mientras tanto quiere demostrarle al mundo que nació para ser una cantante.


Solo en este caso se puede evidenciar la humillación y maltrato que viven nuestras valiosas mujeres, la violencia de género, los afanes y premuras que debe pasar una madre soltera, la falta de oportunidades e irrespeto, la emigración, muy bien descrito por la canción Solo le Pido a Dios de León Gieco interpretada por Mercede Sosa “desahuciado está el que tiene que marchar, a vivir una cultura diferente”.

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Luego de tomar un suspiro y una gran bocanada de aire, Lysmer Angelin, decidió cumplirle la cita a su destino, hacer realidad su sueño y ser cantante.


Esta aguerrida y decidida jovencita de 21 años prometía éxitos desde niña, cuando compuso su primera canción a los 9 años de edad. Su niñez transcurrió en medio de una familia compuesta por su madre, su padrastro y una hermana en su natal Valencia, Venezuela.


Sin embargo, la economía boyante de Venezuela respaldada por el petróleo se iba deteriorando con los años por malas administraciones y álgidos temas políticos, lo que jugó en contra de las aspiraciones de Lysmer Angelin debido a las presiones sociales que cada vez imperaban en las ciudades venezolanas, degenerando en escasez de empleos y aumento de la inestabilidad generalizada.



A sus 17 palpitantes años, mantenía un mar de dudas existenciales, que incidían en sus decisiones musicales, entre las cuales estaba su madre, quien le imponía una carrera universitaria con la que no se sentía a gusto. Era común la discusión entre madre e hija  y se volvió sistemática la respuesta de Lysmer “si estudio medicina voy a matar personas, entiende que eso no me gusta”.


Esta temprana edad, pasaría a convertirse en un momento marcado con ácido en su mente, puesto que a la vez se enteró de su embarazo, felicidad corta para ella, puesto que viviendo bajo un mismo techo con su novio de 5 años de relación, se enteró que el muchacho tenía en ese mismo estado de preñez a otras dos jóvenes. Surgían las penurias y preocupaciones en la mente de Lysmer, así como los inevitables reproches de su madre, quien la recibió de vuelta en su casa, lugar en el cual pasó su embarazo bajo los cuidados maternales, con la única condición, que el novio mujeriego no volviera a aparecer nunca más en su vida ni conociera al niño cuando naciera.


Y así fue, tanto así que cuando nació el bebé, el padre no se enteró, al tiempo que la mamá de Lysmer, le recordaba “ahora sí olvídate de tus sueños de ser cantante, porque tienes un hijo que criar”. Estas palabras que herían de muerte su sueño, fueron un gran incentivo por salir adelante y demostrarle a su madre, que todavía podía cumplir su deseo.



Lysmer superó la infidelidad de su novio de toda la vida y se recuperó por completo pero no olvidó esa traición. Sus ilusiones de ser cantante, nunca dejaron de darle vueltas en su cabeza, por ello lo que es para uno, llega como mandado del cielo, sea por bien o sea por mal. A los 6 meses del bebé, Lysmer fue invitada como cantante a un evento de una agencia de modelaje, al cual decididamente aceptó asistir, sin embargo su madre se le interpuso para decirle que quién cuidaría de su hijo, al sentir Lysmer el comportamiento reacio de su mamá, simplemente levantó la cabeza para atinar a decirle que su hijo se va con ella para el concierto.


Y así fue, en pleno concierto, su pequeño hijo, de nombre Abraham, fue ubicado en su coche sobre el escenario como primer espectador de las canciones interpretadas por Lysmer, canciones que lo embelesaron, porque mientras duró el concierto, solo contempló con sus ojos bien abiertos aquella explosión de notas musicales emanadas de la voz de su madre. Lysmer mientras cantaba pensaba que no importa que no me aplaudan, porque solo ver que mi hijo me está escuchando cantar, para mí eso es lo mejor.


El video de dicha presentación se hizo viral en las redes sociales y con las expectativas colmadas, la agencia de modelaje decidió impulsar a Lysmer a dar un paso más, postulándola a una premiación de una convocatoria en Caracas, Talentos sin Fronteras 2016. En dicha convocatoria, surgió una voz, puesto que fue galardonada en dos categorías, las cuales ganó. Esta vez su madre sí accedió a quedarse al cuidado de Abraham y así ella pudiese asistir a la premiación en la capital, evento del cual saldría airosa con los dos premios a los que había sido galardonada: Cantante Compositor y Talento Joven del Año.


Estos logros no alcanzaban a conmover ni convencer a la mamá de Lysmer sobre su potencial, lo que no dejaba de ser un freno a su naciente carrera.


El deterioro social en Venezuela no daba espacios de recomposición y en vista de ello, la madre de Lysmer le señaló el camino a seguir para poder sobrevivir los tres, argumentándole que “lo único que puede salvarnos es que tú consigas dólares o pesos colombianos”. Lysmer no quería desprenderse de Abraham pero tampoco quería que pasara hambre, lo que la obligó a emigrar a Colombia.


La primera población colombiana que visitó fue Maicao en La Guajira, ciudad a la que llegó y sin conocer a nadie, el primer sitio que visitó fue una emisora local, quienes luego de superar la extrañeza de la visita que solicitaba ser entrevistada, accedieron luego de una reunión y los pocos minutos Lysmer estaba al aire. En dicha entrevista, uno de los locutores escéptico por el talento de Lysmer, le solicitaba que cantase otro género, a lo que la cantante accedió a hacer 6 veces durante la entrevista, lo que sin duda convenció a la emisora y la audiencia. Al finalizar la entrevista, Lysmer salió con su maleta y los locutores le preguntaron dónde se iba a quedar, ante lo que respondió que no sabía porque no conoce y no tenía mucho dinero.


Los locutores no lo pensaron dos veces y le ofrecieron las instalaciones de la emisora para que pasara la noche, ya que pensaban que no era conveniente que el público viese por ahí medio mendigando a la cantante que habían entrevistado y promocionado, ya que la iban a anunciar en un cartel como cantante nueva en un concierto junto a artistas locales. Fue tal la acogida que Lysmer en Maicao duró más de un mes viviendo en la emisora. Dicho concierto le abrió las puertas y le permitió conocer a políticos y personas influyentes como el alcalde quien la invitaba para amenizar cuanto evento ocurriese. Todos sus ingresos económicos eran para un propósito, ayudar a su pequeño Abraham, quien no contaba con la ayuda de su padre.


La fama local de Lysmer despertó admiración y envidias, éstas últimas llevaron a un grupo de personas a hacerle pasar un susto con un intento de violación, Lysmer en esos momentos solo se aferraba a Dios para que la protegiese y pudo salir intacta de dicho peligro, lo que le hizo pensar en mudarse de ciudad.


Luego de 5 meses, Lysmer decidió dar un paso más y por ello decidió viajar a Bogotá con el dinero que había ahorrado, con tal mala fortuna que al momento de comprar su boleto de bus y dar un pequeño concierto de despedida en la terminal de transporte de Maicao, fue atracada y despojada del dinero que había ahorrado para solventar el viaje.


Sin embargo, con boleto en mano y con 5 mil pesos, decidió emprender el viaje. Fueron casi 24 horas sin comer ni beber agua y al llegar a Bogotá, sufrió el primer choque, el clima frío de la capital colombiana.


Previamente había contactado a un “productor” quien le prometió recogerla en el terminal de Bogotá en Salitre a las 2 de la tarde y solo apareció hasta las 9 de la noche. Según Lysmer me sentía como una hormiguita que nadie miraba en esta gran ciudad, con hambre y cansada, solo unos vendedores de tinto me auxiliaron y me obsequiaban para que me calentara mientras esperaba a quien me iba a recoger.


Otra mala experiencia se avecinaba, ya que el “productor” no resultó ser quien ella pensaba le iba a abrir las puertas en Bogotá, y la mantenía encerrada, como secuestrada en su casa bajo la complicidad de la madre del muchacho, argumentándole muchos peligros y haciéndole falsas promesas de trabajos que nunca llegaron. Como pudo Lysmer pedía ayuda en facebook y contactó en redes sociales a un amigo venezolano encargado de una barbería en Bogotá.


Por fin logró escabullirse, le dijo a esas personas que iba por un día a visitar a una tía al sur de Bogotá. Para no levantar sospecha, solo tomó una muda de ropa y salió en compañía del muchacho quien no le daba orientación para tomar el bus hacia Bosa. Luego de 1 hora esperando, Lysmer se apropió de la situación y comenzó desesperadamente a preguntarle a los peatones qué ruta de bus la podía llevar a dicho barrio. Lysmer se fue y solo regresó acompañada 20 días después a recoger sus pertenencias.


Finalmente, pudo contactar a su tía en Bogotá, vivió con ella un tiempo y conoció a un joven con quien inició una relación. Luego de un tiempo, viviendo juntos, ella sentía que quería mostrar su talento, así sea cantando en los buses y sin la completa aprobación de su pareja por considerar eso como un trabajo denigrante, Lysmer lo hizo.


El primer día se enfrentó a sus miedos internos que la superaron y no le permitieron cantar. Pensaba ensimismada, qué tal que sea rechazada, que no le guste a la gente, entre otros temores. El segundo día se dijo a sí misma “lo voy a hacer, solo quiero saber si me aplauden o no” y lo hizo. Solo en 4 horas de trabajo en el sistema Transmilenio, logró reunir 60 mil pesos.



Los meses transcurrían y Lysmer con su trabajo pudo comprar un parlante y un micrófono para que la pudieran escuchar mejor. Sin embargo, los peligros de la calle y un trabajo informal no se hicieron esperar y al bajarse en una de las estaciones en Patio Bonito, fue agredida a golpes y torturada en sus brazos con cigarrillos encendidos por tres mujeres drogadas, quienes le repudiaban por ser venezolana y trabajar en esa zona. Lysmer con con los ojos invadidos de lágrimas por la hostilidad y el dolor, solo les decía “no más, no les estoy haciendo daño, suéltenme”.


Este hecho fue la excusa para que su pareja le prohibiese salir a cantar nuevamente, pero solo pasaron 15 días para que Lysmer sintiera la necesidad de dar a conocer su talento, así sea en los buses de transporte público.


Con su trabajo Lysmer pudo comprarse un teléfono celular, lo que despertó los celos enfermizos de su pareja, ya que cada vez que tenía la oportunidad le preguntaba con quién estás chateando. En uno de impulsos agresivos de su pareja, forcejeó con ella por el celular y la maltrató físicamente, hecho que le señaló a Lysmer su próximo paso; salir como fuera de esa violencia doméstica. En las noticias ella se enteraba del asesinato de mujeres a cargo de sus parejas y ella no quería engrosar esa funesta lista estadística, por lo que en ausencia de su pareja, huyó de esa casa.


Con lo que había ahorrado pudo arrendar una habitación y blindarse con nuevos amigos que también trabajaban en los buses. Fue precisamente en uno de esos buses que le arrancó las lágrimas a una de las pasajeras, mientras interpretaba una conmovedora canción que le compuso a su hijo aquí en Bogotá “Me Haces Falta”. Lysmer intrigada se le acercó y la consoló, la mujer le dijo que durante la canción también pensó en su hijo, quien se encuentra lejos. A partir de ese momento nació una amistad, que llevó a Lysmer a conocer más de cerca a Dios (este es su secreto), ya que dicha mujer la invitó a asistir a una iglesia cristiana, el remedio para curar sus heridas.


Actualmente, Lysmer vive en el Barrio Restrepo en compañía de dos amigas venezolanas, pagando un arriendo diario y aún con sus sueños intactos y más segura que nunca del talento que posee. Hay días que le va bien y otros no, hay días que come y otros no.



Ella tiene coraje y nobles sentimientos, su corazón está un poco más endurecido por los sufrimientos vividos, pero nunca abandona sus sueños ni claudica ante las dificultades que intentan vencerla, es una guerrera que con el tiempo se ha sostenido y no se ha dejado caer, si con el tiempo le toca perder, pero ya será cansada de luchar, mientras tanto quiere demostrarle al mundo que nació para ser una cantante.


Solo en este caso se puede evidenciar la humillación y maltrato que viven nuestras valiosas mujeres, la violencia de género, los afanes y premuras que debe pasar una madre soltera, la falta de oportunidades e irrespeto, la emigración, muy bien descrito por la canción Solo le Pido a Dios de León Gieco interpretada por Mercede Sosa “desahuciado está el que tiene que marchar, a vivir una cultura diferente”.

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